El término «sleepmaxxing» (maximizar el sueño) se ha convertido en una tendencia creciente, especialmente entre la Generación Z, que ha comenzado a priorizar el sueño como nunca antes. La obsesión por dormir bien ha llevado a muchos a adoptar técnicas y gadgets extremos, desde el uso de cintas para la boca hasta dilatadores nasales, pasando por aplicaciones que monitorean la calidad del sueño y dispositivos que regulan la temperatura de las camas.
Derek Antosiek, quien se considera un «conocedor del sueño», ha experimentado con una variedad de herramientas y métodos en su búsqueda por la noche de sueño perfecta. Su dedicación a perfeccionar su descanso lo ha llevado a probar desde ventiladores que bombean aire fresco bajo sus sábanas hasta monitores de calidad del aire y lámparas de terapia de luz. Su caso, como apunta el New York Times, es sintiomático, ¿ha ido demasiado lejos esta obsesión por el «sleepmaxxing»?
El Dr. Matthew Walker, profesor de neurociencia y psicología en la Universidad de California, Berkeley, señala que la actitud hacia el sueño ha cambiado drásticamente en las últimas décadas. Según él, muchas personas, especialmente los más jóvenes, han reclamado su derecho a una noche completa de descanso sin sentir vergüenza. Sin embargo, Walker también advierte que para algunos, el enfoque en el sueño puede volverse una obsesión poco saludable, recomendando que quienes se sientan atrapados en esta trampa busquen ayuda profesional.
Es innegable que la mayor conciencia sobre la importancia del sueño es un cambio positivo. Después de años de vivir bajo el mantra «dormiré cuando esté muerto», la sociedad ha comenzado a reconocer que un buen descanso es fundamental para la salud mental y física. Sin embargo, la obsesión por optimizar cada aspecto del sueño, puede llevarnos a perder de vista otras facetas importantes de la vida. La juventud también es la libertad de pasar noches en vilo, de fiestas alocadas y de la pasión intelectual que prioriza la creación al sueño.
En la cultura moderna, especialmente entre los más jóvenes, la idea de tener una noche de sueño perfecta se ha vuelto casi un estatus social. Mostrar en redes sociales cómo se emplean diferentes herramientas y rutinas para mejorar el sueño se ha vuelto tan común como presumir de unas vacaciones lujosas. Los «sleepmaxxers» comparten videos recomendando almohadas ajustables para reducir la presión facial, rituales nocturnos que incluyen el uso de sprays de magnesio en los pies, y hasta bebidas como el «sleepy girl mocktail», una mezcla de jugo de cereza, soda prebiótica y polvo de magnesio.
Sin embargo, este enfoque puede tener un lado negativo. El Dr. Vanessa Hill, científica del sueño en el Instituto Appleton en Australia, señala que, si bien algunos de estos métodos pueden hacer que las personas se sientan más cómodas, no hay garantías de que realmente mejoren la calidad del sueño. Además, algunos de estos hacks, como el uso de cintas para la boca, pueden incluso presentar riesgos si no se usan adecuadamente.
Aunque la tendencia a priorizar el sueño es en general positiva, debemos recordar que no todo en la vida debe ser optimizado. La búsqueda interminable del «sueño perfecto» podría llevarnos a perder de vista otras experiencias vitales que también contribuyen a nuestro bienestar.
Imagen: Dazed Digital
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