Recientemente, astrónomos descubrieron en la superficie de Marte una formación que recuerda a un conocido emoji. Visible únicamente bajo ciertas condiciones, esta estructura es en realidad el remanente de un antiguo lago que se secó hace miles de millones de años y podría albergar signos de vida pasada en el planeta rojo.
Crédito: ESA/TGO/CaSSIS.
La imagen, capturada por el ExoMars Trace Gas Orbiter (TGO) de la Agencia Espacial Europea, forma parte de un estudio publicado el mes pasado en la revista Scientific Data. En dicho trabajo, los investigadores elaboraron el primer catálogo detallado de depósitos de sales de cloruro en Marte.
Normalmente, estos depósitos serían indistinguibles del resto de la superficie marciana. Pero cuando se observan con cámaras infrarrojas, como las del TGO, las sales aparecen en tonos rosados o violetas que forman algunos patrones en el terreno. En este caso, el de una figura que —con cierta dosis de pareidolia— nos recuerda a un emoji con un par de «ojos» hechos de cráteres producto de caídas de meteoritos.
En total, el equipo identificó 965 depósitos diferentes dispersos por nuestro rubicundo vecino, que varían en tamaño desde 300 hasta 3.000 metros de ancho —actualmente, no está claro cuán grande es la «carita»—.
«Estos depósitos son particularmente importantes porque pueden proporcionar condiciones óptimas para la actividad biológica y la preservación, lo que los convierte en un objetivo clave para la exploración astrobiológica», escribieron los investigadores en el artículo.
Charcos salinos y vida marciana
Marte fue una vez un mundo acuático, con lagos, ríos y un océano poco profundo similar a los de la Tierra. Pero entre hace 2 mil millones y 3 mil millones de años, el agua se secó tras un cambio climático severo. Esto probablemente fue impulsado por la pérdida del campo magnético de Marte, lo que permitió que el viento solar eliminara gradualmente la mayor parte de la atmósfera del planeta y, finalmente, causara que la mayor parte del agua líquida se congelara o se evaporara al espacio.
Rastros de depósitos de sal de cloruro en Marte. Crédito: ESA/TGO/CaSSIS.
De acuerdo a los investigadores, los depósitos salinos quedaron como vestigios cuando el último de los lagos de Marte se secó al final del dinámico pasado acuático del planeta. En algunas ubicaciones, las sales restantes son la única evidencia de que hubo agua en ese lugar. Sin embargo, estos depósitos también podrían tener grandes implicaciones para la búsqueda de evidencia de vida marciana antigua.
Los autores del estudio creen que a medida que estos lagos comenzaron a disminuir y desaparecer, el agua restante se volvió muy salina, permitiéndole mantenerse líquida a pesar de temperaturas tan bajas como -40 grados Celsius.
Una onda con tonalidades púrpuras captó la atención de la nave espacial TGO mientras sobrevolaba Terra Sirenum, que en latín significa ‘Mar de las Sirenas’. Es una imagen en color infrarrojo de un lecho de río seco en el hemisferio sur del planeta rojo. Crédito: ESA/TGO/CaSSIS.
Estos últimos charcos salinos «podrían haber sido un refugio» para los extremófilos microbianos que podrían haber sobrevivido a la transformación de Marte, lo que causó que sus restos se acumularan en estos depósitos a medida que el agua finalmente se secaba. Si esto ocurrió, las sales también podrían haber actuado como un conservante, preservando potencialmente la evidencia de estas formas de vida extintas durante miles de millones de años.
Descubrimientos recientes también sugieren que el planeta rojo actualmente tiene mucha más agua de lo que pensábamos inicialmente, lo que ha reavivado las esperanzas de encontrar microbios marcianos vivos en el futuro. En junio, los astrónomos anunciaron el descubrimiento de «al menos 150.000 toneladas» de escarcha de agua en los picos de algunos de los volcanes más altos de Marte. Y en agosto, los científicos revelaron que un enorme océano oculto —con suficiente agua para cubrir el planeta con 1.6 kilómetros de agua— podría estar escondido bajo la superficie marciana.
Fuente: ESA/LS. Edición: MP.
Esta «carita» que nos mira desde Marte podría contener signos de vida