Cuando di mis primeros pasos en el camino budista, aprendí varias verdades incómodas sobre mí mismo. Por ejemplo, aprendí que gran parte de mi sufrimiento era creado por mí mismo. A veces, mi mente estaba nublada por sentimientos de codicia, ira e ignorancia, lo que me hacía tomar malas decisiones.

En otras ocasiones, rumiaba sobre hechos negativos que habían ocurrido en el pasado o cosas malas que podrían suceder en el futuro. En esos momentos, mi imaginación me hacía temer cosas que podrían ocurrir y enojarme por cosas que ya habían pasado.

El budismo me ofreció una cura para mi problema mediante la concentración meditativa. Cuando practicamos esta práctica, centramos nuestra mente en una sola cosa y dejamos de lado todo lo demás.

Podemos concentrarnos en un objeto de nuestro entorno, una sensación corporal o un canto budista. Cuando los pensamientos o emociones negativas entran en nuestra mente, nos negamos a detenernos en ellos. En cambio, reconocemos que nuestra atención se ha desviado y volvemos a concentrarnos en nuestra meditación. Hacer esto priva a nuestros pensamientos y emociones negativas de energía. Como negarse a poner leña al fuego hasta que se apague, dejamos de centrarnos en cosas dañinas hasta que pierden su poder sobre nosotros. Esto crea un espacio que permite que la paz entre en nuestra mente y nos ayuda a tomar mejores decisiones.

Hay muchas formas de practicar la concentración meditativa. Sin embargo, una de mis favoritas es algo llamado “La meditación del tictac del reloj”.

Meditación del tictac del reloj

Elementos necesarios

1. Un reloj de pulsera analógico con un segundero que hace tictac para contar cada segundo.
2. Un lugar cómodo para sentarse.

Práctica

1. Siéntese en una posición cómoda.
2. Inhale y exhale por la nariz; estirando el ombligo en cada inhalación como si hubiera comido mucho y relajándose en cada exhalación.
3. Mire su reloj de pulsera y cuente cada segundo hasta llegar a 60.
4. Si tu mente divaga, saluda a tus pensamientos y vuelve a concentrarte en tu reloj.
5. Al cabo de 60 segundos, haz un “check-in” de tu mente. Si la sientes agitada o confusa, vuelve al paso dos.

En esta meditación, se producen dos cosas. En primer lugar, activamos el cuerpo para ayudar a calmar la mente. Inhalar y exhalar por la nariz activa el sistema nervioso parasimpático, lo que envía señales a la mente de que es seguro relajarse. Al empujar el ombligo hacia afuera con cada inhalación, expandimos el diafragma, lo que nos ayuda a absorber más oxígeno. Esto también nos ayuda a relajarnos.

En segundo lugar, tomamos nuestro reloj como objeto de concentración y lo utilizamos para robarle energía a nuestros pensamientos negativos. Cada vez que contamos un segundo que pasa, en lugar de detenernos en nuestros pensamientos, quitamos un leño del fuego de nuestras pasiones y las dejamos morir para que la paz pueda entrar en nuestra mente.

Una vez que nuestras mentes están en paz (o al menos un poco menos agitadas), podemos evitar el sufrimiento autocreado tomando mejores decisiones y no dándole energía a emociones dañinas.