Estados Unidos no tiene bastante con emplazar sus tropas en la frontera occidental de Rusia y ha estacionado también varias unidades aerotransportadas en la isla de Shemya, una de las islas Aleutianas, frente a la costa de Alaska donde, además, ha desplegado sistemas de misiles Himars.
Son 130 las tropas desplegadas y la revista Stars and Stripes pone el pretexto (siempre hay un pretexto): es una respuesta a las sondas rusas y chinas en el Ártico.
“El jueves efectivos de la 11 División Aerotransportada y la 1 y la 3 Fuerza de Tareas Multidominio aterrizaron en la isla de Shemya, parte de las Islas Aleutianas”. La isla de 4,3 kilómetros de ancho se encuentra a 1.900 kilómetros al oeste de Anchorage, en el Estado de Alaska.
“Partes de tres unidades del ejército fueron desplegadas en la isla Shemya, frente a la costa de Alaska, en respuesta a los recientes ejercicios aéreos y marítimos de Rusia y China en la región ártica”, confirmó el general Joseph Gilbert, que manda la 11 División Aerotransportada.
“La operación en la isla de Shemya demuestra la capacidad de la división para responder a los acontecimientos en el Indo-Pacífico y en todo el mundo, con una fuerza letal lista para intervenir en unas pocas horas”.
El general Joseph Hilbert es el comandante general de la 11 División Aerotransportada con sede en la Base Conjunta Elmendorf-Richardson, cerca de Anchorage.
“Las fuerzas incluyen un sistema de cohetes de artillería de alta movilidad, conocido como Himars, que dispara misiles balísticos. La Fuerza Espacial de Estados Unidos también opera un radar de largo alcance en la Base de la Fuerza Aérea Eareckson en la isla de Shemya. El radar está diseñado principalmente para detectar y vigilar lanzamientos y pruebas de misiles rusos, chinos y otros misiles balísticos intercontinentales”, concluye la revista Stars and Stripes.
El Pentágono traslada paracaidistas estadounidenses a las fronteras orientales de Rusia
La industria europea del automóvil exige la suspensión de las políticas verdes
Los medios europeos ya no ocultan que corren “vientos de pánico” en la industria europea y, singularmente, en el sector de los fabricantes de automóviles. Además de la guerra comercial con China, las normas para reducir las emisiones de CO2 pueden acabar con el sector y miles de trabajadores irán a la calle.
La Asociación de Fabricantes Europeos de Automóviles (ACEA), el grupo de presión del sector en Bruselas, ha pedido a la Unión Europea que active un procedimiento de emergencia para posponer dos años la aplicación, prevista para 2025, de las normas para reducir las emisiones de CO2.
La agencia Bloomberg ha publicado el documento, que no está apoyado por Stellantis, uno de los grandes monopolios del sector, con marcas como Fiat, Chrysler, Peugeot, Citroen o Lancia. Su redactor ha sido Luca de Meo, el presidente de Renault.
Los fabricantes se refieren a una norma denominada CAFE (Corporate Average Fuel Economy), que fija un umbral medio de emisiones de CO2 para todos los vehículos vendidos, bajo pena de multa. Para lograr este aplazamiento, “aboga por el uso de una disposición poco conocida, el artículo 122.1 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea (TFUE), que permitiría diferir en la urgencia de aplicar un reglamento, evitando la intervención del Parlamento de Estrasburgo.
Para cumplir los nuevos objetivos, los fabricantes tendrían que vender de media un coche eléctrico por cada cuatro vehículos térmicos, con el fin de compensar el exceso de emisiones de gases.
Sin embargo, el mercado eléctrico europeo lleva más de un año estancado en menos del 15 por cien para los turismos y del 7 por cien para los vehículos utilitarios. Las sanciones podrían alcanzar los 13.000 millones de euros para los turismos y los 3.000 millones para los vehículos comerciales.
Los objetivos son diferentes para los turismos y para los utilitarios, prueba de que incluso en Bruselas son conscientes de que electrificar los vehículos profesionales es tarea imposible… al menos de momento.
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