Estamos normalizando cada vez más hablar de sexo. Esto propicia que, en el momento menos pensado, nuestro compañero de trabajo o esa amiga de siempre nos comente su fascinación por el cuero, el terciopelo, los pies femeninos o por ver a su pareja masculina disfrazada de algún animal. El fetichismo es más frecuente de lo que pensamos y menos patológico de lo que creemos.
Tal conducta entra dentro de las prácticas sexuales «poco convencionales», pero no tiene por qué conformar un trastorno clínico. Buena parte de los estigmas sociales alrededor de la sexualidad tiene mucho que ver con la falta de conocimientos en esta materia. El fetichista solo es alguien que encuentra placer erótico en objetos, partes del cuerpo o situaciones poco comunes. Profundicemos.
¿Qué es el fetichismo?
Esta es una forma atracción sexual en la que una persona obtiene gratificación o excitación erótica a través de estímulos poco usuales. De hecho, la pregunta que suele suscitar este tema es si entra dentro del ámbito de lo clínico y lo patológico. La respuesta al respecto es «no, no siempre».
La versión del 2013 del DSM-V despatologizó el fetichismo, diferenciándolo del trastorno fetichista, una condición en la cual ya se evidencian conductas disfuncionales y sufrimiento. Ejemplo de ello sería que no sintieras atracción por otras posibles parejas sexuales, sino que solo te excitaras con la visión del estímulo fetichista. Comprendamos ahora cómo es alguien con esta característica.
Cómo se manifiesta
Cabe señalar que la investigación científica sobre este tema todavía es muy limitada. Además, es frecuente hallar trabajos orientados en exclusiva a la vertiente psicopatológica. No obstante, hay un claro consenso en que existen tres tipologías. Tal y como señala una publicación del Medical Journal, esta forma de atracción y excitación sexual puede manifestarse como lo planteamos enseguida.
Fetichista de objetos
- Definición: la excitación erótica aparece ante la presencia, observación o uso de objetos inanimados. Hay quien experimenta esta estimulación interaccionando en soledad con ese elemento en particular —acariciando, por ejemplo, unos zapatos de tacón—. Otros, en cambio, necesitan que sus parejas usen el objeto.
- Ejemplos: muñecas de plástico, zapatos, ropa interior, telas de látex, de terciopelo, de plástico, máscaras, guantes, medias, peluches…
- Cómo se practica: hay personas que disfrutan viendo a su pareja vestida con un uniforme, con un disfraz determinado, llevando ciertas piezas de ropa, quizás alguna máscara, etc. Otros, por su parte, necesitan acariciar o lamer el objeto.
Fetichista parcialista
- Definición: en este caso, tenemos a alguien que demuestra fascinación y deseo por una parte específica del cuerpo humano. Esa área se aleja un poco de lo convencional, de lo que consideramos tradicionalmente erótico, desde un punto de vista social y hasta cultural.
- Ejemplos: uno de los fetichismos más frecuentes es el vinculado a los pies. Sin embargo, también podemos encontrar el relacionado con el cabello, las axilas, las manos, la barba masculina, el ombligo, las piernas, etc.
- Cómo se practica: la interacción con la parte del cuerpo fetichizada puede incluir tocarla, mirarla, olerla, lamerla y fantasear con ella. A menudo, hay quien se deleita viendo, por ejemplo, cómo se mueve el cabello, tocar unas manos cubiertas por guantes, acariciar los dedos de los pies, etc.
Fetichista situacional
- Definición: el hombre o mujer fetichista situacional encuentra su estímulo erótico en un entorno o circunstancia específica. En esta tipología aparecen múltiples variantes, como puede ser el practicar sexo en lugares públicos. En este caso, la idea de ser vistos o sorprendidos actúa como el componente excitatorio.
- Ejemplos: hay quien tiene fantasías en escenarios concretos como aulas de colegio, salas médicas, lugares sacros o religiosos, campos o bosques, etc. Otros, como ya hemos señalado, necesitan la emoción y el riesgo de tener encuentros íntimos en zonas públicas.
- Cómo se practica: esta tipología implica la necesidad de repetir una misma situación de forma constante. Siempre será el mismo escenario o circunstancia concreta, algo que muchas veces puede cansar a sus parejas sexoafectivas. A veces, para recrear dichos escenarios, como puede ser una clase de instituto o un hospital, se opta por utilizar disfraces.
¿Es lo mismo fetichismo que parafilia?
En nuestra sociedad es muy frecuente diluir conceptos y confundirnos con determinadas entidades psicológicas. Ocurre sobre todo si están relacionadas con las prácticas y deseos sexuales. En este caso, es importante matizar que el fetichismo no es de modo exacto lo mismo que una parafilia. Hay pequeños matices.
Alcance
En realidad, el fetichismo es una categoría o una forma más de parafilia. Como ya señalamos, la persona fetichista es alguien que siente atracción sexual hacia objetos inanimados o partes del cuerpo no genitales. Por su parte, como definen en el Journal of Sex Research, la parafilia es un tipo de comportamiento sexual inusual o «no normativo».
Esta última incluye una amplísima variedad de conductas que no siempre tienen que ver con lo fetichista. Ejemplo de ello es el exhibicionismo (exponer los genitales en público), el voyeurismo (observar a personas en situaciones íntimas sin su consentimiento) o incluso el masoquismo (excitación derivada del propio sufrimiento).
Objeto de deseo
Para un fetichista, el objeto de deseo es específico y concreto, como un tipo de tela, muñecas hinchables, tener sexo en coches deportivos… Ahora bien, en las parafilias, el objeto de deseo o la situación es más extensa y compleja, como, por ejemplo, las clásicas dinámicas BDSM (bondage, disciplina, dominación, sumisión, sadismo).
Condición para la excitación
En el plano fetichista, el objeto o la parte del cuerpo fetichizada es básica y esencial para alcanzar la propia excitación. Sin embargo, en las parafilias, las dinámicas son más elaboradas, como placer al acudir a lugares muy masificados y frotar el propio cuerpo en un desconocido, etc. Es más, en ocasiones, en esos juegos eróticos entre personas con parafilias, se incluyen objetos fetiche, como osos de peluche, medias, etc.
¿Cómo se produce un fetichismo?
En la investigación antes referenciada, (Ventriglio, Bhat, Torales, & Bhugra, 2019), llevada a cabo en las universidades de Foggia (Italia), Asunción (Paraguay) y el King’s College de Londres, se intentó dilucidar el posible origen del fetichismo. Cabe señalar que, en la actualidad, las causas de estas inclinaciones sexuales no están claras. Aún existen muchos prejuicios, pero podemos esbozar algunas ideas.
Teoría conductual
Esta teoría sugiere que el comportamiento fetichista podría desarrollarse a través del condicionamiento clásico. Si un objeto específico se asocia de forma repetida con la excitación sexual o el orgasmo durante experiencias sexuales tempranas, el individuo puede llegar a asociar ese objeto con su propia sexualidad.
Teoría neurobiológica
Otra teoría especulativa tiene que ver con el modo en que el cerebro organiza las experiencias sensoriales y sexuales. Es posible que exista alguna alteración en los neurotransmisores o en los genes que favorezca la percepción de ciertos objetos o partes del cuerpo, como algo excitante. Ahora bien, insistimos, son ideas que no presentan una evidencia científica fiable.
Teorías socioculturales
Es posible que la cultura y el entorno en que crece una persona influya en lo que se considera erótico o atractivo. Si una sociedad o subcultura fetichiza ciertos objetos o partes del cuerpo, un individuo puede internalizar esas preferencias. Podría suceder lo mismo con el consumo en la infancia o adolescencia de un determinado tipo de pornografía.
Experiencias tempranas
Algunas teorías sugieren que algunas experiencias tempranas podrían contribuir al desarrollo de un fetiche. Un evento que causa una impresión emocional significativa quizás lleve a la asociación entre ese evento y la excitación sexual. No obstante, una vez más, son suposiciones sin una validez demostrada.
¿En qué momento esta conducta evidencia un problema?
Llegados a este punto, no podemos dejar de lado una idea. La conducta fetichista es una manera más de entender, vivir y expresar la sexualidad; de forma respetuosa y consensuada, es una dinámica tan saludable como cualquier otra. Ahora bien, es inevitable que te preguntes en qué momento esto puede volverse patológico.
Hay una serie de indicadores para comprender si sorteas ese límite complejo y, sobre todo, causante de malestar psicológico. Los mismos responden al DSM-V y al trastorno parafílico y se trata de los siguientes:
- Duración: los pensamientos, fantasías o comportamientos fetichistas deben ser persistentes y recurrentes durante al menos seis meses.
- Fijación: ya se presentan claras dificultades para excitarte y encontrar placer sin la presencia del objeto o situación vinculada al fetichismo.
- Malestar social y relacional: experimentas un desgaste en tu relación de pareja, ya que esta se siente insatisfecha o excluida. Esto, además, impacta en tu trabajo y en diversas áreas del día a día.
- Compulsión: la conducta fetichista se ha convertido casi en una obsesión. Te cuesta pensar en otras cosas, pero sabes que esta dinámica no es funcional y que tu vida se deteriora. Al mismo tiempo, la vergüenza, la culpa y la soledad te carcomen y pesan en exceso en tu mente.
- Peligro para ti o los demás: en algunos casos, las inclinaciones fetichistas pueden derivar en comportamientos peligrosos, poco éticos o incluso ilegales. Esto es algo que nunca debe sortearse y, en caso de creer que caerás en esta tendencia, no dudes en pedir ayuda especializada.
El fetichismo, un ejercicio de autoconocimiento
No te sorprenderá saber que muchas personas utilizan su fetiche para mejorar la vida sexual en pareja. La comunicación sincera y expresarle al otro cuáles son tus fantasías y deseos eróticos puede actuar de maravilloso incentivo relacional. Sin embargo, con el fin de que eso suceda, es bueno que te conozcas, que dejes espacio a tus deseos para comprenderlos y expresarlos.
No hay nada patológico o disfuncional en los fetichistas. Buena parte de ellos son personas normales y con vidas plenas. Ten siempre en cuenta que no es fácil controlar lo que despierta en ti el deseo, pero sí puedes regular tus conductas. Es ahí donde reside tu capacidad para disfrutar de manera saludable y consensuada de tus estímulos fetiches.
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