Imagine poder ver a través de su piel y observar sus músculos u órganos en acción. Parece ciencia ficción, pero un grupo de científicos de la Universidad de Stanford logró recientemente que la piel de ratones vivos pareciera transparente, al menos bajo ciertas condiciones de luz.
Este avance ha abierto, sin lugar a dudas, nuevas posibilidades en la investigación biológica y en la obtención de imágenes médicas. ¿Cómo lo han logrado? ¿Podría llegar a hacer invisibles a los seres humanos?
Cuando miramos objetos, la luz se refleja en ellos, lo que permite que nuestros ojos vean formas y colores. Sin embargo, el tejido vivo, como la piel, se comporta de manera diferente porque está compuesto de elementos como agua, proteínas y lípidos (grasas), que desvían la luz en diferentes ángulos. Esto significa que la luz se dispersa por la piel, lo que limita la profundidad con la que podemos ver el interior del cuerpo sin una cirugía invasiva.
Para intentar solucionar este problema, los científicos han desarrollado a lo largo de los años técnicas de obtención de imágenes más sofisticadas, como la microscopía de dos fotones y la fluorescencia de infrarrojo cercano . Pero a menudo requieren sustancias químicas nocivas o solo funcionan en tejido muerto. En cambio, el objetivo ha sido encontrar una forma de lograr la transparencia en organismos vivos de forma segura y reversible.
En el estudio de Stanford, los investigadores recurrieron a una herramienta sorprendente: el colorante alimentario. La tartrazina (también conocida como E102), un colorante alimentario amarillo común que se encuentra en las patatas fritas y los refrescos, tiene una propiedad única: cuando se disuelve en agua y se aplica a los tejidos de la piel, altera la forma en que la luz interactúa con la materia biológica.
Imágenes de órganos internos de ratones
La clave de esto reside en la física de la absorción y refracción de la luz, en concreto en algo llamado “relaciones de Kramers-Kronig” , que describen cómo interactúan los materiales con la luz en diferentes longitudes de onda. La tartrazina se ha utilizado en microscopía durante años como una forma de teñir ciertas partes de la anatomía para hacerlas más visibles, pero nunca se ha utilizado en todo el tejido de animales vivos.
Al añadir tartrazina al agua y aplicarla a los tejidos de ratones vivos anestesiados, los investigadores lograron cambiar el índice de refracción del agua en el tejido, es decir, el grado en que desvía la luz. Esto acercó su índice de refracción al de los lípidos, lo que permitió que la luz atravesara la piel de los ratones con mayor facilidad, haciéndolos parecer transparentes.
Sorprendentemente, los investigadores pudieron ver con un detalle sin precedentes las estructuras profundas del interior de los ratones, como los vasos sanguíneos e incluso las fibras musculares. En un ejemplo, pudieron ver los movimientos de los intestinos en tiempo real a través del abdomen transparente. Este nivel de visibilidad se logró sin ningún efecto dañino aparente para los ratones, incluida la posibilidad de devolver su piel a su estado normal y opaco una vez que se les quitó el tinte.
Este descubrimiento podría ser revolucionario. Imaginemos que se pudiera controlar el funcionamiento de los órganos sin procedimientos invasivos o ver con precisión de dónde se extrae sangre de una vena. También podría allanar el camino para lograr avances en la comprensión de cómo las enfermedades afectan al cuerpo a nivel microscópico.
¿Siguiente parada: invisibilidad?
Por fascinante que parezca todo esto, hacer que los humanos sean completamente invisibles sigue siendo poco probable por varias razones.
En primer lugar, la transparencia lograda en el estudio de Stanford claramente no es una invisibilidad total. Y aunque la tartrazina permite que la luz pase a través de los tejidos, funciona mejor con longitudes de onda específicas de luz, principalmente en las regiones roja e infrarroja del espectro. Esto significa que, en condiciones normales de iluminación, los ratones no son verdaderamente invisibles a simple vista. En cambio, son transparentes bajo un equipo de imágenes específico diseñado para capturar este fenómeno.
En segundo lugar, esta transparencia sólo afecta a los tejidos en los que se ha aplicado el tinte, e incluso en ese caso, está limitada por la profundidad a la que puede penetrar el tinte. Los cuerpos humanos son significativamente más complejos y la piel mucho más gruesa que la de los ratones. Hacer que un ser humano entero sea transparente requeriría un nivel diferente de aplicación y tecnología.
Por un lado, la luz se comporta de manera diferente cuando atraviesa grandes volúmenes de tejido. Además, incluso si pudiéramos ampliar la tecnología, lograr una transparencia total del cuerpo implicaría desafíos importantes, como garantizar que el tinte llegue a todas las partes del cuerpo de manera uniforme sin causar daños. La tartrazina se puede consumir sin problemas dentro de los límites diarios, pero puede causar efectos secundarios, reacciones alérgicas y, en grandes dosis, hay datos contradictorios sobre sus efectos tóxicos en las células o la posibilidad de causar mutaciones genéticas.
Además, el efecto de transparencia funciona modificando el modo en que la luz interactúa con los tejidos biológicos, pero no aborda el problema de la absorción de luz por otros componentes del cuerpo, como los huesos, que son más densos y probablemente requerirían métodos diferentes para volverse transparentes.
¿Es posible entonces la invisibilidad humana? No en la forma en que la vemos en las películas, pero es posible que en el futuro veamos nuevos avances que amplíen los límites de lo que es posible con la transparencia en los organismos vivos.
https://theconversation.com/scientists-have-figured-out-how-to-see-through-mice-could-humans-be-next-239971
¿Por qué los jóvenes ya no se sacan el carnet de conducir a los 18 como se hacía antes?
Distintos factores han hecho que los jóvenes decidan retrasar el momento para sacarse el carnet de conducir
De jóvenes, es frecuente soñar con ser adulto. Al crecer, el anhelo se vuelve a la inversa: todo adulto quiere volver a ser un niño. En la primera de estas etapas, hace tan solo unos años, todo adolescente esperaba a cumplir los 18 años para poder obtener el carnet de conducir. Ahora, la tendencia parece haber cambiado. Estudios observan cómo el comportamiento de los jóvenes varía, y lo que antes era uno de los mayores objetivos de los adolescentes al cumplir la mayoría de edad ya no lo es.
Tal y como informa la Dirección General de Tráfico -DGT-, los cambios son notables. En el año 1980, el porcentaje de jóvenes de entre 18 y 29 años que estudiaban y conseguían sacarse el permiso de conducción ascendía al 78%. Esta cifra aumentaba en el año 2000, donde el 88% de los nuevos conductores se encontraba en esta franja de edad. Aún así, en 2019 la tendencia cambiaba: los jóvenes que optaban por obtener la licencia se reducían al 68%.
Son muchas las variables que pueden influir en el cambio de tendencia, pero una de ellas es clara: el poder adquisitivo de las familias españolas ha bajado en los últimos años, mientras que el precio de los vehículos, ha aumentado. A pesar de que algunos datos hablan de crecimiento económico y de una evolución positiva del Producto Interior Bruto -PIB-, la inflación ha hecho que la realidad para los núcleos familiares y convivientes sea muy distinta.
Subidas salariales imperceptibles
Si bien es cierto que en los últimos años sí ha habido subidas salariales, la inflación y el costoso nivel de vida actual hace que las familias no perciban ninguna mejora ni beneficio. La imposibilidad por parte de muchos padres de ayudar a sus hijos en el proceso de adquirir el carnet de conducir, sumado a los precios actuales de los vehículos, hace que muchos jóvenes deban esperar unos años y ahorrar para poder afrontar estos gastos.
Asimismo, obtener el permiso de conducción es caro. En función de las necesidades del estudiante, los precios podrán fluctuar entre una horquilla de precios que, normalmente, no baja de 700 euros. A partir de esta cantidad, la pericia del pupilo serán claves, llegando a alcanzarse en muchos casos los 1.500 euros. En este proceso se deben tener en cuenta distintos gastos:
- Matriculación en la autoescuela
- Tasas a pagar a la Dirección General de Tráfico (DGT)
- Clases prácticas
- Certificado médico
Algunas comunidades ofrecen ayudas económicas para distintos colectivos, como aquellos que buscan obtener el carnet de conductor profesional, los que no reciben el salario mínimo interprofesional o mujeres que cumplen con ciertos requisitos para favorecer su movilidad.
Las Zonas de Bajas Emisiones no ayudan
El aumento de la concienciación sobre el cuidado del medio ambiente ha hecho que distintos ayuntamientos y ciudades apuesten por la peatonalización de numerosas calles, creación de zonas verdes y, sobre todo, instauración de Zonas de Bajas Emisiones. Esto ha hecho que la circulación de vehículos más antiguos alimentados por combustible tradicional se vean cada vez más limitados. Destinados a desaparecer, miles de conductores han tenido que comprar nuevos vehículos que se adapten a la nueva realidad, con el consiguiente gasto que esto conlleva.
Aunque muchos han podido sumarse a la ola, otros tantos no han podido hacerlo. Los coches híbridos y eléctricos son costosos, y miles de conductores se resisten a dar el salto. La imposibilidad de pagarlos, sumada a la necesidad de la carga de sus baterías -en puntos de carga insuficientes en toda España- no suponen más que pegas e inconvenientes.
Paro juvenil y mejora del transporte público
El pasado mes de agosto, el desempleo entre los jóvenes menores de 25 años ascendía a 2.186 personas (1,25%) respecto al mes anterior, y se situaba en un total de 177.112 personas. Los bajos salarios, sumados a la tasa de paro y la imposibilidad por parte de miles de jóvenes sobrecualificados de acceder a un puesto de trabajo digno hace que el carnet de conducir pase a un segundo plano, sobre todo entre aquellos que viven en grandes ciudades como Madrid o zonas bien comunicadas.
La mejora de la red de transporte público es uno de los factores más importantes. En ciudades como Madrid, tener un coche puede suponer más problemas que ventajas. Daniel, estudiante de Farmacia en la Universidad Complutense de Madrid, opta por acudir a clase desde la sierra cada día. «Moverme en autobús o tren me resulta más barato y más cómodo», explica el universitario.
La imposibilidad para estacionar, además de los altos precios del combustible, plantean el debate de qué es más interesante: moverse de forma individual o utilizar el transporte público. Las líneas de autobuses urbanos e interurbanos han aumentado, al igual que lo han hecho redes como la de Metro. Lo mismo ocurre con servicios como el de Ave -capaz de conectar numerosas zonas de España en tan solo unas horas- y líneas ‘lowcost’ como Ouigo.
https://www.vozpopuli.com/espana/por-que-jovenes-carnet-de-conducir-18-sd.html