Candela Sol Silva.- La familia es la unidad fundamental de la sociedad. Es en el hogar donde se transmiten valores y tradiciones, donde se comparten responsabilidades y donde se forjan los cimientos de una comunidad.
Es en este entorno seguro y afectuoso es donde se desarrollan las habilidades sociales, donde se forja el respeto y se establecen vínculos que perduran a lo largo del tiempo; vínculos que nos sostienen en los momentos más difíciles y nos impulsan en nuestra búsqueda de realización personal y emocional.
La familia también juega un papel educativo primordial, en colaboración con la escuela. Ambas instituciones deben trabajar en armonía para el desarrollo integral de los individuos, así como el aprendizaje en la convivencia con la comunidad.
Sin embargo, el marxismo planteó la necesidad de destruir esta institución como requisito para la construcción de la sociedad comunista, ya que la familia constituía “una estructura fundamental para mantener la injusticia económica a través del Estado burgués”.
El teórico comunista revolucionario, Friedrich Engels, escribió “El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado”, en el cual desarrolla la tesis de que la misma no es más que una estructura constituida por esclavos y generada a través de la historia para mantener la propiedad privada y la naturaleza clasista del Estado.
Alexandra Kollontai, Comisaria del Pueblo de Bienestar Social del gobierno de Lenin, afirmaba: “La familia es una estructura obsoleta una vez que el Estado ha asumido las tareas de criar a los hijos. Una vez que el trabajo doméstico fuese transferido para el dominio del trabajo asalariado, nada restaría de la familia más que un lazo psicológico”.
Pero los comunistas no fueron los únicos que deseaban la destrucción del núcleo familiar. También hubo ultra capitalistas con las mismas intenciones.
Aaron Russo fue un famoso cineasta, amigo de Nicholas Rockefeller. Nicholas Rockefeller es miembro del Council on Foreign Relations y ha participado en el Foro Económico Mundial, entre muchas otras cosas. En 2009 el periodista Alex Jones realizó el documental “Reflections and Warnings: An Interview with Aaron Russo”. En ese documental, Russo detalla una conversación que tuvo con Nicholas Rockefeller, en la cual el magnate le hizo la siguiente pregunta: “¿De qué crees que se trató la liberación femenina?”, a lo que Russo respondió: “Pienso que las mujeres tienen derecho a trabajar, obtener un pago igual al hombre, así como quieren el derecho a votar”. Luego de esa respuesta, entre risas Rockefeller le contestó: “Eres un idiota. Nosotros los Rockefeller financiamos eso y hay dos razones principales: una de ellas es que logramos poner impuestos a la mitad de la población y la segunda razón es que ahora tenemos a los niños en la escuela a una edad temprana, podemos adoctrinarlos a cómo pensar, lo que debería destruir su familia. Los niños ahora buscan al Estado como la familia, no a los padres”.
El feminismo radical, la ideología de género, el aborto, el suicidio asistido, la proliferación de las drogas y la persecución de los valores cristianos son algunas de las cosas que más han dañado a las familias en los últimos tiempos.
Además, también existe una determinante relación entre el ausentismo paterno y la criminalidad juvenil. Dos economistas de la Universidad de California, Llad Phillips y William Comanor, basados en el reporte realizado anualmente por el Center for Human Resources (Ohio State University), han estudiado a más de 15 mil adolescentes y han encontrado una importante asociación estadística entre la ausencia del padre y la delincuencia y violencia juvenil: el riesgo de actividad criminal en la adolescencia se duplica para varones criados sin una figura paterna.
Todo estuvo planificado para crear una generación de niños fácilmente manipulables. Niños llenos de confusiones y angustias, muchos de los cuales terminan en las adicciones, en la marginalidad e inclusive en la delincuencia.
La reconstrucción de los valores familiares deberá ser una de las prioridades de los partidos conservadores. Es un pilar fundamental si se pretende cultivar un futuro con generaciones fuertes. Una generación de patriotas, orgullosa de su historia y de sus raíces. Una generación con objetivos claros con un destino de grandeza.