Cuando se aplicó el cambio de hora se hizo con el objetivo de aprovechar las horas de luz natural en los momentos de mayor actividad. En otoño e invierno anochece antes, por lo que conviene adelantar las manecillas del reloj; mientras que en primavera y verano pasa justo al contrario. De este modo, no pasamos tanto tiempo usando iluminación artificial y ahorramos en calefacción.

La medida es criticada por muchos que no terminan de verla factible. Estos ponen de ejemplo otros países que no cambian la hora y las ventajas que podrían suponer para España dejar de hacerlo, ya que consideran que el aprovechamiento energético no es excusa suficiente.

¿Qué países no hacen el cambio de hora?

Lo cierto es que Europa es el continente en el que más se pone en práctica esta modificación de horarios. Los únicos que se salen de la norma son Bilorrusia y Turquía desde hace años. Estos mantienen el horario de invierno, como lo empezó a hacer Rusia en 2011. Por su parte, Islandia abandonó el cambio horario hace ya más de medio siglo.

Dentro de América, los países del centro no necesitan cambiar la hora. Como ya hemos dicho, el principal motivo es aprovechar al máximo las horas de luz solar y la zona cercana al ecuador no experimentan tantos problemas. Países como Aruba, Belice, Costa Rica, Honduras, Guatemala, Jamaica, Panamá o El Salvador mantienen siempre el horario de invierno.

Por su parte, si nos vamos a la parte de América del Sur, Argentina y Uruguay dejaron de cambiar las manecillas del reloj hace tiempo. También tenemos el caso particular de Brasil, con zonas en las que sí que siguen empleando el horario de verano y otras que no. Las que le dan uso son las regiones del sur, sudeste y centro-oeste.

Si nos vamos al norte del continente americano, destaca Estados Unidos, que lo hace en fechas diferentes a las que utilizamos en Europa. Además, hay algunas excepciones, como Huawái o la mayor parte de Arizona que no tienen horario de verano. En México sí que cambian de hora, a excepción de Sonora; y en Canadá pasa lo mismo con Saskatchewan.

En Asia, ya hemos hablado de Rusia (porque una pequeña parte de su territorio está en Europa). Pero también tenemos el caso de China y Japón, que hacían el cambio y, ahora, mantienen el horario de invierno. Por su parte, países de Oriente Próximo, como Irán, Israel o Líbano, apuestan por el horario de verano.

Si bajamos a Oceanía, no se estilan tanto los cambios de hora. El único país en implementarlo a medias es Australia. Solo la mitad del país más grande de este continente modifica el horario. En concreto, lo hacen en Nueva Gales del Sur, la zona de la Capital Australiana, Victoria, Australia Meridional y Tasmania. Donde no hay modificaciones es en la parte Occidental, Queensland y en el área del norte.

Por África, solo Marruecos y parte del Sáhara Occidental usan el horario de invierno y verano. El resto del continente africano nunca lo ha utilizado, a excepción de Sudáfrica, que sí que cambiaban las manecillas de los relojes hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, que dejaron de hacerlo.

Ventajas de no cambiar la hora

Como hemos comentado al principio de este artículo, la razón por la que se empezó a hacer el cambio de hora tiene que ver con el aprovechamiento energético. Sin embargo, existen territorios en los que esta medida no tenía mucho sentido y terminó por desecharse. En España, lo cierto es que viene bien para ganar más horas de luz solar en los momentos de mayor actividad. Pero no todo el mundo aboga por mantenerlo en España y considera que es mejor quitarlo.

Desde hace muchos años, se rumorea que Europa se plantea la eliminación del cambio horario estacional y no es una fake news del todo. La Comisión Europea abordó quitar esta medida por sus consecuencias negativas en la salud, apoyándose en la opinión de expertos cronobiólogos.

Según la cronobiología, los cambios de horario afectan a nuestros ritmos biológicos. Al modificar la hora, también cambia la rutina a la que nos habíamos amoldado. Los expertos explican que los problemas más importantes se ven a largo plazo, como el insomnio, que puede traducirse en enfermedades como la hipertensión, obesidad y diabetes tipo dos. Además, el déficit crónico de sueño también se relaciona con el Alzheimer o el Parkinson.

Los cambios de horarios también pueden ocasionar accidentes hasta que nos habituamos a la nueva rutina. Parte de la población tarda en acostumbrarse y tiende a estar más cansada durante los primeros días. Esto puede derivar en más accidentes de tráfico, domésticos o de otro tipo, por ejemplo. Tampoco ayuda a la productividad escolar, en casa o en el trabajo.