¿Una comunidad sufí tendrá a su cuidado un microestado independiente al interior de los Balcanes?
El pasado mes de septiembre 2024, el mundo quedó perplejo por el anuncio del Primer Ministro de Albania, Edi Rama, durante su intervención en la VXXIX Asamblea General de las Naciones Unidas, sobre la creación del nuevo Estado Soberano de la Orden Bektashi, un enclave dentro de Tirana que, a partir de ahora, contará con autonomía y carácter diplomático.
Esta decisión ha incomodado a parte del mundo Occidental, sobre todo a quienes promueven una sociedad cada vez más laica o una agenda islamófoba, por ser este el nacimiento de una segunda teocracia en Europa, definida en medios de comunicación como un nuevo Vaticano musulmán que, además, elevaría como Jefe de Estado al líder religioso sufí Baba Mondi.
La nueva institución gubernamental y diplomática de la Orden Bektashi en el corazón albanés, al sur del Viejo Continente, se unirá a otros microestados como la República de San Marino, el Principado de Mónaco o el Estado de la Santa Sede, convirtiéndose en el más pequeño del planeta. Su territorio representa apenas una cuarta parte de la Ciudad del Vaticano, diez hectáreas que, sin embargo, tendrán sus propias fronteras y una administración que emitirá pasaportes.
¿Pero de verdad esta noticia es como para que pongan el grito en el cielo quienes insisten que al Cesar lo que es del Cesar, y a Dios lo que es de Dios, o temen que en Mediterráneo vuelva a tomar el poder el Islam, ahora desde una miniversión de Irán o de Arabia Saudita?
Haxhi Dede Edmond Brahimaj o Baba Mondi ha aclarado el porqué de esta independencia, además de explicar, entre otros detalles, que la ciudadanía en el nuevo estado estará restringida a clérigos y administradores, de manera más o menos análoga al Vaticano católico:
El reconocimiento de la soberanía es un momento transformador para la Orden Bektashi. Nos permitirá proteger y avanzar en nuestra misión espiritual de promover la paz, la tolerancia y el amor por la humanidad. Para nuestros seguidores, no se trata de poder político o adquisición de tierras, sino de solidificar la misión de moderación espiritual de la Orden Bektashi y proteger nuestras prácticas religiosas. Albania ha sido históricamente un faro de coexistencia religiosa, y este paso es un testimonio de la naturaleza progresista del gobierno albanés bajo el liderazgo del Primer Ministro Edi Rama, quien reconoció la importancia de otorgarnos el espacio para continuar promoviendo la paz.
Si bien nos estamos convirtiendo en un estado soberano, nuestro enfoque es enteramente espiritual, no político. Buscamos la libertad de continuar nuestra tradición centenaria de moderación espiritual e inclusión religiosa. La Orden Bektashi siempre ha sido una voz de moderación dentro del Islam. Con nuestra soberanía recientemente reconocida, estamos en una posición más fuerte para contrarrestar las ideologías radicales que han plagado no solo al mundo musulmán, sino a las comunidades globales. Participaremos activamente en la cooperación interreligiosa, ampliaremos los programas educativos y fomentaremos intercambios culturales que promuevan la tolerancia y la coexistencia pacífica.
Los bektashis comparten con el resto de ordenes o “tariqas” sufíes la necesidad de una guía espiritual, denominado “baba” en la estructura clerical propia del bektashismo, así como la doctrina de las cuatro instancias o los cuatro estadios espirituales: “Sharia”, las leyes sagradas y exotéricas, “Tariqat”, la interpretación esotérica, “Haqiqat”, la mística de la realidad divina, y “Marifet”, el conocimiento secreto sobre la unicidad. El sufismo comparte con el chiísmo su reverencia por la familia del Profeta, los doce Imanes y la concurrida festividad de “Ashura” que conmemora la batalla de Karbala. Se le puede considerar una suerte de “panenteísmo” islámico: no eres Allah, la gota no es el mar, pero Allah es lo único que es, el mar es el agua, «La ilaha illallah». También se dice «Haq-Muhammad-Ali», la Verdad, uno de los nombres divinos, el Profeta, la ciudad del conocimiento, y su yerno Alí, la puerta.
La historia de la Orden Bektashi se remonta al siglo XIII, dentro del Imperio Otomano. Sin embargo, hace casi un siglo su sede se trasladó a la capital de Albania debido a su prohibición en la nueva y laica República de Turquía del Presidente Mustafa Kemal Ataturk. Dicho esto, el bektashismo, al igual que muchas corrientes sufíes, no reza de manera particularmente escrupulosa y no necesariamente mirando a la Meca, además de no dar tanto énfasis a las practicas externas. Siendo una expresión del Islam muy tolerante, permite el consumo de alcohol, incluso algunos pueblos albaneses elaboran su propio brandy, no obliga a las mujeres a usar “hiyab” o velo, y admite también distintos estilos de vida. En palabras de la historiadora Sara Kuehn:
Las enseñanzas del bektashismo se basan en una distinción entre niveles exotéricos y esotéricos de pensamiento. Las apariencias externas en el mundo material, “zahir”, tienen otros significados en el reino espiritual que pueden descifrarse por referencia a las enseñanzas esotéricas, “batin”, que se revelan solo a un círculo cerrado de iniciados. La dimensión discursiva, orgánicamente interrelacionada, entre lo visible y lo oculto en las enseñanzas religiosas nos permite descifrar una serie de capas dentro del discurso simbólico evidente en la cultura material bektashi albanesa. Al mismo tiempo, veremos que la simultaneidad de zahir y batin desempeña un papel importante en sus compromisos religioso-políticos para dar cabida a múltiples intereses y puntos de vista.
El centro de este nuevo gobierno será la sala de recepción de la orden Bektashi, en el recinto de su Sede Mundial o “Kryegjyshata”, dominada por cuatro grandes pinturas al óleo que expresan sus ideas e ideales fundamentales, y recuentan sus alianzas religiosas y políticas.
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