Un experto mundial en software de reconstrucción facial afirma que Sábana Santa de Turín es un tampón realizado con tinte bermellón
Un artista 3d dice que la síndone es un tampón
La Sábana Santa de Turín, una de las reliquias más icónicas y controvertidas del cristianismo, vuelve a convertirse el centro de atención. En esta ocasión, por el estudio de Cicero Moraes, un diseñador 3D de origen brasileño que, a través de programas de código abierto como InVesalius o Blender, se ha convertido en una referencia en el campo de la reconstrucción facial forense en su país. Moraes plantea que la tenue imagen del lienzo conservado en Turín no podría haberse generado envolviendo el cuerpo de un hombre y sugiere que, en realidad, se trata de una obra de arte creada para inspirar a los fieles. Los análisis digitales tridimensionales realizados con software de simulación demuestran que un cuerpo humano envuelto en tela produciría una imagen distorsionada y más gruesa, algo muy diferente a lo que muestra el sudario. ¿Podemos considerar este nuevo estudio como la última palabra sobre la autenticidad de la reliquia?
La prueba de simulación digital: ¿irrefutable o cuestionable?
Según su modelo, si el lienzo hubiera envuelto realmente un cuerpo tridimensional, la imagen resultante de la Sábana Santa debería aparecer más hinchada y deformada. Como no hay distorsiones, Moraes cree que la imagen habría sido generada por un bajo relieve. Esta prueba, asegura Moraes, es replicable para cualquier persona con conocimientos básicos de estos programas, y el científico la propone como una “prueba de andar por casa” al alcance de cualquier interesado. Los resultados de su estudio están publicados en el repositorio de preimpresiones de Elsevier antes de su revisión por pares.
Sin embargo, el autor no entra en los pormenores de cómo pudo generarse. Asume que las manchas de “sangre” son, en realidad, tinte bermellón. Pero se equivoca.
Los resultados de simulaciones volumétricas pueden aportar datos interesantes, no resuelven cómo se formó la imagen en la tela
La imagen de la síndone no es pintura, ni sangre, es una quemadura que afecta tan solo a la parte más externa de los filamentos. La fotografía no estaba inventada y la cámara oscura para un «negativo en tela» de más de 4 metros hubiera necesitado una nave industrial y una lente para enfocar que no estaban al alcance de ningún artista medieval. Y hablo de «medieval» en la medida que es la datación establecida por la prueba de C-14 (Carbono 14) efectuada en 1988 estableció una horquilla comprendida entre los años 1260 y 1390 de nuestra era.
Aunque los resultados de simulaciones volumétricas pueden aportar datos interesantes, no resuelven cómo se formó la imagen en la tela. Una cuestión que ha sido objeto de debate durante décadas ya que la reliquia parece desafiar cualquier intento de explicación definitiva. Además, el enfoque de Moraes se centra en una reconstrucción digital, un método válido pero dependiente de parámetros específicos que pueden ser interpretados de diversas maneras. De hecho son opuestos a los que, en su día, obtuvo del análisis tridimensional.
En efecto, usando las ideas de la ciencia aeroespacial para construir modelos tridimensionales a partir de imágenes de Marte, Eric Jumper construyó dispositivos iniciales para probarlos con las fotografías de la Sábana Santa de Turín, el llamado VP-8. Llegó a la conclusión de que la imagen de la síndone era más fuerte cuando más alejada del lienzo estaba, y por tanto, contenía información tridimensional.
Moraes sugiere en su estudio que la Sábana Santa podría tratarse de una obra de arte medieval diseñada para transmitir un mensaje religioso.
No obstante, otros estudios han presentado resultados contradictorios. Un equipo de científicos italianos halló una similitud entre la composición de la tela y muestras de Masada, fortaleza judía del siglo I d.C. Este descubrimiento llevó a algunos a teorizar que la Sábana Santa podría ser tan antigua como la época de Jesús.
Moraes dijo que la imagen que debería aparecer en el sudario sería muy diferente, con el cuero cabelludo y los dedos de los pies extendidos de forma extraña y grandes partes del torso, la ingle y el cuello no capturadas en absoluto.
Dijo que cualquiera podría probarlo en casa pintándose la cara con algún pigmento y envolviéndola en una toalla de papel. La imagen en la toalla aparecerá estirada en un fenómeno conocido como el efecto de la “máscara de Agamenón”, ya que se asemeja al antiguo artefacto.
A lo largo de los años, otros científicos han realizado pruebas y alcanzado conclusiones opuestas, mostrando cómo las reliquias pueden desafiar la metodología científica. La composición química de las manchas, por ejemplo, fue interpretada en 1970 como pigmento de bermellón, mientras que el único estudio científico realizado con la reliquia, el conocido Proyecto STURP (Shroud of Turin Research Project) comprobó que había restos de sangre antigua y que los filamentos estaban quemados, no pintados.
Moraes reconoce que, independientemente de cómo se generó la imagen, la reliquia transmite un mensaje religioso potente.
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