En el vasto y misterioso universo, los objetos como los agujeros negros representan una de las entidades más fascinantes y complejas de estudiar. Ahora, una nueva teoría propone que la materia oscura podría estar formada por agujeros negros primordiales que se crearon poco después del Big Bang, debido a la extrema densidad, los cuales podrían explicar los efectos gravitacionales atribuidos a la materia oscura.
¿Qué son los agujeros negros primordiales? Explicación al origen del universo
Los agujeros negros primordiales fueron teorizados por primera vez en la década de 1970, pero la idea ha ganado un renovado interés en los últimos años debido a que las teorías de materia oscura basadas en partículas aún no han producido resultados.
A diferencia de los agujeros negros formados a partir del colapso de estrellas, los agujeros negros primordiales se habrían originado en regiones densas de gas en el Universo primitivo, inmediatamente después del Big Bang. Estos objetos, a pesar de ser de tamaño microscópico (algunos tan pequeños como un átomo), tendrían enormes cantidades de masa comparable a la de un asteroide.
Si estos agujeros negros existen, se habrían dispersado por el Universo a medida que este se expandía y se enfriaba. Aunque su masa sería pequeña a escala cósmica, su atracción gravitatoria podría ser lo suficientemente fuerte como para explicar los efectos atribuidos a la materia oscura. Estos agujeros negros podrían ocasionalmente pasar a través de nuestro sistema solar y, al hacerlo, influir sutilmente en las órbitas de los planetas.
Al simular el paso de un agujero negro con la masa de un asteroide cerca de Marte, descubrieron que un encuentro de ese tipo podría causar una pequeña desviación en la órbita del planeta de un metro, medible en el transcurso de varios años.
Agujero negro en el universo que parece un dragón y expulsa chorros de plasma magnetizado
Los astrónomos han descubierto un agujero negro denominado Porfirión, que emite energía en chorros más largos que el ancho de 140 galaxias de la Vía Láctea. Dos chorros, que se lanzan en direcciones opuestas, componen el rayo más grande jamás visto en el cielo: unas 140 veces más largo que el ancho de nuestra galaxia, la Vía Láctea, y más de 10 veces la distancia entre la Tierra y Andrómeda, la gran galaxia espiral más cercana.
Observaciones posteriores con telescopios ópticos rastrearon la erupción hasta una galaxia a 7.500 millones de años luz de distancia que existía cuando el universo tenía menos de la mitad de su edad actual de 14.000 millones de años. En el centro de esa galaxia había un agujero negro que arrojaba energía equivalente a la de más de un billón de estrellas.
En la época de Porfirión, esta red cósmica tenía la mitad del tamaño que tiene ahora; esos chorros habrían sido lo suficientemente grandes como para afectar a la red en su conjunto, impactando profundamente en los vacíos y depositando allí energía y calor.
Así es el proceso para detectar agujeros negros, un nuevo camino para la investigación de la materia oscura
Para detectar los agujeros negros primordiales, proponen métodos similares a los utilizados para estudiar los neutrinos, como la instalación de detectores especializados que podrían identificar señales de su paso por la Tierra u otros cuerpos celestes.
Aunque la probabilidad de detectarlos todavía se considera baja, el éxito en esta investigación podría abrir nuevas fronteras en la física y la astronomía, ofreciendo respuestas a algunas de las preguntas más profundas sobre la naturaleza del universo y su evolución primordial.
El posible descubrimiento de agujeros negros primordiales marcaría un gran avance en la búsqueda de materia oscura. Al ofrecer una explicación plausible de los efectos gravitacionales observados en las galaxias y otras estructuras cósmicas, estos diminutos agujeros negros podrían resolver uno de los mayores enigmas de la física.
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