Un grupo de científicos de renombre sugiere que la vida podría prosperar en entornos espaciales hostiles sin necesidad de anclarse a planetas similares a la Tierra. Este nuevo enfoque, liderado por el Dr. Robin Wordsworth de la Universidad de Harvard y el Dr. Charles Cockell de la Universidad de Edimburgo, abre la puerta a la existencia de civilizaciones autónomas que flotan en el espacio, operando dentro de hábitats autosustentables. El estudio, publicado en arXiv y próximo a aparecer en Astrobiology, desafía las ideas convencionales sobre la habitabilidad en el cosmos y propone un panorama de posibilidades intrigantes.
Wordsworth y Cockell cuestionan nuestras nociones de habitabilidad al considerar que la vida puede desarrollarse en entornos distintos a los planetarios. A esto lo llaman «pensar fuera de la caja». Hasta ahora, la búsqueda de vida extraterrestre se ha centrado en planetas con características similares a las de la Tierra, es decir: presencia de agua líquida, atmósferas estables y temperaturas moderadas. Sin embargo, los investigadores postulan que formas de vida biológicamente complejas o incluso simples podrían prosperar en estructuras que se autorregulen y mantengan condiciones vitales sin necesidad de la gravedad planetaria. Esto implica que hábitats biológicos podrían existir libremente en el espacio, incluso orbitando estrellas distantes y soportando temperaturas extremas y altos niveles de radiación.
Sabemos que la gravedad es necesaria para retener el agua líquida y la estabilizar la temperatura pero estos elementos, por ejemplo, no resultanb tan necesarios o esenciales para los organismos fotosintéticos.
Los organismos extraterrestres de hábitats vivos podrían ser mucho más simples que los humanos y requerirían menos recursos para sobrevivir
De acuerdo con el estudio, estos hábitats autosustentables tendrían la capacidad de retener gases esenciales, bloquear los rayos ultravioletas y gestionar la entrada de luz. Los científicos comparan estas estructuras con biopolímeros que regulan sus entornos internos, de manera similar a los ecosistemas en la Tierra. En la Estación Espacial Internacional (ISS), los astronautas ya representan un modelo de vida que se sostiene en el espacio, aunque dependan en gran medida de recursos provenientes de la Tierra. Sin embargo, para Wordsworth y Cockell, los organismos extraterrestres que existieran en estos hábitats vivos podrían ser mucho más simples que los humanos y requerirían menos recursos para su supervivencia.
La investigación plantea una cuestión crucial: ¿cuán compleja debe ser una forma de vida para sostenerse en entornos inhóspitos? Si organismos terrestres como los tardígrados pueden sobrevivir en el vacío espacial, parece lógico que la vida extraterrestre podría desarrollarse en condiciones que hasta ahora consideraríamos imposibles. Los hábitats autosostenibles podrían ser clave para identificar nuevas biofirmas, aunque estas sean diferentes a las que conocemos en la Tierra.
Este enfoque también podría revolucionar los futuros planes de la humanidad para conquistar el espacio profundo. Hasta ahora, los proyectos de exploración espacial se han centrado en la terraformación de planetas para replicar condiciones terrestres. Pero los investigadores sugieren que estructuras biológicas autosustentables podrían permitirnos habitar lugares inexplorados sin modificar el ambiente externo. Así, en lugar de depender de la gravitación y atmósfera planetarias, los humanos podrían crear hábitats nómadas que vaguen por el espacio, autorregulándose y protegiendo a sus habitantes de la radiación y el vacío.
El universo podría estar lleno de civilizaciones que vivan en hábitats autosustentables y nómadas
Una visión revolucionaria: el universo como hogar
Esta visión futurista resalta la posibilidad de que el universo pueda estar lleno de civilizaciones que vivan en hábitats autosustentables y nómadas. Tal y como señalan Wordsworth y Cockell, las limitaciones de nuestra biología y de nuestra visión tradicional han restringido la búsqueda de vida extraterrestre a planetas que se parezcan a la Tierra. Pero aceptar la posibilidad de estos hábitats vivos abre nuevas puertas para la astrobiología, expandiendo los horizontes de lo que entendemos por «vida» y «hogar» en el vasto universo.
Este revolucionario estudio nos invita a replantearnos nuestras ideas sobre la vida extraterrestre y a explorar nuevas fronteras en la búsqueda de civilizaciones en el cosmos. Y aunque la evidencia tangible aún esté por descubrir, esta propuesta nos lleva a preguntarnos si será posible que, en algún rincón del espacio, otras formas de vida prosperen en hábitats vivos y autosustentables. Solo el tiempo y la ciencia tendrán la última palabra.
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