No eran conscientes, pero estaban cambiando el mundo.

Casi uno de cada cinco trabajadores españoles está empleado en ocupaciones que tienen un fuerte componente verde, según datos publicados este verano que se sitúan a España en los medios de la OCDE.

A veces sin ser muy conscientes de ello, estas personas están contribuyendo a transformar el planeta hacia modelos productivos más sostenibles y respetuosos con el medio ambiente. Y no solo eso, sino que están sentando las bases de un nuevo modelo productivo en el que España está llamada a ser uno de los países con liderazgo y fuerza internacional.

Las cifras son frías, a veces gélidas. Las miramos con distancia e impavidez. Las representamos en tablas o las colocamos en titulares sin reparar en los rostros, los esfuerzos y las historias que tienen detrás.

En Harmon trabajamos muchos periodistas que, entre otras cosas, ayudamos a empresas a contar lo que hacen. Pero lo hacemos, desde que nacimos, con el afán de que, a la vez que hacemos nuestro trabajo, ayudamos a transformar el mundo. Nosotros somos así.

Por eso nos planteamos poner el foco en 18 historias de personas que, con su trabajo, están contribuyendo, en mayor o menor medida, a transformar el entorno que nos rodea. Proceden de ocho comunidades diferentes. Son hombres y mujeres, jóvenes y no tan jóvenes, con puestos más altos y bajos en el escalafón, de ciudades y de pueblos.

Lydia, desde Vitoria, se dedica a prolongar la extensión de la vida útil de los aerogeneradores

Geles es «muy de Ágreda» y después de toda una vida trabajando en el sector de la automoción, cada mañana va andando a su fábrica a cablear aerogeneradores. Rubén, también en Soria, los ha montado durante mucho tiempo para otra empresa, aunque ahora es ya supervisor de tres de los parques de la provincia.

Marta, que vive en Madrid, dirige un equipo de 100 personas que aseguran que los parques eólicos funcionan correctamente . Lydia, desde Vitoria, se dedica a prolongar la extensión de la vida útil de los aerogeneradores. Y Vanessa, en la Universidad de Burgos, trabaja en un método para reciclar las palas de los aerogeneradores, el residuo más difícil de reciclar.

Carlos es arquitecto y ha encontrado una oportunidad profesional en diseño de casas pasivas de consumo cero. Enrique, de Bilbao, ha creado una empresa que reforma la cubierta de los edificios para que sean más eficientes. Y Manuel, que se quedó sin trabajo con la crisis, ha encontrado en la instalación de paneles solares un nuevo camino profesional.

La energía fotovoltaica le ha dado también segundas oportunidades a José Luis y Millán, que trabajaban en centrales nucleares y de carbón. Ahora José Luis es jefe de obra y Millán se ha podido quedar en Andorra, donde vivía, y evolucionar dentro de su empresa. Y los paneles, en este caso híbridos, son la tecnología que ha llevado a un emprendedor aragonés, Alejandro, hasta la lista Forbes.

Lejos de Zaragoza, en Villafranca de los Barros (Badajoz), Rocío, diagnosticada con esclerosis múltiple, ha encontrado en el reciclaje, entre otros materiales, de placas solares, una oportunidad laboral en La Hormiga Verde, un centro especial de empleo.

Carlos es arquitecto y ha encontrado una oportunidad profesional en diseño de casas pasivas de consumo cero.

También Fernando, Arancha y Elena están contribuyendo con su trabajo a que nos movamos de forma diferente y más sostenible.

Desde Dos Hermanas, Fernando, trabaja en una empresa 100% andaluza que quiere que el reparto de paquetería se haga con triciclos eléctricos. Desde Madrid, Arantxa coordina las Vías Verdes que han reconvertido vías de tren inutilizadas en senderos. Y, desde Ampuero (Cantabria), Elena controla la calidad de una pieza esencial en el «cerebro» de los coches eléctricos.

Otros dos jóvenes, Joaquín o Ane, completan los 18 perfiles. Joaquín, en Madrid, empezó como mozo de almacén y ahora se dedica, entre otras cosas, a formar a profesionales y jóvenes sobre inversores que transforman la energía. Y Ane está trabajando en Bilbao en un proyecto para analizar las posibilidades que supone la energía eólica marina.

Todos ellos son el mejor ejemplo de un modelo productivo que coge fuerza poco a poco. Del potencial económico, laboral y social que el empleo verde, que representa ya el 10% del empleo total de nuestro país. Liderar la transición hacia fuertes de energía renovable, hacia modos de transporte sostenibles o hacia viviendas energéticamente eficientes nos hará más fuertes como país y como sociedad.

Es el momento de apostar por ello, de darle visibilidad, de contar historias como las de Geles, Enrique, Vanessa o Joaquín. De advertir que la necesidad de cuidar la calidad del empleo verde o de llamar la atención sobre que este nuevo modelo productivo crece ya con una brecha de género (los hombres tienen hoy más probabilidades que las mujeres de trabajar en ocupaciones con impacto ambiental), aunque sea ​​una de las más pequeñas de la OCDE.

El cable que ayer colocó Geles. El plano de la última casa de Carlos. Las placas que instala cada día Manuel. Los aerogeneradores que supervisa Rubén. Los materiales que recoge Rocío y que luego se reciclan. Los edificios que rehabilitan Enrique. Los coches eléctricos que prueba Diego y que seguro que llevan alguna pieza revisada por Elena.

Por separado forman parte de la rutina, del trabajo y de la vida cotidiana de todos ellos. Juntos, sin embargo, nos ayudan a entender cómo la suma de lo que cada uno de nosotros hacemos en nuestro día a día está ayudando a transformar el mundo.

Quizás no seamos del todo conscientes. Pero lo estamos haciendo. Y tenemos que contarlo.

No eran conscientes, pero estaban cambiando el mundo

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