Militares españoles en el puesto de observación Foxtrot del Ejército afgano. | M. B.
Mònica Bernabé | Moqur (Afganistán)
Actualizado lunes 09/04/2012 12:54 horas
Dos militares españoles con detectores de metales abren la marcha examinando palmo a palmo el sendero. De ellos depende la seguridad de quienes les siguen porque en cualquier lugar puede haber escondido un artefacto explosivo, incluso en aquellos que parecen más seguros. Esos artilugios son la principal arma de los talibán.
Los blindados han quedado a pie de la polvorienta carretera y los militares españoles suben poco a poco la ladera, avanzando con paso firme. El sendero es empinado y está muy embarrado, y los vehículos se quedarían encallados fácilmente si intentaran subir.
En el camino de ascenso los soldados se encuentran con varios pastores afganos que les miran con indiferencia mientras rebaños de ovejas pastan plácidamente en los prados. En esta época del año, las lomas de las montañas de la provincia de Badghis, donde están destinadas el grueso de las tropas españolas en Afganistán, se encuentran cubiertas por un manto verde tan intenso que casi parecen pintadas, como si se tratara de un lienzo. En unas semanas el tapiz verdoso habrá desaparecido y las laderas recuperarán su aspecto desértico.
En lo alto de dos lomas se levantan tres pequeñas fortificaciones construidas con Hescos. Los Hescos son cestos de alambre con forro de molesquina que las tropas internacionales utilizan en Afganistán para construir bases en áreas remotas. Miden ocho pies cúbicos y pueden contener unas 25 toneladas de tierra.
Las tres fortificaciones constituyen un puesto de observación, un OP como se conoce en sus siglas en inglés. Es decir, un puesto de vigilancia situado en un lugar elevado desde donde las fuerzas de seguridad afganas controlan una amplia superficie de territorio para evitar el movimiento de la insurgencia.
Los OP han sido claves para mejorar la seguridad en Badghis. La provincia está plagada de puestos de observación, en total hay 87 de los que 57 están en el distrito de Bala Murghab donde los talibán tienen más fuerza, según explica el teniente coronel Juan Manso, jefe de las OMLT o grupos de asesores españoles de la tercera brigada del Ejército afgano.
Algunos OP se encuentran a tan sólo 200 metros el uno del otro, o como máximo a dos kilómetros de distancia. Se puede decir que no dejan espacio a la insurgencia.
«Pasan aquí dos meses, sin moverse. Y antes era peor, podían estar hasta medio año», comenta el teniente español Urbano Dieguezdesde el OP Foxtrot, en referencia a los soldados afganos que están destinados allí y mientras otros militares españoles toman posiciones en el puesto de observación para garantizar la seguridad. Los OP son lugares especialmente vulnerables. Debido a su altura y exposición, cualquier soldado se puede convertir en blanco.
Eeconocimiento al Ejército afgano
El teniente Dieguez, de 33 años, es uno de los militares españoles que se dedica a asesorar al Ejército afgano y visita con regularidad los puntos de observación del distrito de Muqur donde las tropas afganas vigilan la zona. «Los soldados afganos tienen continuo celo con el armamento. Lo limpian con regularidad», declara destacando la profesionalidad del Ejército afgano. Sin embargo, reconoce que continúa teniendo carencias, como por el ejemplo los suministros. «Intentamos que utilicen su propia cadena logística, porque llegará un día que nosotros no estemos aquí», comenta.
Las condiciones de vida en los OP son muy duras. Los efectivos afganos casi no tienen espacio para dormir y deben estar en alerta continua durante al menos dos meses. Los oficiales españoles hablan de los soldados afganos con especial respeto y reconocimiento, poniéndose en su piel como pocos militares extranjeros de otros países hacen y a pesar de las diferencias culturales que los separan. «Son valientes de verdad y resistentes y duros como pedernales», afirma convencido el teniente coronel Manso. Según dice, cada semana el Ejército afgano tiene una o dos bajas en Badghis.