LA SOCIEDAD DE «LA NIEBLA»….

Escritores de renombre mundial como Alejandro Dumas, George Sand, Gerard de Nerval o Julio Verne estuvieron vinculados a una extraña sociedad secreta conocida como ‘La Niebla’, y cuya existencia parece que transformó silenciosamente la mentalidad y la ideología de millones de personas en todo el mundo.Europa vivió una revolución silenciosa de la que pocos historiadores se han hecho eco, y que llevó a grupos de ese corte a transformar la escena política de países como Escocia e Irlanda, cuyas aspiraciones independentistas fueron sin duda promovidas por iniciados como Yeats, que rebuscaron en el folclore celta tratando de hallar cuántos elementos fueran necesarios para justificar su causa emancipadora.
Algo similar sucedió también en la India donde Gandhi fue profundamente influenciado por los teósofos y donde la propia Annie Besant, que fue una notable activista política antes de convertirse en presidenta de la Sociedad Teosófica, respaldó y en cierta medida promovió que la India se emancipara del Imperio Británico. Pero estas transformaciones, de orden intelectual primero y de cariz político después, tuvieron un especial significado en Francia. Mientras que en Gran Bretaña la Golden Dawn «seducía» con sus ideas a autores como Bram Stoker -autor de Drácula- o Bernard Shaw, en Francia otra sociedad, mucho más desconocida pero igualmente influyente, «atrapaba» en sus filas a artistas tan notables como Delacroix o Poussin, y a novelistas como Alejandro Dumas, George Sand, Gerard de Nerval o Julio Verne. «Fue investigando la vida de Verne -cuenta Michel Lamy, un economista afincado en París y experto en sociedades secretas- como llegué a encontrarme, por primera vez, con una sociedad secreta conocida como ‘la Niebla’ o ‘Sociedad Angélica’ a la que éste estuvo vinculado durante buena parte de su vida. Observando la evolución de las obras de Verne -prosigue Lamy-, vi claramente cómo él fue orientando progresivamente sus novelas hacia temas más propios de grupos como la francmasonería escocesa, la Golden Dawn o los rosacruces, así que deduje que debía estar afiliado a alguna clase de grupo en Francia que le hubiera iniciado en todos esos temas». Hace unos años, Lamy publicaba por primera vez el resultado de sus averiguaciones sobre la Niebla confirmando definitivamente que todas sus sospechas sobre la existencia de este grupo eran acertadas.
Así descubrió que esta sociedad había pasado por diferentes etapas desde que fuera fundada en el siglo XVI por un impresor de Lyon apodado Gryphe, quien (según comenta el esoterista Grasset d’Orcet) tomó su pseudónimo de una antigua sociedad griega llamada ‘Néphès’ (fonéticamente muy similar a Gryphe), y que significa niebla. Ahora bien, ¿por qué Niebla? Lamy se ha formulado esta cuestión en numerosas ocasiones, «y aún no sé bien por qué hipótesis inclinarme -reconoce-. ¿Acaso es porque la niebla es un elemento que representa a lo desconocido? ¿A Dios? ¿A un demiurgo? ¿A Lucifer? ¿Tiene que ver con la nube que invadía la tienda del Arca de la Alianza cuando Dios descendía entre los hebreos? ¿O con esas nieblas misteriosas que presiden la aparición de seres extraños e inquietantes en las novelas de Lovecraft y Merritt? Y en ese caso, ¿cuál fue la influencia exacta que estos seres ejercieron sobre esa sociedad secreta?». Desde un punto de vista estrictamente histórico, y dejando aparte otras consideraciones como las apuntadas por Lamy, parece que la ideología que alimentó la Sociedad de la Niebla fue tomada de la francmasonería y que su objetivo principal -al menos en un principio- fue asimismo el de llegar a conocer a Dios estudiando la naturaleza y sus leyes, tal y como sostienen gnósticos y rosacruces.
Pero hay más: una de sus principales fuentes de inspiración hay que buscarla en una sociedad fundada en el siglo XVIII por Adam Weishaupt y que recibió el nombre de los Iluminados de Baviera. Los Iluminados influyeron tremendamente en la caída del Antiguo Régimen y en el advenimiento de la Revolución Francesa de 1789 y, de hecho, la importancia de su papel histórico sería suficientemente reconocida un siglo más tarde entre los propios novelistas vinculados a La Niebla. George Sand, sin ir más lejos, habla de una ‘Secta de los Invisibles’ en novelas como Consuelo y La Condesa de Rudolstadt, asegurando que está formada por «los instigadores de todas las revoluciones; están en las cortes, dirigen todas las cosas, deciden la guerra o la paz, castigan a los perversos y hacen temblar a los reyes en sus tronos». Curiosamente la protagonista de Consuelo será iniciada por esos Invisibles que defienden los ideales de Libertad, Fraternidad e Igualdad. ¿Mera coincidencia? George Sand, sin ir más lejos, habla de una ‘Secta de los Invisibles’ en novelas como Consuelo y La Condesa de Rudolstadt, asegurando que está formada por «los instigadores de todas las revoluciones; están en las cortes, dirigen todas las cosas, deciden la guerra o la paz, castigan a los perversos y hacen temblar a los reyes en sus tronos». Curiosamente la protagonista de Consuelo será iniciada por esos Invisibles que defienden los ideales de Libertad, Fraternidad e Igualdad. ¿Mera coincidencia?Los invisibles de Sand, que -según Lamy- no son otros que los Iluminados de Baviera, persiguieron desde sus inicios infiltrarse en sociedades literarias para inculcar en los creadores de la cultura de aquel entonces sus ideas revolucionarias…………

LA SOCIEDAD DE LA NIEBLA..2

Gerard de Nerval o Julio Verne, maestros de la pintura como Delacroix o Poussin, así como otros influyentes personajes de la escena cultural y social de la Francia del siglo XIX, estuvieron vinculados a una extraña sociedad secreta conocida como ‘La Niebla’, y cuya existencia parece que transformó silenciosamente la mentalidad y la ideología de millones de personas en todo el mundo.Aquellos que se deleiten examinando el envés de la Historia -así, con mayúsculas-, descubriendo entre líneas quiénes fueron los verdaderos precursores de los cambios ideológicos y sociales de cada momento, encontrarán sin duda en el siglo XIX un curioso y complejo mosaico de hechos que estudiar con detenimiento.
No en vano, en aquella época florecieron en Europa discretos colectivos de pensadores, místicos y políticos que, profundamente desencantados con el racionalismo que imperaba en artes y ciencias desde hacía dos siglos, decidieron emprender una acción eficaz contra tan rígido establishment. Surgieron así organizaciones de corte esotérico como la Sociedad Teosófica y la Golden Dawn que calaron hondo, por ejemplo, en escritores de la talla del poeta irlandés William Butler Yeats, que definió aquella situación de incipientes cambios sociales como «la rebelión del alma contra el intelecto».
Europa vivió una revolución silenciosa de la que pocos historiadores se han hecho eco, y que llevó a grupos de ese corte a transformar la escena política de países como Escocia e Irlanda, cuyas aspiraciones independentistas fueron sin duda promovidas por iniciados como Yeats, que rebuscaron en el folclore celta tratando de hallar cuántos elementos fueran necesarios para justificar su causa emancipadora. Algo similar sucedió también en la India donde Gandhi fue profundamente influenciado por los teósofos y donde la propia Annie Besant, que fue una notable activista política antes de convertirse en presidenta de la Sociedad Teosófica, respaldó y en cierta medida promovió que la India se emancipara del Imperio Británico.Pero estas transformaciones, de orden intelectual primero y de cariz político después, tuvieron un especial significado en Francia. Mientras que en Gran Bretaña la Golden Dawn «seducía» con sus ideas a autores como Bram Stoker -autor de Drácula- o Bernard Shaw, en Francia otra sociedad, mucho más desconocida pero igualmente influyente, «atrapaba» en sus filas a artistas tan notables como Delacroix o Poussin, y a novelistas como Alejandro Dumas, George Sand, Gerard de Nerval o Julio Verne.
«Fue investigando la vida de Verne -cuenta Michel Lamy, un economista afincado en París y experto en sociedades secretas- como llegué a encontrarme, por primera vez, con una sociedad secreta conocida como “la Niebla” o “Sociedad Angélica” a la que éste estuvo vinculado durante buena parte de su vida. Observando la evolución de las obras de Verne -prosigue Lamy-, vi claramente cómo él fue orientando progresivamente sus novelas hacia temas más propios de grupos como la francmasonería escocesa, la Golden Dawn o los rosacruces, así que deduje que debía estar afiliado a alguna clase de grupo en Francia que le hubiera iniciado en todos esos temas».Hace unos años, Lamy publicaba por primera vez el resultado de sus averiguaciones sobre la Niebla confirmando definitivamente que todas sus sospechas sobre la existencia de este grupo eran acertadas.
Así descubrió que esta sociedad había pasado por diferentes etapas desde que fuera fundada en el siglo XVI por un impresor de Lyon apodado Gryphe, quien (según comenta el esoterista Grasset d’Orcet) tomó su pseudónimo de una antigua sociedad griega llamada ‘Néphès’ (fonéticamente muy similar a Gryphe), y que significa niebla. Ahora bien, ¿por qué Niebla? Lamy se ha formulado esta cuestión en numerosas ocasiones, «y aún no sé bien por qué hipótesis inclinarme «Desde un punto de vista estrictamente histórico, y dejando aparte otras consideraciones como las apuntadas por Lamy, parece que la ideología que alimentó la Sociedad de la Niebla fue tomada de la francmasonería y que su objetivo principal -al menos en un principio- fue asimismo el de llegar a conocer a Dios estudiando la naturaleza y sus leyes, tal y como sostienen gnósticos y rosacruces. Pero hay más: una de sus principales fuentes de inspiración hay que buscarla en una sociedad fundada en el siglo XVIII por Adam Weishaupt y que recibió el nombre de los Iluminados de Baviera.
Los Iluminados influyeron tremendamente en la caída del Antiguo Régimen y en el advenimiento de la Revolución Francesa de 1789 y, de hecho, la importancia de su papel histórico sería suficientemente reconocida un siglo más tarde entre los propios novelistas vinculados a La Niebla. La sociedad de la niebla, una orden secreta que custodiaba saberes ocultos. Y después de reconstruir este episodio oculto, nos damos cuenta de que Verne ya lo dejó escrito: El protagonista de una de sus más inmortales obras; La vuelta al mundo en ochenta días, se llamaba Phileas Fogg (Fileas Fog), y Fog en inglés, significa precisamente… Niebla. Cuando murió estaba acabando una obra apocalíptica… pero que puede ser La última profecía de Verne. Se llamaba el libro: La invasión del mar… y contaba que Europa seria cubierta por las aguas, y que estas aguas llegarían desde los polos, y que los polos quedarían deshelados a consecuencia del cambio climático generado por los hombres… (esto lo estaba escribiendo en 1905…) y aquello provocaba que el hombre volviera a su forma de vida primitiva… El eterno Adán, una obra póstuma.Más o menos después de su muerte unas 10 ó 12 obras se publicaron… El Nostradamus de su época… El siempre dijo lo mismo: “Yo lo único que hice fue documentarme muy bien, saber cómo era el espíritu de mi época, saber cómo eran los hombres de mi época, lo que pensaban, lo que querían hacer, y yo lo único que tuve que hacer es escribir eso, y lo plasme en un papel, y eso es lo que contaba… “.
http://veritas-boss.blogspot.com.es/2012/07/la-sociedad-de-la-niebla.html

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