En el texto también dice: “ Cumplir lo que se propone es más importante que lo que se propone. Si cumple lo que se propuso, refuerza su disciplina mental y con ella aumenta su poder sobre su cerebro”
Durante mi formación en medicina tradicional china además aprendí que cuando prometes algo, cuando dices que vas a hacer algo… energéticamente se “recoge”, se configura un quantum de energía que es el que necesitamos para hacer eso que hemos dicho que vamos a hacer.
Cuando efectivamente lo hacemos, es como si al dar cauce a esa idea, propuesta, promesa… se generara más energía, más qi, más soplo divino – que en definitiva es lo que nos compone en nuestra intimidad – con el que podremos ampliar nuestra fuente de energía vital que está en los riñones y su esfera como las glándulas suprarrenales que estará disponible para otras necesidades.
La cosa cambia bastante de no hacerlo ya que la energía necesaria para ello ya estaba asignada y no se puede devolver (o yo todavía no he aprendido a hacerlo). Fueron los riñones los que asignaron ese quantum extra para hacer lo que habíamos dicho. No lo hacemos – no hay acción y por lo tanto tampoco reatroalimentación – … nos debilitamos, de ahí el cansancio sentido muchas veces cuando hemos prometido algo y no lo hemos cumplido. Para próximas necesidades dispondremos de menos.
Para mí al menos esa enseñanza supuso un antes y un después porque ahora cuando digo que… sé que tengo que hacerlo y si sé que no puedo o no voy a estar dispuesta… mejor me callo. Ahí hay mucho ego que disolver, a veces decimos que sí a las cosas para que no piensen que somos A o B… mejor ser auténticos, energéticamente es mucho más saludable para todos.
Henry Markram: Alégrese de cada sorpresa. Porque un cerebro que anticipa lo que va a pasar se acomoda a la rutina y así se va apagando…
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Así que… ¡¡¡me sorprendo!!!
… ¡Eso es! Póngase retos, sea niño, juegue, falle, aprenda, equivóquese, vuelva a intentarlo, siéntase incómodo. ¡Eso es que mejora! Si ya domina la situación, es que va a empezar a perder cerebro. Busque siempre el esfuerzo mental. Haga siempre planes y luego no deje de mejorarlos sobre la marcha.
Pero los años pasan, la memoria falla…
¡Cuando olvida algo no es que pierda memoria, es que tiene demasiada! ¿No le pasa a menudo que duda si ha cerrado o no una puerta? ¿Si se ha tomado ya o no la pastilla?
Me pasa mucho… ¡Dios! ¡Me hago viejo!
¡Al contrario! Es que su cerebro da ya por descontada la función y por eso no se esfuerza en realizarla. Así que pase de la rutina al reto: hágase diabluras, complíquese la vida. Si ya habla un idioma sin esfuerzo, cambie a otro que le cueste. Porque las neuronas se usan o se pierden. Y perderlas es morir.
Estas vacaciones pensaré a tope.
Y combine la sorpresa con disciplina mental: parecen opuestas, pero son complementarias. Si se propone levantarse a las seis de la mañana para ver amanecer, levántese, por Dios, aunque al despertarse sufra una pereza no planificada cuando se lo propuso.
¡Buf! ¡Si también amanecerá mañana!
Cumplir lo que se propone es más importante que lo que se propone. Si cumple lo que se propuso, refuerza su disciplina mental y con ella aumenta su poder sobre su cerebro.
Henry Markram, dirige el proyecto Blue Brain para simular el cerebro humano
Fuente: La Vanguardia
http://ellamentonovieneacuento.wordpress.com/2012/07/24/la-sorpresa-una-bendicion-para-el-cerebro-y-el-alma/