LIBIA Leales a Gadafi se alzan en armas Por Mel Frykberg

TRÍPOLI, ago (IPS) – Coches bomba, asesinatos de altos funcionarios políticos y militares, ataques contra diplomáticos extranjeros y organizaciones no gubernamentales y jóvenes resolviendo disputas menores armados con rifles AK-47 forman parte del violento día a día en Libia.

Fuentes del gobierno aseguran que los ejecutores de estos hechos son personas leales al difunto líder Muammar Gadafi (quien gobernó el país entre 1969 y 2011) o islamistas que buscan venganza.

Militantes armados leales a Gadafi, por su parte, dijeron a IPS en diferentes entrevistas que intensificarían su lucha.

Esta situación se ve exacerbada por severas restricciones a la divulgación de información en los medios de comunicación locales, y porque las fuerzas de seguridad impiden que periodistas extranjeros realicen sus coberturas en los lugares donde hubo ataques, lo que incluye tomar fotografías.

Por segundo sábado consecutivo, el 11 de este mes esta periodista fue despertada por un coche bomba que explotó afuera de su hotel, en el centro de Trípoli.

El blanco del ataque fue un vehículo de seguridad perteneciente a miembros de las Fuerzas Armadas libias que se hospedaban en el hotel Four Seasons ubicado en la calle Omar Al Mukhtar.

El sábado anterior, otro coche bomba fue detonado fuera de la sede de la policía militar de Trípoli. En el segundo ataque hubo un herido.

«Creemos que expartidarios de Gadafi están detrás de este ataque y del del sábado pasado», dijo un miembro de las fuerzas de seguridad sentado en uno de los varios vehículos de seguridad que se apresuró a llegar al lugar para acordonar la calle.

«Estos ‘tahloobs’ (leales a Gadafi en árabe) son grandilocuentes, dicen que llevarán a cabo una contrarrevolución contra el movimiento 17 de Febrero (cuando empezó la revolución contra Gadafi). Ellos solo podrán realizar pequeños actos de sabotaje, nada importante», dijo a IPS uno de los efectivos de seguridad.

Poco después de iniciarse el bloqueo informativo, soldados fuertemente armados impidieron que se tomaran fotografías y dijeron que los periodistas tenían prohibido el ingreso al área. Un funcionario del Ministerio del Interior se negó a formular más declaraciones.

En la segunda semana de agosto fueron asesinados varios tahloobs, cuando las fuerzas de seguridad efectuaron una redada en una granja donde se ocultaban, después de que se dijera que habían coordinado el atentado con coche bomba que tuvo lugar fuera de la sede de la policía militar de Trípoli.

Se presume que uno de los miembros que sobrevivió creó células durmientes en Libia y que cruzó la frontera con Túnez, en el occidente del país, donde él y otros camaradas contrabandearon armas a territorio libio para «desestabilizar al país post-Gadafi».

La inteligencia libia también sostiene que el grupo estaba en posesión de otras siete bombas, y que tenía previsto hacer estallar una de ellas en otro hotel de Trípoli.

También se dijo que el sobreviviente llevaba consigo documentos que vinculaban al grupo con uno de los hijos de Gadafi, Saadi, quien cumple arresto domiciliario en Níger.

A comienzos de este año, Saadi advirtió que estaba en contacto con células durmientes que organizaban la resistencia clandestina.

IPS consiguió una entrevista exclusiva con leales a Gadafi en el barrio capitalino de Abu Salim, uno de sus últimos bastiones y escenario de los enfrentamientos más feroces entre leales y rebeldes durante la revolución.

Poco después de que mataran a Gadafi, el 20 de octubre de 2011, Abu Salim se vio inundado de armas, en un esfuerzo de último minuto de resistir contra la revolución.

«Estamos esperando el momento adecuado. No nos rendiremos. Si ellos (el nuevo gobierno) piensan que somos una fuerza desgastada, se equivocan», declaró a IPS el tahloob Ahmed, quien el año pasado luchó con las fuerzas de Gadafi y logró escapar de un campamento de detención de rebeldes.

Ahmed dijo haber matado a varios rebeldes a Gadafi, y ahora está en la clandestinidad. Él y los otros entrevistados pidieron que no se publicaran sus apellidos ni que les tomaran fotografías, por motivos de seguridad.

«Cada hombre de este vecindario está armado, pero nuestras armas están enterradas porque el área es objeto de redadas de las fuerzas de seguridad», dijo a IPS otro leal a Gadafi, Muntasser.

Mientras, en las últimas tres semanas fueron asesinados unos 20 militares de alto rango o funcionarios del gobierno en Bengasi. Muchos de los hombres eran exleales a Gadafi que desertaron de sus puestos en el régimen para pasarse a filas rebeldes.

Algunos sostienen que detrás de los ataques están los insurgentes islamistas, dado que las armas libias abastecen los conflictos en la península del Sinaí y en países como Malí, Nigeria y Siria, donde decenas de combatientes se han unido al Ejército Sirio Libre.

En otro incidente, el día 10, ocho prisioneros lograron escapar de la cárcel de Al Fornaj, en Trípoli, luego de un ataque coordinado.

En el exterior de la prisión, hombres armados dispararon desde sus camionetas contra los guardias de seguridad, mientras los detenidos incendiaban partes del edificio y se las arreglaban para dominar a varios guardias.

Fue el tercer ataque contra la prisión desde el triunfo de la revolución, y a las autoridades les llevó muchas horas recuperar el control.

En las últimas semanas, sedes de seguridad y hoteles en Bengasi fueron sacudidos por ataques con explosivos y por intentos de atentados.

Personal diplomático extranjero y sedes de embajadas también fueron blanco de ataques o de intentos frustrados.

En la segunda semana del mes, personal de la embajada de Estados Unidos en Trípoli escapó de un intento de secuestro cuando se desplazaba en un automóvil.

Esa misma semana, un ataque con granada y cohete contra las oficinas en la ciudad nororiental de Misurata de la Cruz Roja Internacional obligaron a evacuar varios edificios de esa organización, que tuvo que suspender temporariamente sus actividades.

Continúan los secuestros y los raptos, y todavía se desconoce el paradero de una delegación de la Medialuna Roja iraní cuyos miembros fueron secuestrados hace varias semanas en Bengasi.

Disputas callejeras menores con regularidad se convierten en luchas armadas.

El día 9, un matón munido de un rifle AK-47 amenazó a esta periodista con dispararle en la cabeza luego de presenciar un enfrentamiento armado que se había salido de control.

http://www.ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=101385

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