Los ciclos solares de 11 años, que oscilan entre picos de intensa actividad magnética, que se evidencian como manchas solares, arcos y erupciones coronales, y una relativa tranquilidad, cuando la cara del sol está libre de manchas. En un nueva estudio se demuestra que a pesar de estas oscilaciones, el sol permanece notablemente constante en su forma globular, y esto es algo que deja a más de un investigador rascándose la cabeza.
Estrella más cercana de la Tierra es uno de los objetos más redondos que cualquier humano haya medido. Si lo redujéramos hasta el tamaño de una pelota de playa, la diferencia entre los diámetros norte-sur y este-oeste sería más delgada que el ancho de un cabello humano, asegura Jeffrey Kuhn, físico e investigador solar de la Universidad de Hawai en Manoa. «No sólo es muy redondo, sino que es demasiado redondo», añade. El sol es más esférico e invariable de lo que predicen las teorías.
Los científicos han intentado durante mucho tiempo evaluar la forma del sol, en parte debido a que comprender su estructura les ayudaría a predecir cuándo podría disparar una llamarada hacia la Tierra y afectar a los satélites de comunicación y redes eléctricas. Sin embargo, la medición de la esfera ha sido realmente difícil, y no hay dos observaciones que coincidían exactamente, señala Kuhn. Los investigadores han tenido en cuenta las diferencias, asumiendo las variaciones en la figura del Sol durante el ciclo solar.
Para medir la forma exacta del Sol, Kuhn y sus colegas, analizaron imágenes captadas por elHelioseismic and Magnetic Imager (HMI) de a bordo del Observatorio de Dinámica Solar de la NASA. Ellos compartieron sus hallazgos 16 de agosto en la revista Science. El HMI dispara cerca de 15.000 fotos del sol todos los días. Mide el flujo del sol del campo magnético y ondas sísmicas superficiales generadas por el plasma en constante agitación. En esta imagen de 1 de agosto, el disco solar (a la derecha), muestra la intensidad de la luz del sol; el otro punto de vista, obtenido por la Atmospheric Imaging Assembly de la sonda espacial, pinta al sol en el ultravioleta extremo.
En los dos últimos años, la actividad solar se ha disparado, después de un largo período de relativa tranquilidad, una oportunidad que Kuhn y sus colegas aprovechan para observar la evolución del ciclo solar. Los instrumentos de observación anteriores estaban en su mayoría en tierra, y debían conformarse con la falta de definición que suponía la atmósfera terrestre. Eso daba lugar a medir los cambios atmosféricos correlacionados con el ciclo solar, y no los cambios en la propia estrella, señala Kuhn.
Aunque las imágenes del HMI son más nítidas y precisas que las observaciones en tierra, los investigadores todavía deben contar con los pequeños movimientos de la nave y las distorsiones de sus lentes. Hay que ordenar los movimientos del sol desde los de la sonda, la rotación del satélite y la combinación de múltiples imágenes para eliminar las distorsiones. A la sonda le lleva casi un día entero voltear manteniendo su calibración, y lo hace cada seis meses.
– Imagen de NASA/SDO and the AIA, EVE, and HMI science teams.
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