A muchos niños, en su infancia, y más allá de la infancia, se les trata de una forma como si el lenguaje interno que existiese dentro de ellos no tuviese ningún valor, esforzándose en que esos pocos símbolos que sí pueden conocer entiendan
el contenido total de la oración. No importa mucho lo que se quiere expresar, no importa lo que quieren hacer llegar a esos niños o adultos, sólo importa que ellos, en su concepción del lenguaje, no tienen tanta información y tan poderosa como el que le intenta dar. Y eso mismo les ocurre a muchos adultos cuando le hablan a un niño pequeño. Esta forma de tratar a un niño pequeño, hace que el valor del lenguaje se transforme, ya no importa lo que sepa el niño, lo que valga, lo que ame, no importa nada, importa el lenguaje que tenga y use, su capacidad, y cuanto más amplio sea el uso del lenguaje, mejor será el niño. ¿De dónde viene ese pensamiento? ¿Si todo lo que conocéis las personas se puede describir con el lenguaje? Entonces, ¿qué significa tener un lenguaje, si no se conoce todo lo que existe? El lenguaje verbal os limita, no es un instrumento para conocer más realidad sino para limitar la que ya conocéis, pero conocer el lenguaje en una realidad limitada por él, es tener la verdad de esa misma realidad, y eso se traduce en el buen pensador, el buen filósofo, el buen orador, el buen metafísico no es una persona más sabia, no es tampoco alguien más intelectual, sino, más bien, alguien que conoce la forma de usar el lenguaje, ahora bien, daos cuenta que vuestras vidas están tan condicionadas por el lenguaje, por las palabras, que aquello de ayer que no queréis que sea ayer, sino mañana, y aquello que corresponde al futuro que necesitáis que regrese para tenerlo presente, todo eso que la continuidad de lo que conocéis no os deja entender ni comprender, está condicionado y limitado por vuestro conocimiento de las palabras. Mas no son las palabras las que os ayudarán a cambiar vuestro paso por el tiempo, sino la falta de ellas, no son las palabras las que os darán la luz, sino la falta de ellas. Lograr esto es sencillo, pero sólo con el ejercicio y la paciencia. Cuando os asoméis a la ventana del tiempo no lineal y observéis los cambios que acontecen en diferentes puntos con la misma fuerza, al igual que en el momento del ahora, cuando veáis lo paralelo del tiempo, entonces descubriréis que las palabras no son la forma de describir, sino más bien de limitar. Cuando observéis un suceso y lo entendáis con las palabras, entonces ocurrirá que entendéis la parte material, la parte tridimensional, aun cuando lo interesante no es la parte tridimensional, que es una parte obvia, sino aquella que las palabras tridimensionales no pueden describir. Aquella parte que no está en un lugar, que no se circunscribe a un tiempo, puede que lo queráis llamar la energía tras la forma, o que lo queráis catalogar como el amor, la magia, los hilos que forman la realidad, lo que queráis, pero dejad esas palabras porque lo van a limitar y convertirán en borroso aquello que es tan sencillo de ver.
Angel Luis Fernández.
FUENTE Angel Luis Fernández
Las mejores palabras son las que salen del corazón.
De eso los niños saben , también animales y plantas, todo a su manera tiene un idioma, si lo podemos ver.
Un saludo.