NUEVA YORK, oct (IPS) – Una mañana al levantarse, el periodista, escritor y editor indio Tarun Tejpal se enteró de que habían arrestado a cinco sicarios por haber sido contratados para matarlo. Repentinamente, su vida sufrió un vuelco. En los siguientes nueve años tuvo que vivir con protección policial.
¿Qué hacer con todo ese tiempo en el que no pudo salir sin planear cada paso que daba, y teniendo guardaespaldas que respiraban sobre su hombro? Escribir un libro, por supuesto.
«The Story of My Assassins» (La historia de mis asesinos), publicada ahora en Estados Unidos, está basada en el intento de asesinato al que sobrevivió Tejpal. El protagonista de la novela es un periodista indio que descubre que le han puesto precio a su cabeza. Cuando intenta averiguar quién lo quiere ver muerto, deja al descubierto la cruda verdad de su país, donde hay una elite corrupta y masas empobrecidas.
Tejpal dialogó con IPS sobre el retrato que hizo de India y sobre los obstáculos a la libertad de prensa en la democracia más grande del mundo.
IPS: Su novela se publicó en India en 2009 y ahora en Estados Unidos. ¿Qué le gustaría que aportara su novela a los lectores occidentales?
TARUN TEJPAL: Espero que ayude a descubrir la inmensa complejidad de India. Durante demasiado tiempo la narrativa occidental estuvo dominada por las visiones de blanco y negro sobre ese país asiático, como aquello de «había una vez una tierra de serpientes, gurús y pobreza…». Y luego, hace 15 años, se convirtió en la nueva superpotencia, en una potencia nuclear, en la nueva nación experta en programas informáticos.
Ninguno de estos relatos es realmente preciso. Espero que la gente lea el libro y descubra que la realidad india es infinitamente más compleja.
IPS: El libro contiene un lenguaje vulgar y abunda en escenas sexuales y de violencia. ¿Cómo fue recibido en India?
TT: Desde el punto de vista crítico, tuvo una recepción fantástica. Fue aplaudido especialmente por retratar la verdad de las clases bajas de India. La cuestión es que, si un escritor intenta capturar la realidad, entonces tiene que esforzarse por ser fiel al lenguaje real. Y lo lamento, pero la gente que vive del lado equivocado de la calle no habla el inglés de Harvard… No es tarea de la literatura instruir a los escolares.
IPS: En el libro dice que más de 50 años de democracia no cambiaron nada en India. ¿Es esa su opinión personal también?
TT: No es así como yo lo veo, es como lo ve la narrativa. Pienso que India está atravesando un cambio inmenso. En lo relativo al estatus de los dalits («intocables»), de las mujeres, de los pueblos tribales, han ocurrido grandes cambios. Pero sin duda no es suficiente.
Para muchas personas en India, la vida todavía es oscura. Hay delitos, niños de cuatro años mendigando, niveles de pobreza similares a los de África subsaharian. Empero, el éxito en materia de programas informáticos, el poderío nuclear, la riqueza, son también parte de India.
IPS: El conflicto entre hindúes y musulmanes sirve como telón de fondo de su novela. Allí, el Pakistán musulmán es descrito como «el enemigo de India». ¿Se puede poner fin al odio?
TT: Estas son percepciones en la calle. En India, el ciudadano común tiende a ver a Pakistán como el enemigo. En Pakistán, el ciudadano común tiende a ver a India como el enemigo. Esta es la clase de retórica política negativa que ha echado raíces en ambas naciones. Pienso que hay personas con (otras) motivaciones que siguen explotando ese sentimiento.
IPS: Según el Comité para la Protección de los Periodistas, India es el octavo país más peligroso para ejercer la profesión. ¿Podría relatar las amenazas que recibió?
TT: Existió el incidente en el que se basa la novela, con cinco sicarios arrestados por haber sido contratados para matarme. Fue muy extraño, para mí no tenía sentido. Inicialmente significó mucha incomodidad; tuve que vivir nueve años con una enorme protección policial. Pero luego de algún tiempo, uno sigue viviendo su vida aunque siempre esté rodeado de policías.
Esa fue la única vez que me sentí directamente amenazado. Según la policía de Nueva Delhi, los servicios de inteligencia de Pakistán habían pagado a esos cinco sicarios para que me mataran. En ese momento yo estaba en medio de una gran batalla con el gobierno de India en torno a la revelación de hechos de corrupción, así que la lógica era que, si algo me ocurría, el gobierno tendría que asumir la culpa y caería.
IPS: ¿Hay verdadera libertad de prensa en India?
TT: Pienso que en India existe libertad de prensa, pero los periodistas continúan haciendo mucho trabajo incómodo. ¿Podemos hacer más? Por supuesto. Pero también está la preocupación del bienestar financiero. Hay muy poco apoyo, comercialmente hablando, para esta clase de trabajo. Y eso a menudo se convierte en un desafío mayor que la amenaza física
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