Sí, los cometas pueden contener agua

Prueban la presencia de agua en estado líquido en un cometa, algo que hasta ahora se creía imposible

Sí, los cometas pueden contener agua
Por primera vez, se han encontrado pruebas convincentes que demuestran la presencia de agua en estado líquido en un cometa, algo que hasta ahora se creía imposible, ya que los núcleos de los cometas nunca se calientan lo suficiente como para el hielo del que están formados se funda.
«Según las ideas actuales – explica Dante Lauretta, experto en química espacial y formación planetaria e investigador principal de la misión Stardust de la NASA – es imposible que se forme agua líquida en un cometa». Sin embargo, un grupo de científicos del Centro Espacial Johnson y del Laboratorio de Investigación Naval, liderados por Eve Berger, de la Universidad de Alabama, acaban de demostrar lo contrario, precisamente, analizando los granos de polvo del cometa Wild-2, traídos a la Tierra en 2006 por la misión Stardust.

La nave, que fue lanzada en 1999, recolectó en 2004 muestras de la cola del cometa y las envió después de vuelta a la Tierra en una cápsula hermética que aterrizó en enero de 2006 en un desierto de Utah. «En las muestras – afirma Berger – encontramos minerales que sólo se forman en presencia de agua en estado líquido. En algún momento de su historia, el cometa tuvo que tener bolsas de agua». El estudio se publicará en el próximo número de Geochimica et Cosmochimica Acta.
Como se sabe, los cometas son una suerte de bolas de hielo sucio, formados por agua helada y mezclada con restos minerales y gases congelados. A diferencia de los asteroides, que están hechos de dura roca y minerales, cuando los cometas se acercan al Sol y son bombardeados por sus partículas altamente energéticas, emiten espectaculares chorros de gas y vapor, que forman sus características y largas colas. Sin embargo, en ningún momento la temperatura se eleva lo suficiente como para que el hielo de sus núcleos llegue a derretirse.
A pesar de ello, según Berger y sus colegas, el hielo del Wild-2 sí que llegó a fundirse en algún momento. Y cuando lo hizo, asegura Dante Lauretta, «el agua caliente disolvió los minerales que estaban presentes en aquél momento y precipitó el hierro y el sulfuro de cobre que observamos en nuestro estudio. Los sulfuros se forman entre los 50 y los 200 grados centígrados, una temperatura mucho mayor que la predicha en el interior de un cometa».
Los investigadores creen que, igual que muchos otros cometas, el Wild-2 nació en el cinturón de Kuiper, una vasta región de espacio más allá de la órbita de Neptuno y que se supone está llena de escombros y material sobrante de la formación del Sistema Solar, hace cerca de 4.500 millones de años.
Durante la mayor parte de su larguísima vida, el Wild-2 permaneció en el cinturón de Kuiper, pasando de una órbita inestable a otra hasta que por fin se puso a tiro de la gravedad de Júpiter, que lo lanzó con violencia en dirección al Sol. Desde ese momento, el cometa traza alrededor del astro rey una nueva y alargada órbita elíptica que lo lleva periódicamente hacia las regiones interiores del Sistema Solar.
El mineral encontrado por Berger y sus colegas (llamado cubanita) es, según la investigadora de la Universidad de Arizona «muy raro de encontrar en muestras procedentes del espacio». «Sólo nos llega en dos variedades – explica Berger- y la que encontramos sólo existe a partir de los 210 grados de temperatura». La cubanita (CuFe2S3) está formada por cobre, hierro y sulfuro y en la Tierra sólo se forma en depósitos hidrotermales a muy altas temperaturas.
«Si este mineral se formó en el cometa – afirma Berger- eso tiene implicaciones sobre las fuentes de calor de los cometas en general». Para la investigadora, existen dos formas de generar fuentes de calor en un cometa: una colisión con otro objeto o la desintegración radiactiva de elementos presentes en el propio núcleo cometario.
Las muestras analizadas por el equipo de Eve Berger consisten en motas de polvo microscópicas, del tamaño aproximado de una célula. Los investigadores estudiaron la composición química de estos diminutos granos por medio de microscopios electrónicos y rayos X, y demostraron sin lugar a dudas que el Wild-2, y por extensión cualquier otro cometa, pasaron por «periodos calientes» que favorecieron reacciones químicas en el agua y que cambiaron la composición de los minerales que heredaron de los lejanos tiempos de la formación del Sistema Solar.

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