En 1776 el británico Adam Smith en su obra “La riqueza de las naciones” proponía para el desarrollo del sistema económico de los Estados que se promoviera el interés particular, la especialización y división del trabajo, eso no sólo tendría un beneficio económico y de incremento de poder para los Estados sino que además construiría un ciudadano sumiso y poco dado a la reflexión, especialmente adecuado para los intereses del poder. Sobre la división del trabajo A.Smith comentaba:
“Un hombre que pasa toda su vida para completar unas pocas operaciones simples cuyos efectos son siempre los mismos, o casi, no tiene tiempo para desarrollar su inteligencia ni ejercer su imaginación para buscar los medios para resolver aquellas dificultades que nunca se terminan de localizar; pierde pues naturalmente el hábito de desplegar o de ejercer sus facultades y se vuelve, en general, tan estúpido e ignorante como se pueda convertir una criatura humana; el aletargamiento de sus facultades morales lo hace incapaz de apreciar ninguna conversación razonable ni de tomar parte en ellas, hasta le impide sentir alguna pasión noble, generosa o tierna y, en consecuencia, formar algún juicio mínimamente justo sobre la mayoría de los deberes más ordinarios de su vida privada.” (La riqueza de las naciones, V.I, parte 3.ª, artículo 2).
Para prevenir que el obrero se volviera tan incapaz que incluso fuera en contra de los intereses de los capitalistas -de su ansiada productividad – proponía que los Estados se hicieran cargo del adoctrinamiento y adiestramiento de la población, para que hicieran una cierta gimnasia mental controlada, lo que hoy llamamos educación.
En la península ibérica también hubo partidarios de las ideas de Adam Smith, uno de ellos fue el político asturiano Jovellanos al que algunos llaman el Adam Smith español. Jovellanos era también partidario del librecambismo, la división del trabajo y de fomentar el interés particular para el desarrollo del Estado y así poder competir con otros Estados que estaban adoptando estas mismas políticas. Era un momento en el que los pueblos de la península ibérica se movían más por la autosuficiencia localista, por ejemplo sobre el pueblo astur Jovellanos dijo: “la subsistencia de los asturianos no depende de ninguna otra región, porque se alimentan, visten, calzan y tienen todo lo que necesitan gracias a su propia industria y producción.” (Cartas del viaje de Asturias a don Antonio Ponz – Jovellanos). El “Informe de Ley Agraria” de Jovellanos fue en la dirección de fomentar las ideas de Adam Smith.
Lo que se explica poco es otro asunto. Desde finales del siglo XVIII la Marina Real de las Fuerzas Armadas Británicas fue la armada más poderosa del mundo. Si se lograba que todos las países se especializaran en una serie de productos que exportarían por mar (el ferrocarril impulsado por motor de vapor todavía no se había inventado) a otros países, a su vez que importarían otros que no producían, es decir si se lograba que el librecambismo se impusiera en el mundo, entonces la flota británica podría controlar los flujos mercantiles y tener a su merced a cualquier país con sólo dificultarles ese flujo.
A esto se le llama idolatría del estado y está en relación con la herejía de idolatrar al hombre por delante de Dios. Según el sacerdote católico Leonardo Castellani y otros intérpretes del apokalipsis, esta es la última herejía después de la cual comienza el fin de los tiempos.
Siempre me he preguntado por qué se nos condiciona y programa, desde antes de llegar a una edad productiva o autosuficiente, a que el propósito en la vida es trabajar y trabajar, trabajar y trabajar, como si fuera éste el ideal más alto a seguir. Comentarios como » Mi hijo es un gran trabajador», «Mi esposo solo vive para trabajar», etc., los he escuchado de muchas personas con mucho orgullo y satisfacción.
Por otra parte, se nos condiciona a que debemos ser los mejores en todo, los número uno, «el empleado del mes», «el trabajor de año», etc. Supuestamente nuestra valía personal depende de cuan productivos, eficaces y eficientes somos para el trabajo, y creo que, en sintonía con lo que expone éste artículo, es una sutil y sugestiva manipulación para sacarle el máximo provecho a al trabajador, «exprimiendo» sus capacidades y facultades. ¿ Quien o quienes realmente se benefician con todo ésto ?.
Yo reconozco que dedico la mayor parte de mi tiempo y energía, a trabajar y producir lo básico y suficiente para póder subsistir, y eso que he simplificado mi vida muchísimo. A veces me pregunto:
¿ Vivimos para trabajar o trabajamos para vivir ?
¿ Cual era el plan original de Dios para la raza humana ?