En entrevista, el conocido periodista Matt Taibbi exmina una de las grandes contradicciones de nuestra época, el hecho de que la política antidrogas de diversos países se endurece contra las personas pero a la grandes entidades como a los bancos, donde se procesa la verdadera razón del narcotráfico, el dinero, las deja intactas.
Con el reciente caso de HSBC, banco acusado de ayudar a los grandes capos del narcotráfico (sobre todo en México y América Latina) en sus operaciones financieras ilícitas, y también a grupos ligados con organizaciones terroristas ligadas a al-Qaeda, quedó de manifiesto cierto cariz hipócrita de la llamada “guerra contra las drogas”, las políticas gubernamentales que, casi siempre diseñadas en Estados Unidos y adaptadas en pocos detalles a las condiciones de cada país, pretenden combatir el tráfico y consumo de drogas, enfocándose en el eslabón más débil de la cadena, el individuo, y dejando en paz el verdadero motivo detrás del narcotráfico, la ganancia económica, imposible en buena medida sin la colaboración de grandes entidades como HSBC, que, por supuesto, también cosechan su parte.
Según publicamos hace unos días, en este caso HSBC solo se hizo acreedor a una multa, a pesar de la gravedad de las acusaciones en su contra. El turbio argumento legal fue que el banco es una entidad demasiado grande para ser juzgada, porque de hacerlo se atentaría contra el sistema financiero en sí. La responsabilidad de sus acciones se diluye en la enrevesada red de alta burocracia que opera pero, a la manera de los oficiales nazis en los campos de concentración, solo porque sigue órdenes, procedimientos y protocolos que en cierto punto ni siquiera son emitidos por una persona en concreto, sino que forman parte de esa mecánica incuestionada, inercial, de las grandes instituciones modernas.
Glosando este vergonzoso episodio, Matt Taibbi, actualmente editor de la revista Rolling Stone, hace notar en entrevista la paradoja de este modo de juzgar las drogas tanto jurídica como socialmente: con severidad para el individuo, con penas de cárcel por el solo hecho de poseer o de consumir, y con clemencia para quienes al final terminan beneficiándose del negocio, para aquellos que con su indiferente beneplácito legitiman la ganancia económica sin importar la manera en que se obtiene.
Estaba en una corte ayer —relata Taibbi—, en una corte criminal en Brooklyn. Vi a alguien salir después de pasar la noche en la cárcel por cambiar de un vagón a otro en el metro enfrente de un policía. Puede pasar tiempo en la cárcel en Estados Unidos por todo tipo de ofensas ridículas, por tomar dos asientos en el metro de Nueva York, si te quedas dormido en el metro. La gente va a la cárcel por eso todo el tiempo en este país, por tener una caña de marihuana en tu bolsillo. Cada año hay 50 mil casos por posesión de marihuana tan solo en la ciudad de Nueva York. Y aquí tenemos un banco que lavó 800 millones de dólares de la droga y no pueden encontrar una manera de poner a nadie en la cárcel por eso. Eso envía un mensaje increíble no solo al sector financiero, sino a todos. Es un doble estándar obvio, claro, donde un grupo de personas puede romper las reglas tanto como quiera y otro no puede romper ninguna sin ir a la cárcel. Y simplemente no veo cómo ellos no ven este problema.
Taibbi también recala en el hecho de que si bien las multas pueden parecer millonarias —y de hecho lo son—, puestas en contexto no son nada en comparación con las ganancias obtenidas en años y años de complicidad silenciosa con las organizaciones criminales.
1.9 mil millones de dólares parece un montón de dinero, y definitivamente lo es. Es un monto récord. Ningún banco había pagado tanto dinero antes. Pero es caso la ganancia de HSBC de 2 meses. No va a paralizar al banco, ni siquiera lo va a perjudicar notablemente por este año. […] Así que no es mucho dinero para estas personas. Parece mucho dinero para los profanos, pero por los crímenes cometidos, evadir solo con dinero —y ni siquiera su propio dinero, no es su dinero personal, es el de sus accionistas—, es increíble. Es real, literalmente un salvoconducto para quedar libre dela prisión.
Así, queda claro que la ilegalidad de las drogas, el narcotráfico y otros problemas asociados con estas circunstancias (como el tráfico de armas), es en realidad un asunto financiero, una derivación cuya ilegalidad hace posible al sistema económico dominante expresarse en toda su crueldad, acaso la verdadera naturaleza de su ser.
http://pijamasurf.com/2012/12/carcel-a-quienes-poseen-marihuana-pero-los-grandes-bancos-que-lavan-dinero-para-el-narco-son-inocentes/
Hipocresía y ánimo de lucro van de la mano una vez más.