Pablo Palmero
Se desconoce la fecha y el lugar exacto de su nacimiento. Algunos estudiosos lo sitúan entre el 1972 y 1976 en un lugar cercano a las costas mediterráneas, probablemente en el crisol de la zaherida a la par que prolífica cultura de los catalananienses.
Hijo de una familia humilde, pronto empezó a evidenciar su terquedad tenacidad y las ganas de saborear y experimentar la vida intensamente. Más tarde hizo eso que acostumbran a hacer los niños: moverse y no parar. La costa mediterránea con su espléndido clima templado y sus bastos y frondosos bosques de coníferas y fagáceas, le brindó la oportunidad de pasarse horas y horas jugando asilvestradamente. Su pasión por la naturaleza, la exploración y la inventiva le acompañarían el resto de su vida.
Afectado desde su temprana edad por TDA (Transtorno por Déficit de Amor), buscó y halló en su propia soledad y fantasía un lugar de consuelo y cierto bienestar. Un círculo de seguridad que, pasada la adolescencia, se convirtió en cerco y prisión. Excéntrico a veces, perfeccionista y obsesivo en otras. Como Santa Teresa, Santo Tomás y tantos otros místicos que antes lo intentaron, él también quiso sanar su extemporánea locura buscando en lo Alto. Se recluyó ascéticamente durante algunos años en el estudio de textos sagrados de diferentes tradiciones y líneas de Psicología humanistas y existencialistas. Por aquella época inició sus estudios de Psicología en la prestigiosa Universidad Autónoma de Barcelona, donde se le atribuyen las mejores notas de su promoción. Las noches oscuras del alma sin embargo, seguían pesando en su interior. Los cronistas pierden su rastro en una de sus incursiones en el desierto del a-Gobi-o; cuando se hallaba perdido, con los labios resecos y las huellas de las manos casi borradas por la falta de contacto. Se cuenta que durante algo más de un lustro se implicó en cuerpo y alma en diversos grupos de trabajo iniciático. Círculos en los que aprendió ritos, secretos y conocimientos vetados para el común de los mortales: instruido en la sagrada tradición occidental de la Psicodinámica, especializado en diferentes cartografías del carácter, practicante disciplinado de un estilo de meditación de la tradición sufí y de refinadas artes marciales orientales; viajó como aprendiz de chamán por Europa, fue iniciado en la filosofía y los ritos de la tradición Tolteca y bendecido por Tepozteco. Tuvo como amante a una princesa Maya en México, escarceos psicodélicos de la mano de indígenas amazónicos y experiencias místicas en el norte de la India… Fue mano derecha de maestros y gurús, y apreciado por sus compañeros de camino por su ímpetu, honestidad y aguda destreza en el arte de la Psicología. Estudió, publicó y ponenció sobre temas vanguardistas de Psicosomática. Pero llegados a cierto punto, su inquietud en la búsqueda del Amor y la Verdad, ora acicate ora espuela, le llevaron a revisar y depurar todo lo aprendido; como él mismo dijo en cierto momento: “Me di cuenta que no sólo de experiencias espirituales vive el hombre. Que hay vida más allá de los ideales”.
El encuentro con la preciosa Bel·la, afrodita sacerdotisa, y la que más tarde fuera su inseparable compañera de aventuras y desventuras, le acabó de abrir las puertas a un nuevo camino hacia la integración del Ser. El encuentro con Bel·la fue sin duda un momento clave en su épico viaje; como dice en la introducción de su obra de culto “Los pilares del corazón”: “En ese tiempo se abrieron horizontes, pero también surgieron nuevos interrogantes y viejos vacíos. El inicio de la relación con mi actual pareja puso al descubierto que el conocimiento que había acumulado era insuficiente para vincularme con profundidad. Me había estado preparando para un camino solitario de autodesarrollo y autoafirmación, pero no para relacionarme de manera sentida. Tuve que reconocer que había estado huyendo de mis propias necesidades afectivas. Necesitaba reconciliarme con la condición humana; dejar de identificarme con los ideales y deseos que tapaban los sentimientos, alejándome de mí mismo y de las personas cercanas. Desde entonces continúo intentándolo.”
A partir de ese momento, y durante más de una década, se dedicó a profundizar en la esencia de los vínculos humanos, a sumergirse en los entresijos de esa “naturaleza relacional” que según él nos une e iguala. Pero en esta ocasión no lo hizo a través de exóticos e iniciáticos viajes, sino atreviéndose a explorar también y sobre todo: sus carencias y miserias. Como Prometeo traspasó horizontes internos y se adentró en sus infiernos personales para rescatar el fuego y la luz oculta en ellos. Capacidades y potenciales surgieron donde aparentemente sólo había barro y un pálido sabor de amargura.
Esta vez, consciente de sus humanas necesidades y coherente con sus nuevos principios, se arropó de confiables y comprometidos asistentes; excepcionales terapeutas de la orden de la Sacrosanta Escuela de Integración Psicocorporal, preparados y curtidos en épicas batallas en pos del Amor. El erudito y caballeroso Marcüs Costam I y la entregada y sempiterna Montserrat Krehuetum, catalanienses ambos de templada estirpe y corazón henchido, fueron y son desde entonces sus principales brújulas y aliento.
Mente inquieta, inconformista y en perpetuo estado de aprendizaje, atesora desde entonces más de una década de trabajo como psicoterapeuta, ha creado la genuina y para algunos, superlativa propuesta de trabajo para grupos: “Experiencias de Relación”, y ha reemprendido su labor divulgativa en el campo de la Psicología. Cabe señalar, que sus generosas y vanguardistas aportaciones no siempre han sido bien acogidas. Enfrentado a las tendencias conservadoras imperantes, sus cruzadas iconoclastas y reformistas le cuestan algunas enemistades con ciertos estamentos de apariencia “alternativa”. Abogado de sí mismo, así se defendía en el Sumarísimo Concilio de la Alta Garrotxa: “No tengo ninguna intención de perturbaros. Sé hacia donde voy y porqué hago lo que hago. Mi reino es este mundo y yo quiero que en él florezca cada día un poco más, el Amor, la Verdad y la Libertad. Lo que digo y hago apunta en esta dirección y si alguien tiene dudas… sólo tenemos que hablarlo distendidamente en la plaza del pueblo con una cervecita en la mesa, o en su defecto, con una taza de café; cortito y con leche de soja en mi caso”.
En la actualidad vive en Olot, cónclave de ríos, exuberantes montañas y amables gentes, donde continua ejerciendo de forma entregada su labor como psicoterapeuta y componiendo los versos que habrán de alumbrar las generaciones venideras.
Aclaraciones:
Todo lo aquí expuesto es verídico, sazonado debidamente eso sí, para estar a la altura de los Grandes y evitar la competencia desleal por su parte.
El nombre de algunas personas ha sido modificado para no inmiscuirlos más de la cuenta en este delirio personal, y protegerlos de un escarnio público de ninguna forma merecido. Confieso que me he quedado con ganas de atribuirme algún que otro milagro porque no existe nada que “lo pete” más. Sé que eso va a restarme puntos frente a la competencia pero… que vamos a hacerle. Todo llegará.
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