La vida externa y visible la compartís con vuestro prójimo, pero la vida mental interior está cubierta detrás de una cortina, y es solamente conocida por la persona que la vive. Ciertamente muchos de los pensamientos son estimulados por sucesos del mundo exterior que atraen la atención, pero también llegan a veces sin ningún estímulo externo, al igual que las disposiciones de ánimo y de los sentimientos; sin embargo, seguramente os preguntaréis ¿de dónde provienen?
La atmósfera de aire es también una atmósfera de pensamientos y sentimientos de la que se puede estar consciente por la existencia de un “equipo receptor” oculto que responde a este tipo de vibración. Los propios pensamientos son difundidos dentro de esa misma atmósfera para que sean recogidos por otra persona, y de esa manera se pueden enviar y recibir de forma inconsciente.
Si deseáis intercambiar ideas con otros, debéis hacer uso de vuestro cuerpo físico para ese propósito, y auto-expresaros por vía oral o por escrita, pero las energías físicas existen y poseen un mundo material en las que trabajan, al igual que las energías mentales, por tanto, ¿por qué no habría de haber un mundo mental, con su correspondiente sustancia mental, para que pueda funcionar?
Todo en la Naturaleza es energía en alguna forma. Las físicas tienen su “espectro” o escala de vibración dentro de la cual pueden ser registradas. ¿No habéis pensado que puede haber otro espectro que abarque energías de una naturaleza más refinada, con porcentajes de vibración completamente diferentes del que ya conocéis, tal vez en otra “dimensión” o a través de algún otro medio? ¿No puede ser posible que algún día se encuentre un lugar donde ese “espectro” de energía mental funcione?
Los órganos del cuerpo humano, especialmente el corazón y el cerebro, emiten radiaciones que pueden ser perfectamente registradas por medio de aparatos diseñados para ello y esas radiaciones emitidas por el cerebro varían con el sueño, con la conciencia, y con la actividad mental. Los seres humanos, aún los intelectuales, usan tan solo una fracción insignificante de la capacidad de su cerebro, por tanto, bien cabría la posibilidad de que pudieran tener sentidos ocultos, que podrían tener su equivalente o su sede en esa parte del cerebro que no se usa, aun cuando exista un reconocimiento subconsciente de que tales sentidos sí se usan, porque cuando se explica una idea, y al principio no se entiende, casi todo el mundo dice: “No te entiendo” como si se estuviese buscando en la oscuridad, tratando de sentir el contacto de alguien o de algo. Cuando finalmente se entiende, se dice: “Ya lo veo” como si se estuviera usando un ojo oculto para ese propósito.
Angel Luis Fernández.
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