“El Ejército y los servicios de Inteligencia están cumpliendo con sus funciones y han desarticulado varios planes para ejecutar asesinatos” de importantes físicos nucleares de Irán, según aseguró el jefe de la Organización de la Energía Atómica de Irán (OEAI), Fereidum Abasi.
Este anuncio se produce pocos días antes del tercer aniversario de la muerte del físico Masoud Alimohammadi, la primera víctima de los tres grandes asesinatos de científicos iraníes desde que se iniciara la controversia por el programa atómico iraní en 2002.
“Se marchó a trabajar y segundos después escuché una terrible explosión. Salí corriendo a ver qué había pasado y lo encontré así […]. Le miré la cara y no pude verla porque estaba totalmente ensangrentada”, contó a RT la esposa del científico fallecido, Mansoureh, en una entrevista
exclusiva.
Pero no solo los
familiares de las víctimas recuerdan estos asesinatos. Una plaza de Teherán cambió su nombre para rendir homenaje a Majid Shahriari, asesinado en 2010.
Mustafa Ahmadi Rosham, asesinado en enero de 2012, y Dariush Rezaineyad, en julio de 2011, son las víctimas más recientes de una serie de atentados que las autoridades iraníes atribuyen a los servicios de
inteligencia de Israel y de
Estados Unidos.
Pero no solo hay atentados contra científicos. Irán también ha interceptado drones estadounidenses en su espacio aéreo, ha recibido ataques cibernéticos y sufre
sanciones económicas. Son algunas de las ‘facturas’ que a día de hoy está pagando el Gobierno de Mahmud Ahmadineyad por sus actividades nucleares.
Fuera de sus fronteras, el proyecto atómico iraní presenta muchos lados oscuros para
Tel Aviv, Washington y para la UE. Desde ese lado del mundo creen que Teherán pretende fabricar armas atómicas. Según el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, “el mundo con un Irán nuclear sería tan peligroso como con un Al Qaeda nuclear”.
Desde el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) nunca han confirmado que Irán esté construyendo un arsenal nuclear, pero tampoco lo han desmentido. “El problema radica en que nosotros no sabemos si llevan a cabo otras actividades en otros lugares o si mantienen esa finalidad pacífica. Hay problemas que necesitan ser clarificados por este país”, explica el jefe del OIEA, Yukiya Amano.
Desde 2002 hemos tenido observadores que han escrito 30 informes y ninguno de ellos dice que Irán ha cambiado su rumbo pacífico.
Por su parte, Teherán siempre ha negado los fines militares de su proyecto. “En cada planta nuclear hay cámaras del OIEA supervisando las 24 horas del día lo que se hace. También hay satélites que están pendientes de cualquier movimiento de uranio. Desde 2002 hemos tenido
observadores que han escrito 30 informes y ninguno de ellos dice que Irán ha cambiado su rumbo pacífico”, aseguró a RT el experto iraní en energía nuclear Hassan Beheshtipour.
Pero fuera de los discursos a los más altos niveles, el programa atómico se ha convertido para los iraníes en un símbolo del país, tan importante como la bandera, porque incluso muchas de las personas que no apoyan al Gobierno ven el desarrollo de energía nuclear como un derecho innegociable de Irán