Guía espiritual para tiempos desesperados por BillQuick

Estimados lectores de maestroviejo:

Sri Nisargadatta Maharaj  http://www.yogaenzaragoza.com/?id=1

Hoy se publica un nuevo capítulo del libro 

“Guía espiritual para tiempos desesperados”

Recuerdo los enlaces de los capítulos publicados:

INTRODUCCIÓN  AL ÁMBITO SAGRADO DE LA EXISTENCIA

http://maestroviejo.wordpress.com/2013/01/09/guia-espiritual-para-tiempos-desesperados-por-billquick/

El Ámbito de lo Sagrado

http://maestroviejo.wordpress.com/2013/01/14/guia-espiritual-para-tiempos-desesperados-por-billquick-2/

Capítulo 5   Conciencia sin Contenido

http://maestroviejo.wordpress.com/2013/01/21/guia-espiritual-para-tiempos-desesperados-por-billquick-3/

Capítulo 7 Apego

http://maestroviejo.wordpress.com/2013/01/28/guia-espiritual-para-tiempos-desesperados-por-billquick-4/

Capítulo 12 Las trampas del pensamiento automático

http://maestroviejo.wordpress.com/2013/02/04/guia-espiritual-para-tiempos-desesperados-por-billquick-5/

En el capítulo anterior meditábamos sobre el pensamiento automático, que nos lleva a una vida sin consciencia.

El ego tomaba las riendas de nuestras emociones, apegos, rutinas … ofreciendo una existencia programada y desconectada de nuestro auténtico yo.

Hoy el autor da un paso más y nos hace reflexionar sobre el sueño y la  realidad.

Estos pensamientos han sido ya vistos en el blog muchas veces en diferentes culturas, pensadores, religiones incluso en películas que han dejado huella como matrix.

Sin embargo aunque conocida, esta revelación tiende a resistirse.

Nuestro ego la ignora y si no hacemos un esfuerzo todo queda en una historia que no aceptamos.

Nos levantamos y seguimos viviendo en la matrix.

Si queremos despertar, si queremos ser conscientes de quienes somos, de lo que hacemos aquí… entonces debemos vivir en esta vida como lo hacían los personajes de matrix, como triniti.

Estos personajes aún cuando estaban en la matrix, eran conscientes de lo que esta representaba y gracias a eso, podían tener y actuar por encima de las leyes de la matrix

Si nosotros aceptamos esto. Nosotros podremos elegir los futuros potenciales de nuestra vida.

Podremos mirar esta “realidad” desde una óptica nueva.

Entonces ya no nos atrapará.

Entonces utilizaremos nuestros sueños de forma adecuada.

Solo entonces seremos conscientes y tendremos libertad real para decidir sobre nosotros mismos.

Capítulo 14

El Gran Soñador

Vamos a comenzar este capítulo haciendo una aclaratoria respecto a la capitalización de ciertas palabras que normalmente se escriben con minúscula.

Siempre que capitalizamos palabras como “Real”, “Verdad”, “Supremo”, “Espíritu”, “Amor” etc., es para señalizar su significado trascendental, en contraste con el significado más mundano que se les atribuye cuando se escriben con minúscula.

Cuando utilizamos las palabras: Verdadero (con mayúscula) o, Real (también con mayúscula), estamos apuntando a esa fuerza todo-abarcante y todo-poderosa que mencionamos en el capítulo anterior. El Poder Supremo del que todas las cosas emanan.

Cuando utilizamos las mismas palabras (verdadero, real), con minúscula, estamos refiriéndonos a la realidad comúnmente aceptada: la gente, los animales, el paisaje, los distintos objetos, situaciones, circunstancias, etc. que están sujetas a la existencia de ese Poder Supremo, sin que ese Poder Supremo dependa para nada de ellas.

Desde la perspectiva de ese Poder Supremo, todas las cosas son ilusorias. Es decir efímeras, transitorias. Chispazos fugaces en la inmensidad de la Eternidad.

Manteniendo esto en mente, pasemos ahora a desarrollar el siguiente argumento:

Si bien nosotros nos consideramos “reales”, hay un aspecto de nuestras vidas que consideramos “ilusorio”, y se trata de nuestros sueños. Pasamos un tercio de nuestras vidas durmiendo y, en ese lapso de tiempo tenemos innumerables sueños. Estos sueños no son más que ecos desordenados de nuestro estado de vigilia pero, mientras duran, se experimentan como “reales”; aunque, debido a su corta duración y variedad, sabemos que no son lo que llamamos “realidad”. Si todas las noches nuestro sueño mantuviera continuidad y coherencia con el del día anterior, no podríamos saber la diferencia entre estar despiertos y estar soñando. Ni entre “ilusión” y “realidad”.

Pero como no es así, estamos razonablemente seguros de que nosotros somos “reales” y nuestros sueños “ilusorios”. Es decir, son transitorios, pasajeros y breves, en comparación con nosotros que nos consideramos “sólidos” y “permanentes”.

Podemos, entonces, asimilar eso que llamamos Dios o lo Supremo, a la idea de un Gran Soñador. Y que las cosas, seres y mundos, son proyecciones de ese Gran Soñador, de igual manera que nuestros sueños son una proyección de nosotros mismos.

Ahora imaginemos que estamos soñando. En nuestro sueño estamos encerrados en una habitación blindada sin puertas ni ventanas. Hemos examinado las paredes, palmo a palmo, en busca de una posibilidad de escape, sin encontrar ninguna. El oxígeno comienza a escasear. Empezamos a sudar frío. El corazón nos late violentamente mientras buscamos, desesperados, una salida. La muerte es inminente y, cuando está a punto de suceder… ¡Nos despertamos!

Abrimos los ojos y comprobamos que no estamos encerrados, sino acostados en nuestra cama como todas las noches. ¡Era una pesadilla! Sí, una pesadilla, pero ¡Parecía tan real!

La desesperación, la falta de aire, las paredes blindadas, los latidos de nuestro corazón, absolutamente todo, parecía tan real como la vida misma. Tan real como la vida misma. Y no fue necesario que nadie nos rescatara; no tuvieron que intervenir los comandos de élite, lo único que sucedió fue que la intensidad del miedo nos hizo recobrar nuestro estado de lucidez. La solución a nuestro dilema era sencilla. No hacía falta sufrir tanto. Tampoco era necesario que la pesadilla se dulcificara. Lo único que hacía falta era abrir los ojos. Pero eso es algo que sólo se puede hacer si uno se da cuenta de que está soñando. De lo contrario, queda atrapado en el sueño.

En nuestro ejemplo hay, por una parte, un soñador, o sea, una persona que sueña, que consideraremos “real” y, un ser soñado, que consideraremos “ilusorio”. En el sueño, el ser ilusorio o “soñado” se percibe a sí mismo como “real”. Si apareciera otro personaje en el sueño y, cuestionara la realidad del personaje “soñado”, este reaccionaría con incredulidad: “¿Cómo me va a decir que soy un sueño, si yo siento la desesperación y la angustia de estar aquí encerrado?”

El ser soñado es imaginario, pero se cree “real”. Ahora démosle a Maharaj el beneficio de la duda y, aceptemos – hipotéticamente – que nosotros somos seres soñados y no “reales”. Nosotros sentimos nuestra “realidad”, pero estamos siendo soñados, nos dice Maharaj. Al igual que al ser soñado del ejemplo, nos parece absurdo que nos digan esto. ¿Cómo puede mi vida ser un sueño? ¡No tiene sentido!

Pero, tengamos la amplitud de suponer que esto sea así – ¿Podría el ser soñado despertar? De ninguna manera, porque si no es real, si es un ente soñado, si no existe – ¿Cómo va a despertar? Entonces – ¿Quién es el que despierta? ¡El único que puede despertar es el soñador! Y ahora la pregunta es – ¿Quién es el soñador? ¿Quién está soñando que es un personaje llamado tal o cuál?

Y, la respuesta es: ¡Yo soy el Soñador! ¡No soy fulano, ni sutano! Soy Eso (lo Real), soñando que soy un individuo con nombre y forma particulares. No estoy atado a ese personaje ¡Soy el Gran Soñador; el Océano Infinito de la Conciencia en el que todos los seres aparecen y desaparecen!

La Iluminación consiste en el despertar del Soñador. El Gran Soñador tomando conciencia de sí mismo. La “persona” que usted cree ser, los problemas que cree tener, el mundo inhóspito en que vive, son parte del sueño del Gran Soñador. Cuando el Gran Soñador despierta, “usted” y sus “problemas”, desaparecen para siempre. Y sólo queda la Conciencia auto-existente y auto-refulgente que llamamos Dios y, Eso, es lo que usted es.

Ese es el Gran Descubrimiento.

Pero se equivoca el lector/a si cree que por haber entendido este argumento ya está Iluminado/a. Una cosa es creerse rey de Inglaterra y, otra muy distinta ser rey de Inglaterra. Si hemos examinado en detalle lo expuesto en este libro, hasta estar plenamente convencidos de su veracidad, hemos dado un paso tremendamente significativo. Ahora vemos las cosas como son y, no como nos han dicho que eran. Nos hemos quitado la venda de los ojos.

Ya no podemos seguir culpando al mundo de nuestras miserias. El problema no es el mundo – ¡Somos nosotros!

Ahora tenemos que comenzar a actuar desde esta nueva perspectiva desmontando, paso a paso, la identificación con la estructura sicosomática que nos impide el disfrute de nuestra verdadera naturaleza.

Aunque tengamos una nueva visión, eso no quiere decir que hayamos desmontado los pesados condicionamientos que aun llevamos a cuestas. Estos han sido reforzados por tantas repeticiones a lo largo del tiempo, que podríamos decir que se han petrificado. Nos tienen cautivos dentro de una armadura de piedra. Disolver esa estructura no es cuestión de dos días, aunque puede suceder de forma espontánea. Para la gran mayoría de los mortales es un trabajo a largo plazo, en el cual juegan un papel preponderante la paciencia, la seriedad y la perseverancia. Si lo hacemos sin ansiedad por los resultados llegará el día en que, sin darnos cuenta,  se abrirá la puerta del lado izquierdo y descubriremos ¡por fin! lo que nunca ha estado ausente: ¡El Ámbito Sagrado de la Existencia!

En el Bhavagad Gita, Krishna afirma: “De cada mil, uno me busca y, de cada mil que me buscan, uno me encuentra”. Jesús, por su parte, nos advierte: “Muchos son los llamados y pocos los escogidos”. Maharaj dice: “La urgencia de encontrarse a sí mismo debe ser como la del sediento que no encuentra agua, como la del pez sacado del agua por volver a ella”.

Cito estas palabras, no para desanimar al lector, sino para evitar que se tome la Iluminación a la ligera.

La Iluminación, Despertar o, Liberación, es la naturaleza intrínseca de todo ser vivo, lo cual no quiere decir que ese potencial se actualice de manera colectiva, ni tampoco que sea un hecho ligero ni casual. El Florecimiento Espiritual del hombre es la razón de ser del universo y, requiere, como ya dijimos, de una entrega total, una intensidad máxima sostenida, un salto cuántico.

Pero no se trata de una empresa imposible. Es el destino eventual de cada uno de nosotros.

Y para darnos ánimo, escuchemos las siguientes palabras de Maharaj:

“Continúe diciéndose a sí mismo: No, no es así, no puede ser así, yo no soy así, no lo necesito, no lo quiero…y llegará, sin duda, un día cuando toda la estructura del error y la desesperación se derrumbará y los cimientos quedarán libres para una nueva vida”.*

Nada impedirá su despertar, aunque pueda llevar algún tiempo. Cuando empiece a cuestionar su sueño, el despertar no estará lejos…”*

“La diferencia entre yo y los demás está sólo en la mente y es temporal. Yo era como usted, usted será como yo”.*

 

* “Yo Soy Eso”. Nisargadatta Maharaj. Editorial Sirio

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