No hay necesidad de reclamar nada, pero eso sí, no se puede recibir ningún beneficio que haya sido ganado. Ahora bien, en los asuntos humanos también puede presentarse un lapsus entre acción y reacción, que podría variar de cero a muchos años, a veces toda una vida, o aún mucho más y es esta demora la que puede incitar a pensar en la posibilidad de que ese efecto nunca llegue, algo así como aquél que lanzó la piedra que aterrizó en el tejado y que pudiera inducirle a alejarse y olvidar el incidente, sin darse cuenta de que algún día, en el futuro, el efecto de su acción habrá de cumplirse, porque cada vez que se piensa, se siente o se actúa, se origina un cambio en la parte invisible de su naturaleza, generando una fuerza psico-magnética, que en lo sucesivo, ubicará irresistiblemente a la persona en esas circunstancias donde el equilibrio de la acción puede ocurrir o, sin lugar a dudas, ocurrirá. De ese modo, el ser humano por sí mismo, es el vínculo entre su acción y el efecto que debe producirse, algo así como un manojo de fuerzas y energías de su propia elaboración, en la que cada una es el resultado de una acción anterior, y tiende a equilibrarse espontánea y automáticamente. Así como el imán recoge las limaduras del hierro y no recoge la arena, así mismo, cada una de esas fuerzas desequilibradas atraerá a su equivalente propia.
Ángel Luis Fernández.
http://senderodelmago.blogspot.com.es/2013/02/la-piedra-sobre-el-tejado.html