Wilhem Reich y el camino del “orgón”

Siguiendo el hilo de un comentario de Marge
en el artículo http://maestroviejo.wordpress.com/2011/07/14/los-orgonites-y-su-realidad-cientifica/

Redacción.- El capítulo V del libro en elaboración “La Conspiración del Clima” está dedicado a Wilhelm Reich, el sexólogo y teorizador de la “energía orgánica”. Reich, empezó a mostrar signos evidentes de desequilibrio pocos años después de su ruptura con Freud. El autor de “Psicología de Masas del Fascismo”, al trasladarse a los EEUU creyó descubrir una forma de energía nueva capaz de alterar el clima…

Capítulo V
Reich el precursor enloquecido
Es posible que Wilhelm Reich en su juventud conociera los trabajos de Nikola Tesla, en cualquier caso, algunos de sus trabajos inducen a pensar que así fue y que algunas de las más extrañas teorías del psiquiatra austríaco, procedían de una mala comprensión de los trabajos del serbio. Aun hoy, los discípulos de Reich, un pequeño núcleo activista extremadamente devoto de los trabajos de su maestro, sostienen que determinados “inventos” del psiquiatra tienen el poder de alterar el clima. De ahí que Reich tenga lugar en estas páginas, acaso como precursor, pues, no en vano, demuestra hasta qué punto el sueño de modificar el clima es una constante en la humanidad que nació con el siglo XX.

Wilhelm Reich: la ruptura con Freud

Wilhelm Reich nación en 1897 en 1897 en Dobrzcynica (Autriche). Su infancia no fue fácil. A los 13 años, su madre se suicidó tras reconocer que mantuvo relaciones sexuales con su preceptor. Tres años después, su padre murió de tuberculosis. Reich tenía en ese momento 16 años, era el hermano mayor y se encontró al frente de una granja familiar que le facilitaba vivir con holgura. Sin embargo, no estaba en la mentalidad de Reich ejercer de campesino durante muchos años.

Paradójicamente, la Primera Guerra Mundial vino en su ayuda. En 1916 fue reclutado por el ejército austríaco, destinado a una unidad de artillería que operaba en el frente italiano. Ni vivió grandes riesgos, ni contempló las tragedias que se daban en otros frentes del conflicto. En realidad, el gran problema que experimentó fue la derrota del Imperio Austro-Húngaro que modificó profundamente las fronteras de su país. El Tratado de Versalles había hecho que su tierra natal pasara a la recientemente formada Yugoslavia, así que prefirió establecerse en Viena y seguir estudios de medicina, durante los cuales se unión a la Sociedad Psicoanalítica de la capital austríaca, dirigida por el mismísimo Sigmund Freud. Obtuvo el título de medicina en 1922, cuando ya hacía dos años que practicaba el psicoanálisis y la psiquiatría regularmente. Empezó a ganarse la vida ejerciendo la práctica privada de estas dos ramas de la medicina, entonces en auge. Mientras, continuó sus estudios de neuropsiquiatría.

En los doce años siguientes, continuó residiendo en Viena, llegando a ser uno de los más eminentes miembros de la Sociedad Psicoanalítica vienesa que, en la práctica, constituía el centro mundial de la psiquiatría freudiana. Trabajó entre 1922 y 1930 junto al doctor Freud, como primer asistente en la Policlínica Psiquiátrica fundada por éste.

Pero no se trataba de un discípulo fiel. A menudo, tenía ideas propias que, antes o después, debían entrañar la ruptura con su maestro. Muchos, ayer y hoy, han dicho que Reich tenía desde muy joven ansias de notoriedad y que, muy pronto, evidenció profundos desequilibrios interiores, cristalizados en forma de paranoias que deberían, finalmente, alejarlo de los caminos de la ciencia. Esto puede ser –y de hecho es, como veremos- en parte cierto, pero lo que conviene resaltar aquí es que Reich exploró zonas de la mente en las que el doctor Freud se había negado a penetrar. Esto provocó la ruptura final entre ambos psicoanalistas y la polémica estuvo en el origen de las críticas más violentas que, a partir de ese momento, debió afrontar. Tales críticas, han hecho olvidar las investigaciones de Reich en el terreno de la líbido, terreno en la que se sitúan sus principales activos en materia psicoanalítica.

El camino del Orgón

Freud no daba mucha importancia al orgasmo. A pesar de ser la concreción extrema del Eros y, por tanto, del principio del placer, se diría que el fundador del psicoanálisis no había advertido –quizás por no haberlo experimentado en grado de excelencia- el papel del orgasmo en la naturaleza humana y lo que podía desprenderse de este análisis. La reflexión psicoanalítica de Reich, por el contrario, parte del orgasmo como clave de bóveda de su sistema.

Reich había observado que durante el orgasmo se producía una desconexión entre conciente e inconsciente, “algo” en el ser humano parecía penetrar en un terreno fronterizo entre la vida y la muerte, entre el ser y el no ser, que no podía alcanzar en virtud de ninguna otra actividad. A partir de finales de los años veinte, Reich establece sus primeras teorías sobre el orgasmo. Explica que en el momento en que el climax del placer embarga a los amantes, se libera una energía de un tipo muy particular, a la que dará el nombre de “Orgón”. Esta energía, según la teoría    reichiana, excede con mucho el ámbito de la sexualidad, y dese manifiesta en todos los aspectos esencia, debiendo estar necesariamente presente en una vida sana. Su déficit provoca angustia y enfermedades. Reich intenta explicar los motivos por los que esta energía experimenta alteraciones negativas para la psique y la salud en general. Alude a que determinados traumas de la infancia –en esto sigue a su maestro- tienden a reprimir las funciones naturales del organismo. Es entonces cuando se producen las patologías físicas y mentales. La conclusión es palmaria: restableciendo los flujos energéticos de “Orgón” en el interior de la naturaleza humana, se restablecerá, así mismo, el estado de salud.
En 1927, Reich perfiló lo esencial de estas ideas en una hipótesis arriesgada que iba a suponer su expulsión del ámbito freudiano ortodoxo. El libro, titulado “La genitalidad en la teoría de la terapia de las neurosis”, provoca una reacción extremadamente hostil en Freud y en su círculo íntimo. A partir de ese momento, ya no cuenta con un marco favorable para el ejercicio de la psiquiatría en Viena. Es entonces cuando se traslada a Berlín en donde ingresa en el Partido Comunista Alemán. Pero también aquí dará que hablar y provocará reacciones hostiles.

En Berlín, fundó el Instituto de Psiquiatría Popular, abriendo por primera vez su consultorio psiquiátrico a clases sociales desfavorecidas que jamás hubieran podido pagar los servicios de un psicoanalista. Gracias a las confidencias realizadas por cientos de trabajadores, fundamentalmente de izquierdas, pudo conocer mejor a la clase obrera y, por tanto, se sintió en condiciones de elaborar una teoría propia sobre la aparición del nazismo.

Su libro “Psicología de masas del fascismo” denuncia la falsedad de la doctrina oficial del comunismo sobre el  fenómeno fascista. Reich niega que el nazismo sea solamente el “brazo armado de la burguesía”. De hecho, él sabía perfectamente, que buena parte de los militantes del nazismo, procedían de la izquierda y de la extrema-izquierda y eran, en cualquier caso, proletarios. Así pues, el nazismo era algo más complejo que una simple reacción de la burguesía. Reich intenta encontrar una matriz sexual al nazismo. Para él, la svástica esquematiza la unión sexual entre hombre y mujer y de ahí procede la extraordinaria fascinación que ha encendido en todas las épocas y en diversos ámbitos culturales.

Si la interpretación sexual del nazismo recibe excomuniones por parte del Partido Comunista, puede pensarse como fue recogida en los medios hitlerianos.

Para colmo de sus desgracias, el 30 de enero de 1933, Hitler es nombrado Canciller del Reich. Y como tragedia añadia, el nazismo muestra un carácter particularmente agresivo en relación a los judíos. Wilhelm Reich, además de psicoanalista heterodoxo, además de comunista militante, es
judío.

Cuando se inicia el gobierno nacional-socialista, Reich, precavidamente, huye de Alemania y se refugia, primero en Dinamarca, luego en Inglaterra y más tarde en Suecia. En los tres países, es declarado indeseable. Afortunadamente para él, resulta mejor acogido en Noruega donde puede establecerse momentáneamente y fundar el Instituto de Investigaciones Biológicas de Economía Sexual, extraño nombre bajo cuya acogida seguirá las investigaciones en relación a la energía orgánica. Es el año, 1938, dieciocho meses después, se embarcará para los EEUU, que ya no abandonará jamás.

Desde 1933 –año del advenimiento del nazismo- había abandonado la práctica de la psiquiatría privada y se consagró a perfilar sus conocimientos sobre la “energía orgónica”. Sus investigaciones van en la misma línea que había iniciado en Viena. Es en este período en el que Reich cree tener motivos suficientes como para pensar que la energía orgónica, no se libera solamente durante el orgasmo, sino que representa una fuerza vital presente en el conjunto de la creación. Se trata de una fuerza invisible, difícilmente mesurable, de carácter cósmico y omnipresente, el fundamento mismo de la existencia. A partir de ese momento, los únicos problemas que le interesa resolver son los relativos a la medición, utilización, captación y manipulación de la que, a partir de entonces, llama “energía orgánica”. Con ese bagaje teórico llega a los EEUU.

En Norteamérica, con la CIA

Nada más llegar, se establece como profesor de la New York School for Social Research, donde es presentado por su amigo el profesor Théodore P. Wolfe, especialista en medicina psicosomática. Allí enseñará la biofísica del   Orgón, actividad que junto con la edición y reedición de algunos de sus libros le dará cierta holgura económica como para comprar en 1942 una amplia propiedad de 80 hectáreas en Maine. Será en esa propiedad, rebautizada “Orgonon”, donde establecerá su cuartel general y la sede de la fundación que llevará su nombre.

En esa época, se considera algo más que un psiquiatra. Se tiene por filósofo, sociólogo e inventor; en calidad de tal, construirá su principal instrumento terapéutico al que llama “acumulador de Orgón”. El aparato no puede ser más simple: del tamaño de una cabina telefónica, las paredes están hechas con capas de metal y de materiales orgánicos… este simple cajón debería bastar, según Reich, para facilitar al usuario la provisión de Orgón que ha perdido durante el día o bien a causa de una disfunción. Reich está convencido, en esa época de que este “aparato” es capaz de curar todas las enfermedades, incluido el cáncer. Así mismo, debería aliviar, siempre según su inventor, cualquier tipo de disfunción sexual. El aparato es caro –y reporta a Reich pingües beneficios- y, por tanto, no está al alcance de todos, de ahí que pronto se dé cuenta de que precisa poner en circulación acumuladores de menor tamaño. Diseñará una manta orgónica y también un “entonador orgónico” que debería ser capaz de dirigir la energía captada hacia aquel órgano que el usuario precise.

El acumulador orgónico debería, pues, aprovechar al “energía vital”, pero ¿qué es esta energía y cómo está relacionada con la energía cósmica? Se trata de la energía orgónica que impulsa a todos los seres vivos. Mediante el “acumulador”, la energía orgónica atmosférica penetra las paredes del equipo y el individuo situado en su interior, absorve tanta energía orgónica como requiera.

Pero los “acumuladores orgónicos”, terminarían siendo la ruina para Wilhelm Reich.

La herencia de Wilhelm Reich

De Reich han derivado distintas terapias, usuales en el movimiento de la New Age: CORE-Energética, bioenergética, rolfing, etc. Incluso los catálogos de objetos de “new age” se han visto repletos de acumuladores orgónicos, cañones para romper nubes y otras lindezas a precio de mercado. Lo terrible es que Wilhem Reich murió completamente loco y todo este material fue creado precisamente en el momento en que ya empezaba a demostrar desequilibrios paranoides. No puede extrañar que algunos de sus herederos hayan terminado por regresar a aquello que siempre ha estado tan cerca del psicoanálisis: el ocultismo; ya veremos más adelante por qué decimos esto.

A principios de los años setenta se habían publicado algunos libros de Reich en español, pero ya antes había suscitado el interés en algunos psiquiatras como el doctor Ramón Sarró, amigo personal de Reich y alumno suyo en la Policlínica de Viena, o Ramón García, profesor de la Escuela de Psiquiatría de la Universidad de Barcelona. Pero no fue sino hasta la primavera de 1978 cuando Carlos Frigola, que había sido alumno de Eva Reich -hija de Wilhem Reich- en la Tavistock Clinic de Londres, la invitó a dar unas conferencias y seminarios en las Universidades de Valencia y Barcelona. A raíz de estos cursos se organizó un encuentro en Figueras (Gerona) en donde, asistiendo la propia Eva Reich, fue creada la “Fundación Wilhem Reich” que todavía realiza cursos, seminarios y edición de la “Revista de Ciencias Orgonómicas”.

La mejor biografía de Reich está escrita por su mujer Ilse Ollendorff. Después de colaborar durante 12 años ininterrumpidamente con Reich, la Ollendorff reconoce que a medida que iba pasando el tiempo cada vez entendía menos de las teorías de su marido. Es patético cuando explica la fabricación del primer acumulador de energía orgónica -apenas una caja de cigarros, “con cellotex en la parte exterior y una hoja de acero en el interior, con respiraderos en la tapa”– y acto seguido explica que Reich se sentía increiblemente solo, “necesitaba hablar y yo estaba allí para escucharlo, pero no comprendía las implicaciones de lo que decía ni tampoco las entendía ninguna otra persona de su alrededor”. 

Reich escribió a Einstein en 1940; se entrevistó durante 5 horas con él en Princetown en enero del 41, habló con él sobre la “energía orgónica” e incluso le llevó un “acumulador”. Einstein se comportó gentilmente con él, lo despidió y no quiso volver a saber nada más del asunto. Reich atribuyó esta repentina indiferencia a “una conspiración general de inspiración comunista”. El caso supuso un grave quebranto moral para Reich que ya se veía trabajando junto a Einstein y otros cerebros científicos. Estaba harto de tratar neuróticos, quería abrirse campo en el terreno de las ciencias físicas y encontrar el nexo de unión entre psique y materia. En 1942 Reich empezó a tratar pacientes de cáncer con los acumuladores orgónicos y a venderlos. Hay que decir que el acumulador no era vendido como remedio contra las enfermedades sino como una forma de fortalecer el cuerpo, y por tanto a hacerlo inmune a las enfermedades y capaz de derrotar a las que ya estaban en curso. La administración americana prohibió en 1956 la venta de estos aparatos. La venta apenas había llegado a las 300 unidades.

Probó también un motor de energía orgónica, pero en esa época su manía persecutoria se había ido ampliando. Uno de sus ayudantes, un muchacho problemático, desapareció, Reich sostuvo la teoría que el ”joven había sido había sido secuestrado por conspiradores comunistas que querían el secreto de la fuerza motriz en la energía orgón”. El joven nunca apareció, pero la Olendorff sostiene que había sido internado en una clínica psiquiátrica. En 1950 las cosas no mejoraron; Reich concentró esfuerzos en la realización de un “rompenubes” o “cloudbuster” que no era otra cosa más que ”un dispositivo de tubos huecos ubicados en una suerte de placa giratoria que podía manipularse para que apuntara en la dirección deseada. Los tubos estaban conectados con cables que debían introducirse en la tierra o en una fuente de agua corriente. La teoría era que los tubos extraerían la energía orgón de las nubes, y que el agua a su vez extraería la energía recogida de los tubos y neutralizaría sus efectos”. Claro está que las nubes se rompían, pero es que es preciso ver una nube para saber que es la muestra más clara de lo impermanente. Reich había creído descubrir que el Orgón disponía también de un “lado oscuro” que cristalizaba en formas energías destructoras. Tales energías se concentraban en determinados momentos en la atmósfera terrestre y, frecuentemente, adquirían la forma de nubes. Era lo que llamaba “Deadly Orgone Radiation” (DOR). Para disipar estas radiaciones y restablecer la normalidad en zonas del planeta, Reich construyó el “cañón rompenubes”.

Este dispositivo, consistía en una serie de tubos de cuatro o cinco metros y varios centímetros de diámetro unidos a un cable cuyos extremos pelados se ubicaban en la corriente de un río o un lago. Los tubos estaban situados sobre una estructura orientable en cualquier dirección (la plataforma de un viejo cañón antiaéreo), mientras que los extremos abiertos de los tubos se enfocaban sobre el cielo. Con esa tecnología, Reich afirmaba poder disolver nubes tormentosas, pero también, frecuentemente, observó que obtenía el efecto contrario: hacer llover en parajes desérticos o en sitios donde la lluvia no era estadísticamente posible y ni se esperaba. Hasta aquí no existía nada realmente “mágico” o “científico”: en un paraje, o llueve o hace buen tiempo, a expensas de lo que realizara el ser humano.

¿Cómo funcionaban los tubos? Nos los cuenta el mismo Reich: “Cuando los tubos conectados con un manantial o con un lago fueron apuntados hacia la nube de Dor (negra), ésta comenzó a encogerse desde la periferia hacia el centro y el azul normal empezó a extenderse más hacia la zona negra, hasta que las nubes de Dor desaparecieron completamente”. Esto disipaba la tormenta, debido a los cambios en el potencial energético producidos por el vacío o succión de energía obtenidos con el Cloud-buster. Para hacer llover, Reich apuntaba los tubos cerca de una nube pequeña, con el resultado de que ésta crecía hasta chocar con otras (que también podían “crearse”) y se producía la lluvia.

Reich en los últimos años de su vida desarrolló toda una teoría sobre los OVNIS; la mayoría de sus herederos han preferido cubrir un tupido velo sobre la última etapa de evolución de su pensamiento,  especialmente entre 1942 y 1957. De todas formas existen      artículos y rastros que permiten reconstruirlo.

Todo se inició en 1952 cuando algunos miembros de la comunidad afirmaron haber visto “platillos volantes”. Poco a poco fue obsesionándose con la idea de la presencia de naves extraterrestres que supuestamente observaban a la comunidad de “Orgonon”. El las llamaba “EA” iniciales de las palabras “Energía” y “Alpha”; sus tripulantes eran llamados CORE, siglas de “Cosmic Orgone Engineering”.

Llegó a obsesionarse con la idea de que algunas estrellas eran, en realidad, naves extraterrestres situdas sobre la comunidad de “Orgonon” para vigilarla; aprovechó el “cloudbuster”, más adelante denominado “cañón espacial”, que disiparía la energía orgónica negativa ‑DOR‑ liberada por las naves extraterretres y causante de las enfermedades del hombre. Estaba convencido que gracias a este instrumento había logrado debilitar algunas “luces azules” estacionadas sobre Orgonon.

Por lo demás la presencia de naves extraterrestes en nuestro planeta estaría dictada por su necesidad de cargarse aquí de energía orgónica positiva (OR) y desprenderse de la negativa (DOR) en forma de polvo negro que provocaría una lluvia y la consiguiente nausea, cianosis y malestar general.

En 1956 es condenado a dos años de cárcel por tráfico ilegal de “acumuladores de energía orgónica” que consideraba el único  remedio contra el cáncer… Murió en la penitenciería de  Willisburg el 3 de noviembre de 1957. En la última fase de su  vida Reich había abandonado la práctica psiquiátrica y proyectaba un nuevo culto basado en la eugenesia y denominado “Hijos del Porvenir”; una parte de sus seguidores renunciaron a sus extravagantes teorías enunciadas tras su llegada a EEUU, mientras que otros asumieron todos los contenidos, incluidos los ufológicos. Woody Allen satirizó la imagen de Wilhem Reich en la figura del científico loco de su película “Todo lo que usted quiere saber sobre el sexo y no se atreve a preguntar”.

Hacia el final. Últimas paranoias

En 1954, Reich es denunciado por varias instituciones como falsario. Los acumuladores de Orgón y todos sus derivados, son considerados como engañifas conscientes sin ningún valor terapéutico. El gobierno prohibe que venda los acumuladores de energía orgónica. Reich se declara en rebeldía, no acude al juicio y explica su posición por escrito: “El gobierno de los EEUU no está habilitado para tratar sobre la Ley Natural Fundamental. La orgonomía es una rama de la Ciencia Natural Fundamental… Presentar ante el tribunal para “defender” la Investigación Natural Fundamental constituye en sí un acto absurdo. En efecto, toda investigación en este terreno se sitúa fuera de la competencia jurídica de una administración social cualquiera que fuera. El derecho del Hombre al conocimiento debe ser protegido, si el término Libertad debe significar algo más que un eslogan político privado de sentido. No compareceré ante el tribunal para “defenderme” contra un proceso iniciado a partir de una denuncia, cuya naturaleza misma demuestra que ignora todo sobre la ciencia natural”…

Una defensa así no podía ocasionarle más que nuevos problemas. El 19 de marzo de 1954, Reich es definitivamente condenado. Una vez conoce la sentencia proclama a quien quiera escucharlo que es víctima de una conspiración orquestada por los ”fascistas rojos”. En 1956 es ingresado en un establecimiento penitenciario del Estado de Maine para cumplir dos años de prisión y sus escritos, por orden judicial, son destruidos. El 3 de noviembre de 1957, muere de una embolia pulmonar, sin haber abonado los 10.000 dólares de multa a los que también había sido condenado.

En el momento de su muerte, casi todos los que habían sido sus discípulos, opinaban que se había trastornado a causa de las iniciativas judiciales. Su mujer, Ilse Olendorf, y su hijo, Peter Reich, defendieron su memoria en diversas obras reivindicativas. Meter, en su libro “A Book of Dreams”, al describir su vida en Organon, recuerda el placer que le producía a él y a su padre, hacer llover gracias al “cloudbuster”.  De ser así, nadie, salvo ellos, habrían conseguido que el malhadado invento de Reich funcionara al menos una vez en la vida. Los discípulos de Reich sostienen que obtuvo resultados concretos y recibió una recompensa de 1000 dólares procedentes de un agricultor, Osmon Merrill y del banquero H.B. Philips, por haber salvado sus cosechas en 1953, gracias al “cloudbuster”. Cuentan, así mismo, que uno de los principales “hombres de la lluvia”, James de Meo, se pasean por todo el territorio norteamericano, transportando una reproducción de ese cañon, con el que obtiene excelentes resultados.

Reich, la CIA y el control del tiempo

En 1947, Reich se comprometió durante cinco años a trabajar para el OSS, precedente de la CIA. La CIA puso especial interés –lo cual dice mucho en el contexto que nos ocupa- sobre el aparato diseñado para controlar el tiempo y la atmósfera. Ese aparato, al decir de su inventor, era capaz de “aspirar” las energías DOR y atenuar la violencia de una tempestad. De ser así, era evidente que una acumulación de energía DOR, podía operar el efecto contrario, esto es, acentuar la virulencia de una tempestad.

Los discípulos de Reich afirman todavía hoy que las pruebas realizadas por la CIA dieron un resultado positivo y que experimentaron con éxito sobre una tempestad. La fase siguiente del “Proyecto Fénix” –tal era su nombre en clave- consistía en lanzar a la atmósfera entre 200 y 500 radiosondas al día. Estas radiosondas consistían en unas cajas fabricadas en los laboratorios de Brookhaven a partir de los trabajos y las indicaciones de Reich. Se trataba, en la práctica de pequeños acumuladores orgánicos que debían absorver el excedente de energía DOR que se encontraba en determinadas zonas de la atmósfera. Emitían una señal oscilante continua sobre un radio de 100 millas, y se esperaba que tuvieran la capacidad de convertir la energía eléctrica en energía etérica. Utilizaban primeramente la frecuencia de 403 mHz y luego la de 1680 mHz. Las pareder de la caja estaban formadas por un “thermisor” compuesto por oro, plata, planito e iridio, recubierto por una capa plástica que aislaba de la humedad. El dispositivo se  completaba con una aguja que actuaba a modo de antena capaz de captar las energías DOR y producir Orgón.

Algunos discípulos de Reich sostienen en la actualidad que este proyecto tenia como objetivo –en 1947, cuando se intuía en el horizonte la “guerra fría”- el control del clima. Esos mismos discípulos sostienen que la fusión de este proyecto con el Proyecto Filadelfia (intentar hacer invisible el propio armamento a los radares enemigos, que tuvo efectos secundarios sobre la tripulación de un navío de los EEUU), nació el Proyecto Fénix, uno de cuyos objetivos era alterar el normal curso del pensamiento.

En 1952, la relación de Reich con la CIA termina. Se han conocido muy pocos detalles de esta colaboración que demuestra solamente una cosa: que en esa época, los científicos norteamericanos a sueldo del Departamento de Defensa, estimaban que era posible alterar el clima e intentaron llevar sus pesquisas por la senda trazada por Wilhelm Reich.

Reich podía estar aquejado de un trastorno obsesivo compulsivo, pero alguien quería comprobar si verdaderamente, por mínimo que fuera el basamento científico de sus teorías, tenía razón y era posible, finalmente, controlar el clima. Eso ocurría sólo unos pocos años antes de que el proyecto ROTHR fuera puesto en marcha como precedente de HAARP. Era el período en el que Nikola Tesla acababa de fallecer y sus papeles habían resultado recogidos por el FBI.
© Ernesto Milà – infokrisis – infokrisis@yahoo.es

http://infokrisis.blogia.com/2005/111001-wilhem-reich-y-el-camino-del-orgon-.php

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