La decisión del primer ministro de Túnez, Hamadi Jebali, de abandonar su puesto ante la incapacidad de formar un Gobierno de “tecnócratas no pertenecientes a ningún partido” podría desencadenar una nueva revolución en uno de los países árabes más laicos.
El presidente del Gobierno tunecino anunció su disposición a marcharse por no haber podido poner en práctica su plan de formar un gabinete independiente, una medida que ayudara a relajar tensiones provocadas por el asesinato del activista de la oposición Shurki Belaid.
Disparando contra la Revolución de los Jazmines
Belaid, un convencido crítico de las autoridades islamistas, fue asesinado hace dos semanas. La muerte de una persona laica avivó el fuego del conflicto interno, dado que parte de la población del país está irritada por la incapacidad de la coalición gubernamental encabezada por el partido Al Nahda de mejorar el clima social.
Partidarios de las fuerzas políticas laicas se lanzaron a las calles, acusando a los islamistas de haber asesinado a un representante de la oposición y exigiendo que se retiren. En los enfrentamientos que duraron varios días falleció una persona y quedaron heridas cerca de sesenta.
Las autoridades tunecinas desmintieron todas las acusaciones y el primer ministro que es al mismo tiempo secretario general de Al Nahda manifestó que “las balas disparadas contra Belaid tuvieron por blanco a la revolución tunecina”. Recordemos que la llamada Revolución de los Jazmines se produjo en Túnez a finales de 2010 y principios de 2011.
Tras las multitudinarias acciones de protesta organizadas por la oposición, Al Nahda con la ayuda de los salafistas tunecinos convocó en la capital del país una acción de protesta, cuyos participantes exigían “defender los avances de la revolución de enero de 2011”.
El plan del primer ministro tunecino fracasa
Buscando evitar el agravamiento de la crisis, Hamadi Jebali, anunció su disposición de disolver el Gobierno y formar uno nuevo, un “gabinete de tecnócratas que no pertenezcan a ningún partido”. Prometió presentar la dimisión en caso de no conseguirlo.
La dimisión de Jebali, considerado uno de los miembros más liberales y moderados de su partido, podría conceder un mayor peso a los grupos islamistas más radicales que abogan por la creación en Túnez de un Estado religioso. Lo que inevitablemente reducirá todavía más el ya escaso flujo turístico.
De donde huyen los europeos, allá van los rusos
La esfera del turismo tradicionalmente era una de las principales fuentes de ingreso de Túnez, asegurando cerca del 7% del PIB del país. El sector no pudo sino verse afectado por la llamada Revolución de los Jazmines. El atractivo turístico de Túnez, donde además de los balnearios mediterráneos están situados numerosos lugares de interés de la época de Cartago y del Imperio Romano, algunos incluidos en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, cayó drásticamente. Las calles de muchas ciudades se quedaron desiertas, quedando sus habitantes sin medios de vida.
Sin embargo, de acuerdo con los datos oficiales, en 2012 el número de turistas creció en comparación con el año anterior, sin alcanzar todavía los niveles de antes de la revolución. Curiosamente, en el caso de los turistas provenientes de Rusia la situación es completamente opuesta. Fuentes en la Embajada de Túnez en Moscú indican que el año pasado visitaron el país 250.000 rusos, mientras que en 2010, tan sólo 180.000.
Habrá que ver cuál es la razón verdadera, el amor de nuestros compatriotas hacia el descanso en Túnez o la posibilidad de que en breve este Estado, convertido posiblemente en un Califato, pueda acabar cerrado a cal y canto para los extranjeros.
Todo empezó hace dos años…
Hace más de dos años, a finales de 2010 y principios de 2011, en Túnez tuvieron lugar acontecimientos durante la Revolución de los Jazmines que llevaron al derrocamiento del presidente Zine El Abidine ben Ali y a la llegada al poder de islamistas moderados. Según los datos de la ONU, los enfrentamientos se llevaron la vida de 219 personas, dejando heridas a otras 500.
La inestabilidad en el país provocó una reducción del volumen de las inversiones en la economía nacional. Un menor número que turistas que acuden a Túnez ralentizó los ritmos de la producción industrial e hizo que el paro se disparara hasta el índice récord del 17%. Además, las agencias internacionales bajaron tras el anuncio de la dimisión de Jebali el ranking crediticio de Túnez, lo que sin lugar a dudas tendrá efectos negativos para la economía del país, que está atravesando una crisis.