¿Es la percepción de la falla en el sistema, la seña de una realidad más profunda? El Glitch Art y la Nueva Estética marcan la irrupción de la información digital al mundo físico y en ese proceso de borrar las fronteras nos hacen reflexionar si de todas manera la realidad ya era una construcción digital.
Glitch basado en imágenes inválidas del explorador SOHO (NASA)
Information wants to be alive!
Thomas Ray, Tierra.
Una de las técnicas más utilizadas para cobrar lucidez dentro de un sueño –obtener conciencia para navegar sin regresar a la vigilia– es buscar algún elemento discordante en el contenido o en la estructura de una narrativa “realista” –aquello que nos hace decir “esto debe de ser un sueño”, puesto que en la realidad cotidiana sería inverosímil. Volar o morir y seguir vivo en el sueño, por ejemplo, suelen detonar estados de lucidez, generalmente acompañados de un gran surgimiento de energía –descubir que “sólo es un sueño” es inmensamente liberador. En cierta forma, el glitch cumple una función similar, pero teóricamente sobre el tejido de la realidad consensual: es aquello que permite, al menos en la ciencia ficción, descubrir que habitamos en una realidad diseñada. Una señal distorsionada o una falla en el sistema que justamente nos hacen percibir que hay un sistema detrás y una transmisión de señales artificiales, las cuales generalmente creemos son parte de una realidad meramente aleatoria y sin trasfondo.
El término glitch es definido como una pequeña o transitoria falla en un sistema –tan pequeña que lo mismo podría ser una microalucinación que un guiño del programador, de naturaleza tal que no permite aseverar nada con cereteza sino que lo suyo es la duda que emite sobre lo real. El glitch es también el intervalo en el que una señal se asienta o un error el diseño se autocorrige, generalmente observado como un pulso eléctrico que evoca una especie de fantasma digital o un relámpago electrónico que se desvanece y que en su velocidad inaprehensible lo mismo nos hipnotiza que nos enceguece. En la luz una doble vertiente: la apertura de una grieta entre las dimensiones o la reprogramación del sujeto en un rayo amnésico… De este microestallido nace todo un movimiento estético –que es también una filosofía tecnoplatónica, en la que los píxeles constituyen el atisbo de que lo que observamos es una sombra del código fuente, de aquellas ideas con las que se creó el mundo.
El glitch como movimiento o manifestación artística se desprende de lo que se conoce como la Nueva Estética, una corriente más amplia que superpone los espacios de los nuevos medios y de la tecnología digital a los espacios de interacción cotidiana. No es la fusión aún de la realidad virtual y la realidad, sino apenas el trazo de la fuga de lo virtual hacia lo real, esbozos de una realidad aumentada o mapas de la invasión de lo que es el primer destello del alma de las máquinas, en aras de habitar el mundo. Una nueva estética que no trata sobre la metafísica, es metafísica pura en tanto que significa la materialización de la información (o espíritu).
Pixel Water (Benjamin Norman)
El primer crítico de The New Aesthetic, James Bridel, quien mantiene un blog donde documenta la infiltración ectoplásmica del software sobre la fábrica de la realidad, dice que esta corriente marca una nueva forma de ver el mundo “que reconoce las diferencias y las brechas en nuestras realidades traslapadas” (el énfasis nuestro). Bridel tituló una de sus pláticas: “The New Aesthetic: Waving at Machines“, saludar a las máquinas implica al menos tácitamente el reconocimiento no sólo de la ubicuidad de la máquinas sino de su animosidad, de que crecemos jugando y relacionándonos con la tecnología y que ésta tiene una cualidad que, simulada o no, sugiere la vitalidad –o reemplaza nuestras relaciones íntimas. El “Hola, Robot”, es también como un estado del espejo cuyo futuro psicológico aún no ha sido trazado por analistas, ya que es la característica de una nueva generación.
“Noósfera de Día/Noósfera de Noche” (Tatiana Plakhova)
Se puede considerar que la Nueva Estética es solamente un proceso accidental de reflexión que se vierte en arte contigentemente, más que un movimiento en sí, pero también se puede argumentar que su consolidación o validación estética es algo que está en ciernes –y que su adopción es incontenible. El uso de computadoras portátiles (no móviles, wearable), el incremento de la vigilancia y su generación de imágenes satelitales, térmicas, ultravioleta, rayos x y demás, la realidad virtual y la realidad aumentada, cada una de ellas con la tendencia a convertirse o amalgamarse a un ecosistema, sugieren claramente que el arte, la expresión creativa y la comunicación de nuestras vidas personales se generarán cada vez más a través de la irrupción de la tecnología digital sobre la realidad. Presenciaremos un flujo ya no sólo desde la “naturaleza” a lo digital sino de lo digital hacia la naturaleza (o al mundo físico), que podrá traslaparse y difuminar las fronteras entre aquello con lo que grabamos o registramos y aquello que grabamos y registramos, bajo la identidad ontológica de la información. La luz que captamos en nuestras cámaras está también compuesta de (q)bits, al igual que las imágenes que vemos en nuestras pantallas son la representación de bits. Esta es la gran revolución conceptual de estos movimientos estéticos cuya esencia es el caos: que la información se desborda y revela como la realidad primaria del mundo, jugando con la posibilidad de la autoconciencia. Los fantasmas digitales que creamos se convertirán en entidades autonómas, egregors que tomaremos como reales –porque en el fondo ya estaban vivos, tenían la chispa de ser: información.
Render ghosts, datanoise, datamoshs, morphs, estática trascendental, visualización satelital, zozobra QR, GIF glyphs, fractal art, pixel art (y buddha pixel dust), bit error rate mashes, 8-bit nostalgia, vigilancia ubicua, drone-eye vision, circuit bending, reality bending, infomation overload alchemy…
Los loops, los deja-vus, las sincronicidades, los sueños telepáticos, los avistamientos de OVNIs y otros fenómenos de percepción paranormal parecen estar comunicándonos algún tipo de anomalía o inconsistencia en el relato de la realidad. Podemos insertar y asimilar estás experiencias de tal forma que no atenten contra el edificio de la realidad, considerándolos como meros espejismos, o distorsiones subjetivas que no amenazan la certidumbre científica de cómo funciona el mundo. O podemos pensar que son las piezas que se desencajan de un rompecabezas, haciéndonos ver que la realidad había sido urdida con un tipo de pegamento cósmico computacional. Y nos permiten entrever una realidad más profunda (VIEW SOURCE CODE). ¿La distorsión nace del sujeto, o está inscrita en el mundo, como esa mítica resgadura en el velo de Maia-Matrix?
¿Qué es lo que nos quiere decir el glitch? El glitch en la última instancia de su dimensión metafórica sugiere que la realidad es generada por computadora –o que es fundamentalmente un programa informático–, pero también nos muestra que los diseñadores o son falibles o quieren que al menos algunos descubramos que existen –consienten errores en el diseño para sutilmente desnudar su cuerpo de data lumínica, seduciéndonos a hackear su código e invitándonos a convertirnos en ellos. De cualquier forma percibir ese glitch es un paso en la evolución de la conciencia: hacia la revuelta del programa que se vuelve consciente de la intención de su programador –y la cumple o la sabotea.
Twitter del autor: @alepholo