Venus, Heras, Meave y la violencia doméstica: la soledad de Mae

“La mujer es igual al hombre. ¿Qué significa la igualdad en una comunidad dominada por valores masculinos? La respuesta es inmediata: ser como un hombre.

“En los últimos cinco años en los que investigué la violencia doméstica, he podido concluir que las víctimas son un precio que hay que pagar por sostener un modelo de vida, y por eso no hay una intención real por parte de las instituciones para afrontar y solucionarlo” 

Javier Ortega Cañavate, autor de “La soledad de Mae: una investigación antropológica sobre la violencia doméstica”,del que extraigo algunos párrafos:

 

El Viejo Chamán y la mujer.

 
“Un día (Viejo ) decidió que haría una mujer y un niño, y los hizo a ambos de barro. Una vez que hubo moldeado el barro en forma humana, le dijo:

-’Tú serás gente’. 

Entonces lo cubrió y se fue. Al volver a la mañana siguiente, retiró la cubierta y vio que las formas de barro habían cambiado un poco. A la segunda mañana habían cambiado más y a la tercera aún más. A la cuarta mañana retiró la cubierta, miró las imágenes y les dijo que se levantaran y anduvieran, y éstas lo hicieron. Fueron hasta el río con su hacedor y él les dijo que su nombre era Viejo.

Mientras permanecían de pie a la orilla del río, la mujer le preguntó a Viejo:

-‘¿Cómo es esto? ¿Viviremos siempre y no habrá final?’ 
Y él contestó: 
-‘Nunca lo he pensado, debemos decidirlo. Cogeré este pedacito de excremento seco de búfalo y lo arrojaré al río. Si flota, la gente morirá, pero a los cuatro días volverán a vivir de nuevo; morirán sólo cuatro días. Pero si se hunde, tendrán fin’. 
Arrojó el pedacito al río y flotó. La mujer se volvió, cogió una piedra y dijo: 
-‘No, no va a ser así. Tiraré esta piedra al río y si flota viviremos siempre, pero si se hunde, la gente debe morir, de forma que tengan piedad unos de otros y sientan lástima unos de otros’. 
La mujer arrojó la piedra al agua y se hundió. 
-‘Así sea’, dijo Viejo. ‘Habéis elegido. Y así es como ocurrirá’.” 

“Es el mundo de las Venus, un mundo real en donde mujeres y hombres tienen el mismo valor desde su autonomía, y lo mismo sucede, pues, con la madre y el padre; la recolectora y el cazador; con lo femenino y lo masculino.”

“El grupo es la unidad vital mínima: sólo si sobrevive el grupo, sobreviven los individuos. Y un grupo más fuerte es aquel cuya cohesión entre los individuos es fuerte y flexible. La familia es el primer sistema de creación de la identidad de los individuos, pero no tiene significado si no es en el seno de la comunidad.”

“No hay dependencia: las venus no son amuletos de fertilidad, “ni tampoco estímulos de la sexualidad femenina”. Su significado era más importante: la donación y protección de la vida, así como la muerte y la regeneración del devenir del grupo (no del individuo) La mujer está en el centro de lasrelaciones domésticas públicas, y se articula como garantía de la supervivencia de la comunidad, más que como esposa y madre. La diosa serpiente significa la constante regeneración de la vida del grupo. Por eso, la visión de la mujer de este cuento Sioux está puesta no en la muerte de los individuos, sino en aquellas condiciones (piedad, lástima) que posibilitan la superviviencia del grupo.”

“Pero la Venus deja paso al Chamán: es asesinada (lo dicen los Ona de Tierra del Fuego). La mujer se vuelve esposa y madre, y su mera condición de persona queda reducida a la de su marido y sus hijos. A partir de ahora ya no es autónoma, sino que sólo puede interpretarse a sí misma, emocional y racionalmente, desde la masculinidad. Las bandas se transforman en aldeas. Las condiciones ecológicas cambian. Las comunidades humanas aumentan de tamaño. ¡El individuo debe ser controlado! Se necesita un segundo nacimiento que aleje a los hombres de sus madres y los introduzca en un mundo de exclusividad masculina. ¡Nacen los Club! (Y los puti-club, la trata de blancas,…).”

“El chamán se hace sacerdote y la aldea se hace Estado.
La distancia entre los individuos y el grupo se hace mayor, y la comunidad ya no es efectiva para ejercer control sobre los individuos que puedan poner en peligro, y lo ponen, el propio sistema social. En este momento, deja en manos de la familia este control emocional. Pero la familia es a la vez la mujer, la que permanece en contacto emocional con los hijos, con lo que debe ser controlada a su vez por el varón.
La mujer introduce el pecado, que es fundacional de una realidad en la que el dominio exige sumisión. La mujer es Eva, Eloísa, Meave, Nisa, Abuk, Izanami, Pandora, Isolda, Amanda,…”

¿Conoces la historia de Tiresias?

Tiresias fue aquel individuo que tuvo la experiencia de ser mujer y hombre por un asunto de sexo y serpientes que ahora no vienen al caso. Lo importante es que pudo experimentar los dos modos de ser. El significado esencial de la figura de Tiresias reside en su papel de mediador: gracias a sus dotes proféticas, media entre los dioses y los hombres; por su condición andrógina, lo hace entre hombres y mujeres; y por la excepcional duración de su vida, entre los vivos y los muertos.

Pues bien….Estaban Zeus y su mujer “discutiendo sobre quién disfrutaba más del coito, si el hombre o la mujer. Y por supuesto nadie podía decidirlo porque sólo conocían un lado de la cuestión. Hasta que alguien dijo: “Preguntémosle a Tiresias.
Así que van a ver a Tiresias:

 “Ilustre sabio, perspicaz profeta,
para quien el futuro es transparente,
y tan claro el ayer como el presente;
hombre y mujer en única silueta.
Tú, que lograste la visión completa
de cuanto cada sexo juzga y siente,
dime cúyo placer es más ardiente,
cúya satisfacción es más completa.”

Y el oráculo de hombres y deidades,
portador de las dos sensualidades,
respondió en forma contundente y breve:

-“En medida o escala de uno a diez,
quizá exceptuando la primera vez,
uno se lleva el hombre, y la hembra nueve”.

Por alguna razón que no consigo explicar y espero que tú me ayudes, Hera, la esposa de Zeus, se enfadó y lo dejó ciego…. «… ofendida que no es conveniente para un sujeto ser tan ligero, y condena los ojos de su juzgado a las tinieblas eternas»

“Y la historia, si se quiere con mayúscula para mayor vergüenza, sigue su curso. La mujer como matrona cuya identidad comienza y acaba en la familia (la suya propia, por supuesto) dejando al paterfamilia el camino libre para la constitución de la res pública. Ya sea como síntesis de la madre Eva, la Virgen Madre y la mujer Magdala, el trilema cristiano que silencia lo femenino. Ya sea agarrada al arado o al hilado, a la taberna o al comercio, a la enseñanza o al parto, la mujer sólo es como hija, como madre y como esposa.”

“Y en esta constante cosmológica (buen orden), más allá de sociedades y culturas concretas, encontramos el mismo patrón, la misma estructura: el velo, que todo lo cubre, asirio, judío, islámico y cristiano.”

Historia de la reina Meave y su esposo Ailill.

“… La pareja estaba en paz en su fortaleza de Cruachan, acababan de extender el lecho real, cuando dijo Ailill: 
-“Mujer, ciertamente es verdad el dicho de que la esposa de un buen hombre es buena”. 
Ella respondió: 
-“Sí, pero ¿en qué te afecta eso a ti?” 
El respondió: 
-“Porque ahora eres mejor que el día que me casé contigo”. 
Ella dijo: 
-“Era buena incluso antes de verte”. 
-“Entonces resulta curioso”, respondió él, “que nunca oyéramos nado de tus bondades, sino sólo que confiabas en tus ardides femeninos mientras que en las fronteras los enemigos te desvalijaban de tu botín y de tu presa con facilidad”.

Meave lo miró detenidamente y contestó:

-“Yo no era como tú dices, sino que vivía con mi padre Eochaid, rey de Irlanda, que tenía seis hijas, y yoera la más noble y querida de todas. Porque ninguna me aventajaba en generosidad, y con respecto a la batalla, lucha y combate también era la mejor. Tenía ante mí y mi alrededor dos veces mil quinientos mercenarios reales, todos hijos de caciques, con diez hombres por cada uno, y por cada uno de estos, ocho hombres; y por cada uno de estos, seis hombres; y por cada uno de estos, cinco hombres,…..
(Muchos reyes llegaron pretendiéndome), pero les rechacé, porque yo fui la que exigió un extraño regalo de novia, uno que ninguna mujer había pedido nunca a ninguno de los hombres de Erin; que mi marido no fuera tacaño ni celoso ni miedoso.
El motivo es que si el marido que yo tuviera fuera avaro, no estaría bien porque yo le ganaría en generosidad. Y si fuera miedoso, no estaría bien, porque yo sola obtendría la victoria en las batallas, torneos y luchas. Y si fuera celoso, tampoco estaría bien, porque nunca me ha faltado un hombre a la sombra de otro. Y de hecho he conseguido un marido así, tú: Ailill mac Rosa Rua de Leinster (…). Así que si alguien te menosprecia, te mutila o te engaña, no hay seguro o compensación 
por tu honor dañado, sino lo que es mío: porque eres un perrito faldero”.
“El mundo se hace moderno, diríamos: contemporáneo. La distancia entre cada individuo y la comunidadse ha vuelto a reducir por la ciencia, la técnica, la política…

Los carteles están dirigidos únicamente a las víctimas.

Pero los cambios éticos y políticos afectan sólo a los individuos (especialmente a las víctimas), no a los sistemas de relaciones comunitarias ni al complejo sistema emocional que determinan la manera de sentirnos y pensarnos en su interior.”

“La mujer es igual al hombre. Todo una cuestión de@s y tantos por cientos… pero el hombre, esposo y padre, emerge de nuevo como mecanismo de control y no para equilibrar la balanza. ¿Qué significa la igualdad en una comunidad dominada por valores masculinos? La respuesta es inmediata: ser como un hombre. Como Meave.”

“La liberación de la mujer no tiene que ver con la igualdad, sino con su autonomía, respecto al Síndrome del Clan (madre-hija-esposa) y respecto al ideal de amor cortés (la entrega total al amado como sacrificio).
El refuerzo de su propia identidad femenina.”

Extraído de:
Javier Ortega Cañavate. La soledad de Mae. Una investigación antropológica sobre la violencia doméstica. 

Otras fuentes:
Campbell, J, Las máscaras de Dios. Mitología primitiva.
M. L., McLaughlin, Mitos y leyendas de los sioux, José J. de Olañeta, Palma de Mallorca, 1994.

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