Cuando tomamos una decisión, generamos patrones neuronales específicos de actividad cerebral que nos permiten analizar y valorar opciones y, finalmente, optar por una de entre varias posibilidades.
Investigadores alemanes y norteamericanos han descubierto ahora que esos patrones cerebrales los repite el cerebro cuando dormimos y en la misma secuencia, pero a una velocidad superior. Los resultados se publican en la revista Science.
Es decir, si durante el día decidimos ir a ver una película o leer un libro, el cerebro archiva los patrones neuronales que usamos para tomar esa decisión y por la noche los repite en el mismo orden en el que se activaron en el cerebro, pero a una velocidad mucho mayor.
Imagen de fluorescencia de una rodaja cultivada de hipocampo de rata donde se muestran los somas de las neuronas (en rojo) y de los astrocitos (en verde). / CSIC
Los astrocitos, un tipo de células cerebrales, son los responsables de debilitar las sinapsis entre las neuronas del hipocampo, la región del cerebro implicada en procesos de memoria. A esta conclusión ha llegado este estudio, que se publica en la revista Nature Communications, y que ha sido liderado por el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa (CMBSO) y el Instituto Cajal, centros mixtos con el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
El cerebro es un conjunto organizado de células que recibe, procesa, transmite y almacena información. Una de las propiedades más singulares del cerebro es su plasticidad. Cuando recibimos nueva información que queremos retener, en forma de memoria, las neuronas que transmiten esta información refuerzan sus conexiones, llamadas sinapsis. Gracias a esta forma de plasticidad sináptica, somos capaces de aprender y memorizar. Sin embargo, las conexiones sinápticas también pueden debilitarse.
Una historia real que se relaciona con una increíble experiencia cercana a la muerte, y un mensaje críptico hablando de ella..
La historia de un tatuaje que el artista de West Hollywood, Suede Silver, compartió a través de su cuenta de Instagram, se volvió viral por esta misteriosa e impactante historia detrás.
La obra hecha para Madie Johnson se ha hecho recientemente conocida por todos, y es que el Silver escribió en la red social que la historia era «demasiado buena» para no compartirla.
Y es que la mujer estadounidense escribió un extraño mensaje críptico a su familia, diciendo que había estado en el cielo después de ser declarada muerta durante veinte siete minutos enteros, antes de ser reanimada.
Tina Hines, de Phoenix, Arizona, fue víctima de un paro cardíaco en febrero del año pasado cuando, junto a su esposo Brian, se preparaban para su caminata diaria. De un momento a otro, la mujer de desplomó, por lo que Brian le hizo reanimación cardiopulmonar dos veces antes de la llegada de la ambulancia.
De acuerdo a la información dada por el canal estadounidense KTVK, de camino a la clínica, fue reanimada hasta seis veces más, siendo diagnosticada con muerte clínica durante veintisiete minutos.
Las personas con anhedonia musical específica disfrutan de otros estímulos placenteros, pero no son sensibles a la recompensa musical. / Pixabay
La estructura de la sustancia blanca del cerebro refleja la sensibilidad musical. Así concluye un estudio del grupo de Cognición y Plasticidad Cerebral del Instituto de Neurociencias de la Universidad de Barcelona (UB) y del Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (UB-IDIBELL).
El trabajo, publicado en el Journal of Neuroscience, muestra que la conectividad de la sustancia blanca, el tejido a través del cual se comunican las distintas áreas del sistema nervioso central, es clave para entender por qué nos gusta o no la música. Además, confirma que para que las personas sientan placer musical es necesario que las estructuras cerebrales relacionadas con la recompensa a los estímulos trabajen conjuntamente con las vinculadas a la percepción.
Los síntomas más comunes asociados a ese estado incluyen percepción anormal del tiempo, velocidad excepcional del pensamiento y sentidos extremadamente vívidos, según un nuevo estudio.
Una de cada diez personas ha vivido una ‘experiencia cercana a la muerte’ (ECM) en algún momento de su vida, con una variedad de síntomas asociados a ese estado, como sensaciones extracorpóreas, alucinaciones, pensamientos acelerados o distorsión del tiempo. Así lo revela un nuevo estudio realizado por un equipo de investigadores de Dinamarca, Alemania y Noruega, cuyos hallazgos se presentaron en el 5.º Congreso de la Academia Europea de Neurología (EAN).
De entrada, los investigadores señalan que este tipo de experiencias ocurren tanto entre personas que están en peligro inminente de muerte -como un accidente automovilístico o un ataque cardíaco-, como entre aquellas que no lo están.
Nuestro siglo parece ser el de la neurociencia, el tiempo del imperio de las ciencias cognitivas y las imágenes cerebrales.
Siguiendo con esta fascinación, que además tiene numerosas aplicaciones, y que incluso pretende explicarlo todo en términos de impulsos e información en el cerebro, los doctores Greg Dunn y Brian Edwards han creado una notable obra de imágenes del cerebro, en la que aumentan la organización neuronal del cerebro y, como si fuere, nos regalan rebanadas del interior del mismo.
La serie se llama Self-Reflected y para deleite estético ha sido realizada con una técnica llamada microetching, en la que se utiliza hoja de oro para las impresiones de estas imágenes. La hoja de oro incrementa justamente la «reflexividad» de esta serie, lo cual es un juego de palabras, pues la misma serie hace alusión al sí mismo, a la noción de que el yo, la conciencia autorreflexiva se encuentra en el cerebro.
La técnica de la tortuga ayuda a los niños, desde edades muy tempranas, a conocer sus emociones. En este caso, de manera concreta, hablamos del enfado, la frustración o la ira.
Todos los niños sufren pataletas. Lo hacen para mostrar su frustración cuando no reciben lo que quieren o para obtenerlo. Esto, que es tan común, no es más que una evidencia de que no saben gestionar sus emociones. Por eso, la técnica de la tortuga es una buena manera de enseñarles a cómo hacerlo.
Investigadores en España y Reino Unido detectaron cambios en la actividad cerebral relacionados con la radicalización. ¿Cómo puede combatirse este fenómeno? ¿Y por qué algunos jóvenes resisten con éxito el reclutamiento por parte de grupos yihadistas? La historia de un joven llamado Fahad parece tener la respuesta.
El cerebro se sincroniza con otros cerebros cuando participa en actividades sociales, han descubierto científicos de la Universidad de California, en Berkeley, estudiando el comportamiento de unos murciélagos.
Comprobaron que la actividad cerebral del grupo se sincroniza cuando los murciélagos se involucran en comportamientos sociales como el aseo, luchando u oliéndose unos a otros. Y deducen que esta sincronización ocurre también entre cerebros humanos cuando socializamos.
«Cuando los murciélagos interactúan socialmente, se pueden ver estas correlaciones muy sólidas en la actividad cerebral», explica Michael Yartsev, profesor asistente de neurobiología y bioingeniería en la Universidad de California en Berkeley, en un comunicado.
En 1973, 5 hombres y 6 mujeres cruzaron el Atlántico como parte de un experimento científico para estudiar la sociología de la violencia y la atracción sexual. Nadie esperaba lo que ocurrió en ese viaje desde Las Canarias a México.
Desarrollo Internet
Todo comenzó con un secuestro en noviembre de 1972.
El hispano-mexicano Santiago Genovés volaba a Ciudad de México, su hogar desde que tenía 15 años, cuando llegó como refugiado de la Guerra Civil de España.
Había partido de Monterrey, tras asistir a una conferencia sobre la historia de la violencia, cuando de repente un grupo tomó el control del vuelo para exigir la puesta en libertad de unos compañeros.
«Era demasiado bueno para ser cierto. Imagínense la ironía. Yo, un científico que había pasado toda mi carrera estudiando el comportamiento violento, acaba en medio del secuestro de un avión«.
«Toda mi vida he querido saber por qué la gente pelea y entender qué es lo que sucede en verdad en nuestras mentes«, escribió después el doctor en Antropología graduado la Universidad de Cambridge británica, profesor de la Universidad Autónoma de México y una de las eminencias mundiales en Antropología física.
¿Alguna vez has reaccionando mal emocionalmente sin comprender qué ha desatado esa respuesta?
¿Una persona te provoca un profundo rechazo, pero no sabes por qué?
¿Últimamente te has sentido más triste, enfadado o frustrado?
Si es así, es probable que padezcas una alergia psicológica.
Todos conocemos la alergia, una reacción de defensa del organismo ante sustancias externas que penetran en el cuerpo. Cuando nuestro sistema inmunológico detecta esas sustancias, que puede ser desde un alimento hasta el polen, las reconoce como ajenas e intenta neutralizarlas desencadenando una serie de síntomas bastante molestos.
Sin embargo, todos tenemos – y necesitamos – un sistema inmunológico emocional. Ese sistema nos ayuda a mantenernos a salvo y evita, por ejemplo, que invitemos a un completo extraño a casa que nos pone los pelos de punta. Cuando ese sistema funciona adecuadamente, nos ayuda a protegernos, nos sirve como una brújula para guiar nuestro comportamiento. El problema es que cuando experimentamos una situación muy intensa emocionalmente, ese sistema puede comenzar a fallarnos desencadenando una alergia emocional.
Emily Oby sostiene un electrodo que mide la actividad cerebral, representado en la pantalla de su ordenador. El éxito de este estudio podría ayudar a las personas que han sufrido lesiones cerebrales a recuperar habilidades como tocar el piano o practicar un deporte. Foto: Aimee Obidzinski / Universidad de Pittsburgh.
El modo en que te hablas a ti mismo te define. Si lo haces con desprecio, cuestionando tu potencial y creyéndote menos que los demás, te estarás convirtiendo en tu peor enemigo. Al fin y al cabo, bienestar también es hablarnos con amor y delicado respeto.