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Tomar fotos con el móvil está destruyendo nuestros recuerdos

Somos nuestra memoria. La memoria nos ayuda a darle un sentido a nuestra vida ordenando los hechos autobiográficos y nos recuerda constantemente quiénes somos y hacia dónde nos dirigimos. Sin la memoria y los recuerdos que almacena, estaríamos perdidos, tendríamos que reinventarnos cada día. Por eso, es fundamental hacer todo lo que esté a nuestro alcance para preservar la memoria y asegurarnos de almacenar recuerdos sólidos.

La memoria no es un almacén estático 

La mayoría de las personas piensan en su memoria como en un almacén donde guardan los recuerdos. Sin embargo, no se trata de un almacén estático, esos recuerdos pueden cambiar. De hecho, ni siquiera son una copia fiel de los eventos que vivimos.

Cada vez que recordamos un suceso, podemos alterarlo o disminuir su precisión accidentalmente. Incluso los recuerdos triviales se corrompen fácilmente con meras sugerencias. La psicóloga Elizabeth Loftus, por ejemplo, descubrió que cuando le decía a las personas que los coches “chocaron” en vez de decir “chocar”, estas recordaban el accidente automovilístico más severo de lo que fue en realidad.

Pequeñísimos detalles como ese pueden influir en nuestros recuerdos, aunque quizá lo más frustrante es que cambiamos esos detalles y reconstruimos la realidad sin darnos cuenta. Por tanto, no es banal preguntarse cómo uno de nuestros hábitos más comunes: fotografiar todas nuestras experiencias, puede influir en nuestra memoria.


¿Cómo se forman los recuerdos? 

El primer paso para formar un recuerdo duradero es prestar atención. Así de simple. Si no prestamos atención, nuestro cerebro no podrá almacenar las sensaciones que experimentamos.
Luego, nuestro cerebro almacena los recuerdos a largo plazo estableciendo conexiones neuronales. Cuanto más intensa sea la vivencia, más fuertes serán esas conexiones y menos probable será que olvidemos lo ocurrido. Esa es la razón por la que no olvidamos con facilidad los hechos que han tenido un gran impacto emocional o los aprendizajes significativos para nosotros.
Gracias a esas conexiones no solo podemos recordar lo que sucedió sino además conectar esa memoria con determinados olores, sensaciones, emociones y palabras. Sin embargo, si no estamos prestando atención, si ni siquiera estamos obteniendo la información básica para que se formen recuerdos a corto plazo, no se almacenará nada a largo plazo en el cerebro. Por consiguiente, sin atención no hay recuerdos.

El experimento que demostró cómo tomar fotos afecta nuestra memoria 

La Iglesia Memorial de Stanford es un edificio sorprendente que demanda atención. Es magnífica, tanto fuera como en su interior. Sin embargo, psicólogos de las universidades de Princeton, Austin y Stanford descubrieron que es más fácil olvidar los detalles si sacamos fotos.
En una serie de experimentos, cientos de participantes realizaron un recorrido por la iglesia durante el cual debían tomar nota mental de los detalles más relevantes. A algunos se les pidió que entraran con las manos vacías, a otros les pidieron que tomaran fotos con sus smartphones.
Al cabo de una semana, los investigadores pusieron a prueba la memoria de los participantes preguntándoles detalles sobre la iglesia. Quienes recorrieron el edificio sin cámara, respondieron correctamente 7 de 10 preguntas. Quienes tomaron foto, al contrario de todas las expectativas, no solo no recordaban mejor los detalles sino que cometían más errores, respondían bien una media de 5 o 6 respuestas.
Estos psicólogos explican que “mientras usamos estos dispositivos, nos distraemos de la experiencia. Esa distracción hace que no recordemos los detalles a los que deberíamos prestarles atención”.
Dado que los smartphones son omnipresentes en nuestras vidas, a estos psicólogos les preocupa que esa fuente gigante de distracción termine afectando nuestra capacidad para formar recuerdos duraderos y fiables.

Descarga cognitiva: Usar el smartphone como una “memoria expandida” 

Al efecto distractor del móvil, se le suma lo que se conoce como “descarga cognitiva” o “memoria expandida”, que implicaría externalizar nuestra memoria. En práctica, nos preocupamos menos por prestar atención y recordar porque tenemos una foto a la cual recurrir.
De hecho, otro experimento realizado en las universidades de Columbia, Wisconsin y Harvard reveló que cuando estamos seguros de que podemos guardar la información en un dispositivo, recordamos menos información.
Ese efecto es aún más acuciado en las personas a las que no les gusta pensar mucho, según confirmó otro estudio desarrollado en la Universidad de Waterloo. En práctica, estas personas convierten sus smarphones en una especie de muleta cognitiva. No esfuerzan sus recursos cognitivos porque confían en la tecnología.

98% de los niños son genios creativos, pero solo 2% llega a la edad adulta (ESTUDIO)

En nuestra cultura y nuestras sociedades nos hemos habituado a ver el genio en otros, a admirarlo en aquellos y aquellas que por distintos motivos adquirieron notoriedad y reconocimiento en el campo al cual entregaron su labor: las artes, la ciencia, la política y la vida social, etc.

En ese sentido, solemos creer que ese mismo genio es una cualidad extraordinaria que se encuentra en tan sólo unos pocos, que sea por la fortuna o por la casualidad son capaces de desarrollarlo y condensarlo en obras igualmente admirables.

¿Pero qué pasaría si esto fuera falso y la genialidad no fuera una cualidad extraordinaria sino, más bien, natural en el ser humano?

A esa conclusión radical llegó un estudio realizado por los investigadores George Land y Beth Jarman, cuya historia comienza en 1986, cuando la NASA les pidió que desarrollaran un método que permitiera identificar a personas con una elevada capacidad para la innovación entre el personal científico de la institución. Land y Jarman diseñaron entonces una prueba orientada a detectar el nivel de creatividad de una persona. En la NASA, el resultado fue bien recibido.

Sin embargo, aunque ese proyecto terminó ahí, los investigadores siguieron por su propia cuenta, pues ahora tenían más preguntas que respuestas sobre la creatividad. Hicieron algo muy sencillo: aplicar ese mismo examen a aun grupo de 1,600 niños de entre 3 y 5 años que pertenecían a un programa piloto de iniciación escolar.

Al revisar los datos obtenidos, su sorpresa fue mayúscula al descubrir que el 98% de dichos niños podían ser calificados como “genios” en vista de su capacidad creativa y de imaginar ideas nuevas, diferentes e innovadoras.

Los científicos tampoco se quedaron con esa conclusión y a partir de dicho resultado decidieron hacer de este un estudio longitudinal, es decir, sostenido en el tiempo. Aplicaron el mismo examen al mismo grupo de niños en tres momentos diferentes: cinco años después de la primera sesión, diez años después y veinticinco años después; dicho de otro modo, cuando el promedio de edad de los niños era, respectivamente, de 10, 15 y 31 años.

En este caso los resultados también fueron sorpresivos, aunque lamentables, pues ese 98% de niños altamente creativos a los 5 años de edad descendió drásticamente a 30% a los 10 años, a 12% a los 15 y a tan sólo 2% a los 31. Si casi 10 de cada 10 personas poseen cierto tipo de genialidad en su infancia, tan sólo 2 de cada 100 la mantienen hasta llegar a la edad adulta.

¿Por qué? Según Land, esto puede deberse a un problema fundamental del sistema educativo, que no favorece en modo alguno la habilidad creativa del ser humano. El investigador parte de la diferenciación de dos tipos de procedimiento del razonamiento humano, a saber:

1) El pensamiento convergente, por el cual evaluamos una idea, podemos criticarla y mejorarla, también combinara con otras. Se trata de una forma de pensamiento lógica y racional y casi siempre consciente.

2) El pensamiento divergente, del cual surgen las ideas nuevas, inesperadas y originales, no del todo como resultado de un proceso lógico ni consciente.

Land sostiene que en el sistema educativo tradicional se les enseña a los niños a pensar de las dos maneras, lo cual es una contradicción, pues ambas formas de pensamiento no pueden practicarse al mismo tiempo y al confrontarlas de esa manera lo único que se obtiene es que ni una ni otra se desarrollen con todo su potencial.

Sin embargo, es el pensamiento convergente el que navega mejor dicha situación, pues al ser la manera de pensar más socialmente aceptada, es la que al final terminamos por cultivar más, creando así un desequilibrio notable en nuestra mente, que un tanto incontrolablemente termina por inclinarse hacia el juicio, la censura, la crítica y eventualmente el miedo a pensar diferente.

“Cuando operamos bajo el miedo, usamos únicamente una parte pequeña de nuestro cerebro, pero cuando usamos el pensamiento creativo, el cerebro se ilumina”, ha dicho el científico, quien considera que ahí se encuentra una posibilidad para recuperar nuestra genialidad no perdida, sino sepultada bajo espesas capas de “educación” que recibimos para normalizar y estandarizar nuestro pensamiento.

Más allá de la idea de genialidad y sus frutos, la sola idea de vivir sin miedo de pensar parece un propósito deseable para intentar revivir esa imaginación que siempre ha estado en nuestra mente, esperando el momento en que nos decidamos a usarla de nuevo.

https://pijamasurf.com/2018/03/98_de_los_ninos_son_genios_creativos_pero_solo_2_llega_asi_a_la_edad_adulta_estudio/

¿Hablamos, luego razonamos? Un nuevo estudio lo pone en duda

Un equipo de investigadores de España, Hungría y Polonia ha descubierto a través de un estudio con niños que el desarrollo del lenguaje puede no ser tan indispensable para la capacidad de razonar.

Durante muchos años, los científicos cognitivos generalmente han estado de acuerdo en que el lenguaje es necesario para el razonamiento: para dar sentido a una escena, por ejemplo, una persona puede ‘hablar’ de ella en su mente.

Pero eso podría no ser así, como lo han demostrado los investigadores en este nuevo estudio.

En un artículo publicado en la revista Science, el grupo describe sus hallazgos y también ofrece algunas ideas sobre cómo podrían usarse para comprender mejor la capacidad de razonar.

Para la investigación se estudiaron las reacciones de dos grupos de niños que aún no han desarrollado su lenguaje —uno compuesto por bebés de 12 meses y el otro por bebés de 19 meses— ante distintos vídeos, algunos que parecían lógicos y otros que no.

Las grabaciones empleadas en el experimento están disponibles aquí.

Los vídeos mostraban inicialmente personajes animados como un dinosaurio y una flor, por ejemplo, a los que esconderían tras una pantalla y volverían a mostrar de distintas maneras, esperadas o no.

Para evaluar si los pequeños trataban de dar sentido a la escena que tenían ante sí, los investigadores controlaron su enfoque ocular: los bebés que están confundidos tienden a mirar más tiempo.

Los investigadores notaron que los bebés se centraban más en el segundo personaje cuando no era el que esperaban ver. Este es un ejemplo que evidencia razonamiento, consideran.

Los científicos señalan que, además de ofrecer evidencia de que el lenguaje no es necesario para el razonamiento, la prueba que desarrollaron podría potencialmente servir para evaluar la discapacidad cognitiva en bebés.

https://mundo.sputniknews.com/increible/201803171077092925-mente-investigacion-ninos/

El cerebro decodifica los recuerdos durante el sueño

Las ráfagas de actividad cerebral conocidas como husos del sueño desempeñan un papel vital en el fortalecimiento de los nuevos recuerdos, según una investigación de las Universidades de Birmingham y Nueva York publicada en Current Biology.

Los científicos saben desde hace mucho tiempo que los husos de sueño juegan un papel importante en la formación y retención de nuevos recuerdos. Los husos de sueño son explosiones de medio segundo a dos segundos de actividad cerebral que ocurren durante el sueño profundo, y se pueden visualizar y medir en un electroencefalograma (EEG).

Estudios anteriores han demostrado que el número de husos que ocurren durante la noche podría predecir la memoria de una persona al día siguiente. Pero muchas preguntas sobre el vínculo entre los husos de sueño y cómo la información adquirida recientemente se «reactiva» y refuerza durante el sueño, todavía están sin respuesta.

La nueva investigación ha descubierto una nueva percepción del proceso de consolidación de la memoria durante el sueño. Sus hallazgos también podrían sugerir nuevas formas de ayudar a las personas a recordar mejor las cosas, según los investigadores.

Patrón de recuerdos

Los investigadores han demostrado que existe un patrón particular de actividad cerebral que respalda el proceso de reactivación de recuerdos. Este nuevo estudio también ha demostrado que el contenido de las memorias reactivadas se puede decodificar por esos patrones de activación cerebral en el momento en el que se producen los husos.

El equipo ideó un experimento en el que las personas aprendieron a asociar palabras particulares con objetos y escenas particulares. A continuación, algunos participantes del estudio tomaron una siesta de 90 minutos, mientras que otros permanecieron despiertos.

Mientras las personas dormían la siesta, los investigadores les evocaron esos recuerdos asociativos y otras palabras desconocidas, al tiempo que se hacía un seguimiento de su actividad cerebral utilizando un equipo EEG.

La electroencefalografía (EEG) es una exploración neurofisiológica que se basa en el registro de la actividad bioeléctrica cerebral en condiciones basales de reposo, en vigilia o sueño mediante un equipo de electroencefalografía.

Los resultados mostraron que los husos de sueño se producían cuando los recuerdos se reactivaban presentando las palabras asociadas. Esto demuestra que los husos producen un código específico para el contenido de las memorias reactivadas, un proceso que puede apuntalar nuestra capacidad para recordar más después del sueño.

Los husos, mecanismo clave

Bernhard Staresina, uno de los investigadores, de la Universidad de Birmingham, explica en un comunicado: «Si bien se ha demostrado previamente que la reactivación selectiva de la memoria puede potenciar la consolidación de la memoria durante el sueño, ahora hemos demostrado que los husos dormidos podrían representar el mecanismo subyacente clave».

«Por lo tanto, la inducción directa de husos de sueño, por ejemplo, mediante la estimulación del cerebro con electrodos, tal vez combinado con la reactivación de la memoria dirigida, nos puede permitir mejorar aún más el rendimiento de la memoria mientras dormimos”, añade.

«Nuestros datos sugieren que los husos facilitan el procesamiento de funciones de memoria relevantes durante el sueño y que este proceso aumenta la consolidación de la memoria».

Scott Cairney, de la Universidad de Nueva York, concluye: «Cuando estás despierto, aprendes cosas nuevas, pero cuando estás dormido las refinas, lo que hace que sea más fácil recuperarlas y aplicarlas correctamente cuando más las necesitas. Esto es importante por la forma en que aprendemos, pero también por la forma en que podemos ayudar a conservar funciones cerebrales saludables».

 

Referencia

Memory Consolidation Is Linked to Spindle-Mediated Information Processing during Sleep. Scott A. Cairney et alia. Current Biology. DOI: https://doi.org/10.1016/j.cub.2018.01.087

https://www.tendencias21.net/El-cerebro-decodifica-los-recuerdos-durante-el-sueno_a44435.html

¿Por qué la gente se comporta como un rebaño? Este experimento lo ha resuelto

Seguro que te has preguntado alguna vez por qué la mayoría de gente tiene esta tendencia tan marcada a seguir ciegamente los dictados de la mayoría.

Muchos psicólogos han tratado de averiguar no solo las causas de tal comportamiento gregario, sino hasta qué punto el individuo es capaz de renunciar a su propio criterio en favor del de las masas.

Uno de los experimentos psicológicos más significativos al respecto es el EXPERIMENTO SOLOMON ASCH.

Conformidad con las Normas del Grupo: El experimento de Solomon Asch

¿Te ves a ti mismo como un conformista o como un inconformista?

La mayoría de gente a la que se hace esta misma pregunta, responden que se consideran a sí mismos unos inconformistas y que serían capaces de hacer frente a todo un grupo de personas cuando saben que tienen razón.

Sin embargo, ¿hasta qué punto pueden los inconformistas resistir la presión de la gente que les rodea.

En la década de 1950, el psicólogo polaco Solomon Asch, realizó un estudio sobre la conformidad. Los participantes en el experimento se inscribieron para participar en un experimento de psicología en el que se les pedía que completaran un test de visión.

Pero se trataba de un engaño.

El verdadero experimento intentaba responder a la pregunta: ¿La gente puede resistir la presión de la mayoría para que acepte como verdadero algo que es falso?

Sentados en una sala con otros participantes, a los sujetos del experimento se les mostró una tarjeta con un segmento de línea de una determinada longitud y se les pidió que eligieran, de entre un conjunto de 3 segmentos pintados en otra tarjeta, cual de ellos tenía la misma longitud que la mostrada anteriormente.

El psicólogo posteriormente pidió a cada participante, de forma individual, que seleccionara qué segmento de línea era el correcto. En algunas ocasiones toda la gente del grupo eligía la línea correcta, pero de vez en cuando, los demás participantes ofrecían, unánimemente, una respuesta incorrecta. Lo que el sujeto del experimento desconocía, era que toda la gente que formaba el resto del grupo y que él creía que eran sujetos del experimento como él, en realidad colaboraban con el psicólogo y sus respuestas habían sido planificadas de antemano con el fin de determinar si la respuesta del participante en el experimento podía ser condicionada por la opinión de la mayoría a pesar de ser claramente errónea.

Casi el 75% de los participantes en los experimentos de conformidad estuvieron de acuerdo con el resto del grupo, por lo menos una vez. Después de combinar los ensayos, los resultados indicaron que los participantes se ajustaban a la respuesta incorrecta ofrecida por la mayoría, aproximadamente una de cada 3 veces.

A la conclusión de los experimentos, se le pidió a los participantes por qué se habían mostrado de acuerdo con el criterio erróneo del resto del grupo. En la mayoría de los casos, los estudiantes afirmaron que, si bien sabían que el resto del grupo se equivocaba, no querían correr el riesgo de enfrentarse a críticas personales.

Algunos de los participantes eran tan débiles de mente, que llegaron a afirmar que creían que los otros miembros del grupo estaban en lo cierto y que eran ellos los que se equivocaban en sus respuestas, a pesar de la evidencia que tenían ante los ojos.

Estos resultados sugieren que la conformidad puede ser influenciada tanto por la necesidad de encajar en una comunidad, como por la creencia de que las demás personas son más inteligentes o están mejor informadas.

Dado el nivel de conformidad visto en los experimentos de Solomon Asch, la conformidad puede resultar aún más fuerte en situaciones de la vida real, donde los estímulos son más ambiguos o difíciles de juzgar que la simple elección de unas líneas pintadas en una tarjeta

Sin embargo, hay una lección adicional realmente esperanzadora en todo esto.

En el experimento, Asch también descubrió que si uno de los miembros del grupo que colaboraban con el psicólogo daba la respuesta correcta contradiciendo a la mayoría del grupo, el grado de conformidad del sujeto descendía dramáticamente.

En tal situación, solo entre un 5% y un 10% de los participantes se mostraban conformes con las decisiones erróneas de la mayoría.

Es decir, una sola persona diciendo la verdad dentro de un grupo de mentirosos puede ayudar a convencer a otros sobre cuál es el camino correcto.

Esto muestra claramente la importancia que tienen, por ejemplo, los medios alternativos o los investigadores de todo tipo y disciplina que se enfrentan a la verdad oficial y mayoritaria y que tratan de informar de su punto de vista a tantas personas como pueden.

Como vemos, también existen resortes psicológicos para la esperanza


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El género postmoderno o el triunfo del placer

Me sorprendió –es un decir- el nulo eco mediático del “I Congreso Internacional sobre Género, Sexo y Educación” celebrado en Madrid el 23 de Febrero. Como reconocieron los propios ponentes, era la primera vez que se podía escuchar en directo a un plantel tan selecto de figuras mundiales de la resistencia a la ideología de género. La izquierda cultural ha enarbolado últimamente el feminismo, el homosexualismo y el transgenerismo como una de sus banderas más visibles. Y ha extendido su intimidación a toda la sociedad: nadie que aprecie su pellejo civil-profesional está dispuesto a asumir el riesgo de ser estigmatizado como “homófobo” o “tránsfobo”.

Pero la izquierda cultural amalgama la causa feminista, la homosexualista y la transexualista sin reparar en las obvias contradicciones entre ellas. Entre los conferenciantes del congreso figuraba una feminista y militante histórica del movimiento homosexual, Miriam Ben-Shalom (expulsada del ejército norteamericano cuando reveló su lesbianismo). De ella partió uno de los ataques más contundentes contra la ideología de género. El transexualismo, explicó, es una amenaza para las mujeres, lesbianas incluidas. No sólo porque el dogma anticientífico de que “la identidad sexual está en el cerebro y los sentimientos, no en los cromosomas y los genitales” está ya abriendo las puertas de los “shelters”, residencias y prisiones femeninas a “hombres convertidos en mujeres”, algunos de los cuales ni siquiera han sido operados (“a las mujeres no nos apetece compartir las duchas con un ser con pene, por muy mujer que diga sentirse”, aseguró Ben-Shalom), sino también porque la ideología de género niega el sexo femenino, al minimizar la relevancia de la biología y sustituir la división de la humanidad en hombres y mujeres por un espectro borroso de múltiples “géneros”, “constructos culturales” e “identidades sentidas”.

La ideología de género, al negar la binariedad hombre-mujer, priva de sentido tanto al feminismo como a la homosexualidad

Pero el feminismo nació para defender a las mujeres, no para negar su existencia. Y una lesbiana, por otra parte, es una mujer a la que le gustan las mujeres. “Si yo hubiese nacido en esta época, los psicólogos me habrían explicado que no era una niña, sino un niño atrapado en el cuerpo equivocado, y me habrían orientado hacia la hormonación y la cirugía genital”. ¡Y hasta ahí podríamos llegar!: “Yo soy una mujer que ama a otras mujeres, no un hombre al que la naturaleza asignó por error un cuerpo femenino”. La ideología de género, al negar la binariedad hombre-mujer, priva de sentido tanto al feminismo como a la homosexualidad.

El género postmoderno o el triunfo del placer

El ponente Glenn Stanton ahondó en las contradicciones internas del progresismo feminista-homo-transexualista. De un lado, se enfatiza la libertad del sujeto para definir su propio género según su apetencia, sin ataduras biológicas. Sin embargo, cuando el decathlonistaWilliam Bruce (hoy Caitlyn) Jenner se hormonó y mutiló sus genitales, la prensa comentó que “ahora es por fin, plenamente, la mujer que siempre fue”.

Al parecer, en el cerebro y los sentimientos de Jenner había habitado siempre una identidad femenina rocosa, inmodificable. Pero, si es así, ¿dónde queda su libertad para definir o cambiar su género a capricho, escogiendo entre las 59 posibilidades que Facebook llegó a poner a disposición de sus usuarios cuando rellenaban su ficha de identificación? Según parece, Jenner no es prisionero de sus genitales y sus cromosomas XY… pero sí de una misteriosa “identidad sexual cerebral” que es fatal e inescapable (aunque, por supuesto, los neurólogos no han encontrado nunca el lóbulo que le pueda servir de soporte).

¿Confuso? En realidad, la regla para orientarse en el bosque de la postmodernidad sexual es muy sencilla: lo “clásico” (soy hombre porque tengo genitales masculinos y cromosomas XY; me gustan las mujeres porque soy hombre, etc.) es siempre cuestionable, contingente, modificable (que a los hombres les gusten las mujeres no es “lo natural”, sino pura “heteronormatividad” culturalmente aprendida; que uno tenga genitales y cromosomas masculinos no le convierte necesariamente en varón, pues siempre está a tiempo de extirpar los primeros y engañar con hormonas femeninas a los segundos). Lo “atípico”, en cambio, es siempre incuestionable, necesario, sagrado: el niño al que le gusta jugar con muñecas es categórica, irreparablemente “una niña atrapada en el cuerpo equivocado”; Bruce-Caitlyn Jenner es metafísica y eternamente “una mujer”; un homosexual lo es de manera innata e inmodificable.

La postmodernidad sexual bendice siempre el paso de “lo clásico” a “lo atípico”, pero descarta y hasta prohíbe legalmente el viaje inverso

O sea, la postmodernidad sexual bendice siempre el paso de “lo clásico” a “lo atípico”, pero descarta y hasta prohíbe legalmente el viaje inverso. Por ejemplo, pasar de la heterosexualidad a la homosexualidad merece aplauso: significa que uno se ha atrevido a seguir sus verdaderos deseos y ha escapado de la opresiva “heteronormatividad”. Pero que un homosexual intente pasar a la heterosexualidad es escandaloso e inadmisible. Por eso las leyes de derechos LGTB de varias regiones españolas amenazan ya con multas e inhabilitación a los psicoterapeutas que ofrezcan ayuda a los homosexuales deseosos de superar su atracción hacia el mismo sexo.

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¿Qué es la neuroeducación y cómo puede cambiar la forma de enseñar y aprender?

¿Te desconcentras en las clases? ¿Crees que tus hijos no están motivados? ¿Memorizar es el mejor camino para aprender?

Estas son algunas de las preguntas que pueden surgir en el sistema de educación actual y la neuroeducación intenta responderlas para queaprendamos mejor .

Pero ¿de qué se trata la neuroeducación?

Funcionamiento del cerebro

«Estamos entrando en una nueva educación».

Así opina el doctor Francisco Mora, profesor de Fisiología Humana de la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mujer frente a dibujo de cerebro.

Getty Images
Los descubrimientos en el funcionamiento del cerebro pueden llevar a transformar la manera en la que aprendemos.

Mora es especialista en neuroeducación, un conjunto de conocimientos basados en cómo funciona el cerebro humano en un contexto psicológico, científico y educativo , explica, aunque dice que aún no es algo que cuente con un reglamento académico.

Y el punto clave de esta nueva aproximación a la educación es que el cerebro necesita la emoción para aprender.

«Todo lo que somos, lo que sentimos, lo que creemos, lo que pensamos, lo que hacemos en el mundo es producto del funcionamiento del cerebro. Por eso somos seres fundamentalmente emocionales y luego somos críticos y razonamos», le dice Mora a BBC Mundo.

Con estos nuevos descubrimientos, «nos estamos dando cuenta de que el cerebro trae códigos que se expresan en tiempos diferentes a lo largo de la vida», añade.

«Y sabemos que algunos de esos tiempos de desarrollo se puede aprender mejor que en otros «, señala Mora que es autor del libro «Neuroeducación: solo se puede aprender aquello que se ama» .

Aprender a leer

Francisco Mora. (Foto: cortesía de Francisco Mora)

BBC
Francisco Mora es doctor en Medicina y autor de varios libros sobre neuroeducación. (Foto: cortesía de Francisco Mora)

Una de las revelaciones que hizo la ciencia en torno al funcionamiento del cerebro es el proceso de la lectura.

El cerebro humano no está diseñado para leer, sino que evoluciona y aprende esa habilidad, porque la lectura es un invento cultural.

«Al estudiar cómo lee el cerebro, en realidad lo que se está observando es cómo aprende algo nuevo. Y ahí es cuando empiezas a entrar en el área de la neuroplasticidad», le dijo BBC Mundo el año pasado Maryanne Wolf, neurocientífica cognitiva y directora del Centro para la Investigación de la Lectura y el Lenguaje de la Universidad de Tufts, en Massachusetts, Estados Unidos.

Y el doctor Mora coincide y da un paso más allá, al asegurar que «la lectura es algo que nunca hemos sabido cuándo enseñarla».

«Pero llegó la neuroeducación y la ciencia que nos dice que la transformación en la lectura solo ocurre en el cerebro ente los 6 o 7 años», explica.

«Por eso Finlandia empezó a enseñar a leer con alegría y eso solo se logra cuando se alcanza la madurez en esas áreas del cerebro que son las que transforman la lectura», aclara Mora.

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El duelo por nuestras mascotas: 4 claves que nos ayudarán

Nadie nos ha enseñado cómo hacer frente al duelo por nuestras mascotas ni cómo se dice adiós a alguien que durante un tiempo fue un miembro más de la familia. Porque un perro no es solo un perro ni un gato ese ser que puede sustituirse por otro a los pocos días.Cada animal ocupa un espacio en nuestra vida, un rinconcito privilegiado con recuerdos, rutinas y miradas imposibles de olvidar.

Hace solo unos días, nos sorprendíamos con una noticia relacionada con este mismo tema. La revista Variety informaba a finales de febrero que Barbra Streisand, incapaz de soportar la pérdida de su perrita Samantha, había decidido clonarla a mediados del año pasado. Antes de que el animal muriera, encargó a una clínica la extracción de una serie de células para poder así tener meses después dos clones de su Cotón de Tulear.

En la actualidad, la cantante dice estar esperando a que los cachorros se hagan mayores para ver si disponen de la misma serenidad e inteligencia que Samantha. Queda claro sin duda que cada persona puede hacer con su dinero lo que desee. Sin embargo, ¿es esta la mejor manera de superar una pérdida?

Lo cierto es que nadie, animal o persona, debería llegar a este mundo con el único fin de ser una copia de quien ya no está. Cada ser vivo es por sí mismo irrepetible, único en su forma, excepcional en esa historia experimentada, en cada detalle compartido con nosotros… Querer repetir esa narrativa vital carece de sentido y nos lleva sin duda a otros dilemas ético-médicos complejos.

No obstante, lo que queremos decir con ello es que afrontar de manera saludable la pérdida de un animal implica la puesta en marcha de diferentes estrategias, esas con las que integrar poco a poco dicha ausencia con valentía y, sobre todo, con responsabilidad.

Barbra Streisand con sus perros representando el el duelo por nuestras mascotas

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El efecto Batman o cómo enseñar a los niños a ser perseverantes

Niño con alas de avión para representar el efecto batman

Al enseñar a los niños a ser perseverantes les facilitamos un valor, una imagen donde entender la importancia del esfuerzo continuo, a no doblegarse ni a quedarse solo con lo fácil. Esta herramienta vital se adquiere con el ejemplo, pero también mediante losjuegos, como el conocido como efecto Batman, una técnica tan sencilla como estimulante que estimula la persistencia y la voluntad.

Si hay algo que tenemos que admitir es que no es sencillo trasmitir a un niño esa fuerza mental y emocional que implica el acto de dar continuidad a un esfuerzo, a un proyecto personal con el fin de alcanzar un objetivo. ¿Cómo hacerlo? La mayoría de nuestros pequeños tienen a su alcance ese fascinante mundo contenido en los dispositivos digitales, ahí donde se les ofrece una gratificación instantánea, un escape fácil al que recurrir cuando están aburridos, enfadados o cuando necesitan una información determinada.

Así, un hecho que a menudo se observa en las aulas es que una buena parte de los alumnos de primaria presentan unos periodos de atención cada vez más bajos. Además, tienen menos paciencia, menos tolerancia a la frustración y una peor gestión emocional. No se trata ni mucho menos en proyectar toda la culpa de esto sobre las nuevas tecnologías, sino en entender que a la hora de educar hay ciertas prioridades.

Una de ellas es entrenar a nuestros niños del presente en la motivación al logro, en la perseverancia de quien no se deja llevar por lo cómodo para poco a poco, dar al mundo personas del futuro más hábiles, más felices y proactivas.

niño feliz con mochila representando como ser perseverantes

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Consejos para encontrar tu verdadero yo detrás de las máscaras de la personalidad

Por Pijamasurf

UN ESTUDIO DE LA UNIVERSIDAD DE YALE SUGIERE QUE CUANDO LAS PERSONAS SUPERAN UNA CRISIS Y PASAN POR UN CAMBIO POSITIVO, TIENDEN A VER UNA PARTE REVELADORA DE SU VERDADERO SELF (EL SÍ MISMO COMPLETO)

Donald Winnicott, pediatra, psicoanalista inglés y uno de los principales pilares de la psicología, brindó información valiosa sobre la relación entre la madre y el lactante durante la primera mitad del siglo XX. Winnicott, trabajando con Melanie Klein en Inglaterra, decidió centrar su observación hacia el vínculo y su influencia sobre la evolución del bebé. Como resultado, retomó el término del “Self” para definir al “Yo” y al “Self como objeto”, distinguiéndolo en dos: el verdadero self y el falso self.

Durante el primer año de vida, el vínculo madre-niño constituye una unidad que resulta eventualmente en la base para su desarrollo. Una madre “suficientemente buena” es aquella que permite no sólo el desarrollo del verdadero self (la que acoge el gesto espontáneo del niño a la hora de expresarse, interpreta su necesidad y se la devuelve en calidad de gratificación) sino también el desarrollo de un falso self, el cual funge como un proceso adaptativo al principio de realidad y de las normas sociales.

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Los juguetes electrónicos para bebés retrasan el lenguaje infantil

Los juguetes electrónicos tienen múltiples recursos para captar la atención de los niños pequeños: colores brillantes, luces y sonidos. Sin duda, son muy eficaces para atraer la atención infantil ya que activan el reflejo de orientación, un reflejo primitivo que obliga a la mente a centrarse en estímulos visuales o auditivos novedosos. Por eso, no es extraño que muchos padres hayan convertido a esos juguetes en auténticas “niñeras electrónicas”. Sin embargo, este tipo de juguetes tienen un lado oscuro, tan oscuro que algunos investigadores desaconsejan su uso durante los primeros años de vida.

Los juguetes electrónicos inhiben el lenguaje infantil 

Psicólogos de la Universidad del Norte de Arizona realizaron un experimento en el que participaron 26 padres y sus hijos, cuyos bebés tenían entre 10 y 16 meses de edad. A los padres les dieron tres sets de juguetes que debían priorizar durante las sesiones de juego conjuntas:
1. Electrónicos – una computadora portátil para bebés, una granja para hablar y un teléfono celular para bebés.
2. Tradicionales – rompecabezas de madera, clasificador de formas y bloques de goma con imágenes.
3. Libros infantiles – cinco libros de cartón con temas de animales de granja, formas y colores.
Los investigadores grabaron los juegos de los niños durante varios meses y encontraron una relación entre el uso de los juguetes electrónicos y una disminución de la calidad de la comunicación y la cantidad de palabras.

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Una nueva filosofía de vida: “comprar por comprar”

El desarrollo de las “ciudades del consumo” ha transformado la geografía urbana y los hábitos de consumo y de vida de los ciudadanos. En cualquier lugar del planeta es posible encontrar, con la misma arquitectura y distribución de espacios, grandes superficies y macrocentros de comercio y ocio. Es la manifestación más evidente de la globalización comercial. Por ello se considera que son las “catedrales” de la nueva “religión del consumo” que se extiende por todo el planeta.

Algunas de las transformaciones de la sociedad de consumo les han podido pasar inadvertidas a las personas que las han vivido. Pero existe un fenómeno que, por su rápida y extensa implantación, nadie ha podido dejar de advertir: la progresiva desaparición de las tiendas tradicionales y el nacimiento de los nuevos centros comerciales. Si el autoservicio fue el primer paso en la evolución de los sistemas de distribución y venta, el desarrollo de las “ciudades de comercio y del ocio” es, junto con la generalización del comercio electrónico, el último paso de esta evolución. En España el primer hipermercado se puso en marcha en el año 1973 y en 1980 comenzó la implantación de los macrocentros que reúnen en un mismo espacio, con unidad de servicios (aparcamientos, vigilancia, zonas de paso, etc.), una amplia oferta que incluye grandes superficies, tiendas de todo tipo, cines, oficinas bancarias, restaurantes, etc. Desde entonces su expansión ha sido (y continúa siendo) espectacular, y se han extendido por todo el mundo transformando la geografía urbana y los hábitos de consumo y de vida de los ciudadanos.

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La segunda piel invisible que todos tenemos mucho más que protegernos del mundo exterior

En muchas de las denuncias de acoso sexual del último año se acusó a personas poderosas de «invadir el espacio personal» de otros.

¿Alguna vez te sentiste incómodo o incómoda porque algún desconocido se te sentó demasiado cerca o alguien -incluso alguien que conoces- se te puso a hablar a centímetros de tu cara?

Nos ha pasado a todos y no es algo imaginario: el espacio personal es real . Y no solo es real, es necesario para poder interactuar con normalidad.

En su nuevo libro » The Spaces Between Us » (Los espacios entre nosotros) el psicólogo y neurocientífico de la Universidad de Princeton Michael Graziano explica que lo que llamamos espacio personal es en realidad algo similar a un campo de fuerza .

«Es un mecanismo básico que crea nuestro cerebro, sin el cual no podríamos funcionar en el mundo», le dijo a BBC Mundo.

Los expertos empezaron a estudiar el fenómeno en animales. Se dieron cuenta de que los animales se evitan unos a otros, en especial a los predadores.

«Actúan como si hubiera un espacio invisible que los rodea y cualquier cosa que entra en ese espacio es considerado una amenaza potencial , que lleva a que el animal retroceda», explicó Graziano.

Los primeros estudios en humanos, en los años ’60 y ’70, abordaron la cuestión desde el punto de vista psicológico .

Fue en años más recientes que la neurociencia se dio cuenta de que el espacio personal tiene un fundamento biológico.

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«The Spaces Between Us» (Los espacios entre nosotros) se publicó este mes. (Foto: Oxford University Press)

Cómo funciona

Neurocientíficos como Graziano descubrieron que en el cerebro hay neuronas específicas que son responsables de vigilar el espacio alrededor de distintas partes de nuestro cuerpo.

La cara es la zona con mayor vigilancia: distintas neuronas protegen distintas secciones. Le siguen los brazos.

¿Cómo sabe el cerebro cuando alguien ha invadido nuestro espacio personal?

No es por percepción extrasensorial. «El sistema se basa en la información que llega por los sentidos , en especial la vista, incluso lo que vemos de manera inconsciente», afirmó Graziano en referencia a la visión periférica.

Pero el mecanismo también se activa con la memoria .

«Estudiamos ciertas neuronas que se encargan de vigilar los objetos que están cerca del cuerpo. Luego apagamos la luz y vimos que incluso en medio de la oscuridad -e incluso si retirábamos los objetos- las neuronas protectoras seguían activas», señaló el experto.

Para ser menos torpes

Este mecanismo va más allá de garantizar nuestra seguridad e integridad física.

También es necesario para poder funcionar coordinadamente en el mundo.

Mujer atravesando una puerta

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Nuestra percepción de los objetos que nos rodean nos permite realizar tareas mundanas como atravesar puertas sin golpearnos.
 

Por ejemplo, sin esta segunda piel invisible que nos permite percibir aquello que nos rodea seguramente golpearíamos nuestros hombros contra el marco cada vez que atravesamos una puerta o no podríamos manejarnos en una oficina llena de objetos.

Según Graziano, los seres humanos directamente no hubiéramos podido desarrollar el uso de herramientas si no tuviéramos este sistema de monitoreo neuronal que nos ayuda a entender dónde están las cosas en relación con nuestro cuerpo.

Si bien todos nacemos con este concepto de espacio personal ya integrado -es decir, no es una conducta aprendida- los expertos han visto que puede ser modificado por diferencias culturales .

Eso explica, seguramente, por qué en los países latinoamericanos la gente se saluda y abraza más, una conducta que en muchos países sajones sería considerada una violación del espacio personal.

Trump

También la personalidad puede influir en cuán grande o pequeño es ese espacio personal.

Sorprendentemente, contra lo que podría sonar lógico, las personalidades más fuertes o aquellos de estatus más alto tienden a tener espacios personales más chicos.

El ejemplo perfecto es Donald Trump, «probablemente una de las personas con el espacio personal más pequeño en el mundo hoy», según Graziano.

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