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«El lenguaje de los ojos» Edith Sánchez.

El lenguaje de los ojos

La comunicación verbal abarca apenas una pequeña parte de lo que permanentemente estamos expresando. Normalmente nuestras palabras vienen filtradas por los condicionamientos sociales o las circunstancias; por eso no siempre comunican lo que genuinamente queremos decir. Algo muy diferente ocurre con los ojos, a los que no por nada se les ha catalogado como las “ventanas del alma”.

El lenguaje de los ojos es básicamente inconsciente. Casi ninguno de nosotros mantenemos constantemente el control sobre la forma de mirar. Mucho menos podemos dirigir el rango de apertura de nuestras pupilas o el grado de humedad del ojo. En esos pequeños detalles hay mucha información sobre lo que realmente pasa por nuestra cabeza.

El alfabeto de las pupilas

Las pupilas organizan mensajes muy sutiles y por eso, generalmente, pasan desapercibidos. Sin embargo, tienen un alfabeto propio que es posible descifrar. El aspecto más visible es el tamaño, que cambia automáticamente según diversas circunstancias, sin que nuestra voluntad intervenga en ello.

Normalmente las pupilas se dilatan si nos encontramos frente a un objeto que nos resulta agradable y al que aceptamos sin reparos. Evidentemente también se hacen más grandes si la luz es escasa o tenemos dificultad para visualizar algo. Pero si las condiciones de iluminación y visibilidad son normales, la dilatación de la pupila es señal de gusto y atracción.

Lo mismo ocurre al contrario. Es decir, que cuando estamos frente a algo que nos genera rechazo o temor, las pupilas tienden a contraerse. Unas pupilas pequeñas revelan hostilidad o mal humor, incluso si no estamos mirando directamente el objeto fuente de esas emociones.

Es probable que este conocimiento se haya tenido de manera intuitiva desde hace cientos de años. Las prostitutas chinas y egipcias de la antigüedad utilizaban belladona en los ojos para aumentar el tamaño de sus pupilas, en el momento de atender a alguno de sus clientes. Estimaban que eso las haría más deseables.

En cuanto a las pupilas contraídas, es fácil observarlas en el gesto de cualquier persona que se disponga al ataque. Además de entrecerrar los ojos, si nos detenemos a observar, veremos que también disminuye el tamaño de las pupilas.

El movimiento de los ojos

Los ojos están en permanente movimiento, incluso cuando estamos dormidos. Normalmente se trata de pequeñas acciones en los párpados o el globo ocular, bastante difíciles de captar. Aún así, existen movimientos más explícitos que han dado pie para identificar lo que se esconde detrás de esa dinámica.

Si los ojos se mueven hacia arriba y se inclinan a la derecha, probablemente se han puesto en marcha los mecanismos de memoria del cerebro. El movimiento denota evocación de un dato o una situación pasada. Si en cambio se mueven hacia arriba y a la izquierda, lo más seguro es que se hayan activado las funciones creativas relacionadas con el ámbito visual. Este movimiento suele ocurrir cuando captamos una imagen que nos resulta sorprendente.

Orientar los ojos hacia abajo indica que hemos entrado en un proceso de introspección. Si la mirada se dirige a la izquierda, seguramente es porque se está elaborando un cálculo respecto a una situación o algún mensaje. Si se desplaza hacia la derecha, es señal de que se está llevando a cabo un proceso memorístico relacionado con sensaciones físicas.

Los movimientos de los ojos hacia la izquierda son el indicador más claro de que está activado un proceso creativo. Hacia la derecha nos habla de un proceso de memoria. Y en ambos casos alude a experiencias relacionadas con el sonido.

Estos son apenas algunos pequeños ejemplos de ese enorme universo que es la comunicación no verbal. Aunque son útiles para desentrañar lo que no dicen las personas con quienes hablamos, quizás tengan un valor más bien anecdótico, porque únicamente alcanzan a revelar algunos datos aislados sobre lo que hay en nuestro cerebro.

Cómo identificar a un depredador emocional

Cómo identificar a un depredador emocional

Al igual que los animales, los depredadores humanos van a por las personas más apetitosas. Sus objetivos son aquellas personas que tienen las características que envidian: la amabilidad, el carisma o fuerza de voluntad. Personas felices que han tenido la desgracia de cruzarse en su camino.

Habitualmente consiguen cobijo en este tipo de personas, se arriman a un buen árbol no para resguardarse sino para alimentarse de él hasta que muere y pierde su esencia. Cuando deja de parecer hermoso, buscan otro, sin pena ni dolor por la belleza que han estropeado. Sin embargo, el sentimiento de culpa puede no ser del todo ajeno a ellos y esto es, quizás, lo más peligroso ya que de vez en cuando tienen algún gesto sincero de bondad intentando reparar la infelicidad que siembran. Sin embargo, esto no hace más que hacer dificultosa su identificación.

Este abuso emocional se da especialmente en entornos cercanos: pareja, familiares, amigos, etc. Son las personas que el depredador conoce mejor y que por lo tanto puede manipular más fácilmente: se aprovecha de la confianza inherente a los lazos que le unen a estas personas para dejarlas sin aliento emocional.

La crítica feroz y en los lugares en los que más daño hace, intentar que se conviertan en personas dependientes para luego retirarles su apoyo, no valorar lo positivo que realizan, recordarles constantemente los errores que han cometido en el pasado y utilizar el chantaje emocional son algunas de las herramientas que saben manejar a la perfección y que no les causan ningún remordimiento de conciencia.

Para conseguir su propósito necesitan dos condiciones: cercanía y tiempo. Cercanía para establecer lazos que tengan la consistencia suficiente como para poder hacer fuerza sobre ellos y guiar al otro en la dirección que les interesa y tiempo para que la empatía de la otra persona actúe a su favor.

Hay vampiros de todas las edades y de todos los sexos. Los depredadores son personas normales, nunca son líderes y evitan llamar la atención en entornos sociales que no controlan. Por el contrario, en entornos que sí controlan utilizan todo su poder y astucia para satisfacer su necesidad de acción manipuladora.

Los hay peligrosos y muy peligrosos, cuanto más cercanos y más enmascarados o encubiertos más aumenta su daño potencial. Se sienten profundamente inferiores, utilizan un mecanismo compensatorio que habitualmente se basa en la grandilocuencia y la soberbia (arrogancia).

A la víctima la manejan, la humillan y la ningunean de manera sutil y sin que el entorno común lo entienda como tal. Siempre son capaces de crear una versión de los acontecimientos en la que aparecen como buenos o víctimas y nunca como causantes de mal. Son los que sufren las consecuencias de que la otra persona sea una inútil, de que se equivoque constantemente y son los mártires que están siempre ahí para corregir los errores de los demás. Se encargan de argumentar sólidamente esta versión y de gritarla a los cuatro vientos, de manera que los demás se conviertan en propagadores de sus virtudes.

En una disputa solamente ceden cuando entienden que de esa concesión van a poder sacar un beneficio mayor. Se lo guardan para decir en un futuro «te acuerdas cuando….ahora te toca a ti» y lo que te toca a ti suele ser una concesión mucho más grande que la anterior.

Además, nunca provocan una confrontación directa y cuando hay algo que les molesta lo guardan para echarlo en cara y utilizarlo en la ocasión apropiada, normalmente para conseguir algo o para que la otra persona le perdone un error aún mayor.

Este tipo de personas muchas veces tienen tan integrado su comportamiento que no se dan cuenta de que lo llevan a cabo y han puesto en práctica sus estrategias tantas veces que las tienen prácticamente automatizadas. Además, este tipo de personas nunca son felices y arrastran su propio sufrimiento, son muy racionales y muy pocas veces sienten de verdad.

Cuidado con estos grandes actores, porque a diferencia de los del teatro o las películas, son capaces de causar heridas muy profundas. De tu habilidad para identificarlos va a depender el que no te atrapen ni atrapen a ninguna de las personas a las que quieres.

https://lamenteesmaravillosa.com/como-identificar-al-depredador-emocional/

 

Aida. No hay nada más bonito que tu sonrisa

Cada día prueba a dibujar una sonrisa en tus labios, prueba a transmitir tu alegría a los demás, a disfrutar cada instante de la vida, repartiendo sonrisas. ¿Recuerdas cuando eras niño y jugabas en el parque? No parabas de sonreír mientras corrías, mientras jugabas con otros niños. Ahora ya no logras sonreír de esa forma, pero puedes hacer un esfuerzo por lograrlo de nuevo.

No es necesario que te sientas feliz para sonreír, simplemente sonríe, porque el poder de la sonrisa reside precisamente en cambiarte, en hacerte ver las cosas diferentes cuando la dibujas en tu rostro, cuando inclinas las esquinas de tus labios hacia arriba, tus ojos verán de otro color la vida.

“Opino que lo que se llama belleza, reside únicamente en la sonrisa”.
-León Tolstoi-

Los beneficios de tu sonrisa

Sonreír beneficia a tu estado de ánimo, lo que transmites a los demás será positivo, sonreír te ayuda a darte a conocer, a tener una conexión con otras personas y a mejorar cómo te sientes. Una sonrisa te hace sentir bien. Al sonreír, el cuerpo libera endorfinas y serotoninas al torrente sanguíneo, reduciendo así, los dolores y mejorando el sistema inmune y, por tanto, nuestras defensas.

Mujer sonriendo en el campo

Sonríe para ser feliz

Una sonrisa tiene un efecto muy positivo sobre ti mismo. Existe una vía de comunicación de doble sentido entre nuestro cuerpo y nuestro cerebro. En un sentido, cuando algo te hace sentir feliz, tu cerebro le transmite a tu cuerpo la orden de que sonrías.

En el otro sentido, es decir, si sonríes, incluso cuando no tienes ninguna razón, tu cerebro recibe esta información de los músculos de tu cara, entiende que estás sonriendo y que hay algo que te hace feliz, así que para ser congruente, tu estado emocional comienza a cambiar hacia el optimismo y la alegría.

Charles Darwin, ya habló de esta teoría y constató que si se simula una emoción, se puede provocar esa emoción en nuestra mente. Por lo tanto, independientemente de cómo te sientas, triste, alegre, decepcionado, cansado, sonríe y serás más feliz.

Sonríe para que te perdonen

Si has cometido un error, pide perdón y hazlo con una sonrisa. Cometer errores es humano, y asumir que nos hemos equivocado y pedir perdón también. Se trata de sonreír no de reír, de acompañar nuestras disculpas con una sonrisa sincera. Hay estudios que demuestran que una sonrisa nuestra sinceridad y que, por lo tanto, es más fácil perdonar a una persona que sonríe.

Sonríe para seducir

La sonrisa es una poderosa forma de seducir, al sonreír nos mostramos más cercanos, más felices, más accesibles. Si quieres conocer a alguien, que tu arma sea una sonrisa, que se dibuje en tu cara de forma sincera, para mostrar quien eres. Tanto hombres como mujeres utilizamos nuestra mejor sonrisa cuando queremos conquistar a alguien, es una forma de seducción, un elemento más que acompaña gestos y palabras.

Pareja mirándose

Pero la seducción, no sólo se utiliza en las relaciones de pareja, también se puede utilizar en la vida profesional, por ejemplo, en una reunión para lograr lo que deseamos en la negociación, para mostrar nuestra empatía y alcanzar acuerdos satisfactorios.

“Una mujer puede darlo todo con su sonrisa y recuperarlo después con una lágrima.”

-Coco Chanel-

Sonríe para provocar emociones

¿Te has fijado lo que ocurre cuando le sonríes a un niño? Por lo general, te devuelve automáticamente la sonrisa. Eso ocurre también con los adultos, probablemente si le sonríes a un desconocido por la calle, te devolverá la sonrisa.

Por lo tanto, las sonrisas provocan emociones positivas en los demás. Sonreír te alegra a ti, y también a las personas que te rodena, porque envías, a través de la sonrisa, la señal de que eres sociable y cercano. Además, no lo olvides, sonreír es contagioso.

El hecho de que si sonríes te devuelvan la sonrisa, es debido al efecto de las neuronas espejo, sonríes, la otra persona sonríe y se produce un cambio emocional positivo en ti y en la otra persona.

Instrucciones para sonreír

Piensa en algo bonito, algo que te guste mucho, alguien que te emocione, dibuja una imagen en tu mente y siente esa imagen, siente lo que te provoca, cómo te emociona, y poco a poco se generará un ligero movimiento de tus labios, deja que tu boca se arquee y que tus labios muestren tus dientes, deja que tus ojos sonrían a la vez, deja que la felicidad de esa sonrisa dibujada en tu rostro te invada y que tu sonrisa se contagie.

“Fíjese que cuando sonríe se le forman unas comillas en cada extremo de la boca. Esa, su boca, es mi cita favorita”.
-Mario Benedetti-

Aida. Miedo al silencio

Llevo tiempo buceando en mi psique, buscando una explicación al porqué, muchos de nosotros, al menos a mi me ha pasado siempre, no conseguimos encontrar la forma de parar esa “musiquilla” de fondo que suena en el interior de nuestra mente, lo queramos o no. Canciones y músicas que se ejecutan automáticamente en el “back-stage” de nuestros procesos mentales. No es que sea malo, ni siquiera molesta en la mayoría de ocasiones, pero es posible que os hayáis descubierto a vosotros mismos observando vuestros pensamientos, y siempre toparos con alguna música, o canción, que “suena”, como si una radio estuviera encendida, por ahí dentro. Nunca le damos mayor importancia, y yo lo he tomado siempre como que, una parte de mi afición a la música, se mantenía “activa”, cantando, de fondo, con alguno de mis Yos secundarios al mando, como el que tararea mientras hace alguna otra actividad, sin darse cuenta que lo está haciendo.

Pero el ir trabajando los Yos, borrándolos, unificándolos, eliminando programas y patrones mentales, e ir consiguiendo cada vez más “silencio” interior, con menos ruido en la cabeza, me hace notar esa musiquilla cada vez de forma más patente. Cuando hay poco ruido en una habitación, hasta una mosca parece un tornado, así que cuantos menos “yos” hablan en la psique, cualquier cosa que detectamos (si conseguimos tener alyo observador o al yo del ser al mando de la misma), se hace tremendamente patente.

Finalmente, con las herramientas de trabajo que tengo, y un poco de introspección y meditación, he ido tratando de encontrar el origen de la musiquilla de fondo. Al principio, nada raro, parecía, a visión interna, como un programa más en las esferas mentales, recogiendo “datos” (las canciones) almacenadas en algún rincón de mi cuerpo mental, durante años y años de escuchar y disfrutar de la música y reproduciéndolas de forma automática. Sin embargo, al tratar de eliminarlo, algo lo impide. Raro es, al trabajar con laaspecto energía de la mónada para hacer sanaciones (ya hablamos de eso en algún otro artículo anteriormente, pero como recordatorio, todos nosotros, a nivel de esencia o mónada, poseemos los tres aspectos fundamentales de los componentes de la Creación, el aspecto materia, el aspecto energía y el aspecto consciencia, que «atraemos» hacía la dimensión física desde su posición «atemporal» y espacial en su propia «dimensión»), pues literalmente los programas y demás bloqueos que vamos detectando en los diagnósticos de la terapia energética se transmutan y eliminan rápidamente. Así que, ¿por qué este programa mental se resiste a ser “borrado”?. Algún aspecto de nosotros, más allá de la mente consciente, no desea que así sea. ¿La causa? Algo que aparece subyacente a todo esto: el miedo al silencio mental. Al silencio total en la cabeza.

Para no oír la voz del Yo Superior

No tenia constancia de que un ser humano pudiera tener «programado» el miedo al silencio. Literalmente, lo que veo en el interior de mi psique, es que, el programa ego, no permite que haya nunca “silencio” completo ya que entonces sería muy fácil oír constante y directamente la “voz de nuestro Yo Superior/ser”, y, por ende, por programación, desconectarnos, reprogramar o salirnos de los parámetros de control impuestos en nuestra mente al poder ser dirigidos más fácilmente por esa otra parte del complejo multidimensional que somos.

Hay básicamente dos formas, que yo conozca, de acallar el ruido mental. La primera es por imposición de la voluntad férrea de un Yo sobre los otros, y sobre el resto de los programas generadores de pensamiento y de ruidos. Es algo así como que, en un teatro lleno de gente, que murmuran y cuchichean sin parar, hacerles callar a todos los asistentes por la fuerza de la voluntad de uno de ellos, que se impone y mantiene al público a raya, sin decir ni mu. El teatro es la esfera de consciencia, y la psique, y el público son los múltiples Yos con sus programas asociados. La segunda forma es vaciando el teatro, básicamente, eliminando todos los Yos superfluos, y, por ende, con ello, todos sus programas, patrones y formas mentales asociadas. Yo opto por la segunda forma con las técnicas de sanación energética con las que trabajo, usando el potencial del aspecto energía de mi mónada, pero ambas son igual de válidas, como lo han demostrado las técnicas de meditación y control mental, mediante el ejercicio de la voluntad, que han ido surgiendo por doquier por todo el planeta.

Acallemos la mente por imposición de un Yo sobre los otros, o eliminando todos los Yos (lo cual es necesario, por otro lado, para obtener un Yo único que gobierne la personalidad que tenemos), la cuestión es que el miedo al silencio que existe en los parámetros del programa ego, parece hacer que seamos incapaz de bloquear la ejecución automática de canciones de “fondo” u otros ruidos mentales  (este es el que estoy usando como ejemplo). Aun no conozco la forma de reprogramar esto de forma consciente, ha habido alguna experiencia en los últimos meses, donde, literalmente, sin yo pedirlo, me he levantado por la noche a las tantas de la mañana notando o sintiendo como alguna otra parte de mi, posiblemente la que yo llamo mi Yo Superior, ha introducido algunos cambios en la gestión de mi psique, pero esto ha sucedido sin mi intervención consciente, como lo estoy tratando de hacer ahora, al menos para comprender como hacerlo, y que luego pudiera ser explicado a terceros.

Así nos programaron

Pero si existe el miedo al silencio mental como programa en la psique, es por qué, literalmente, a nuestros creadores y programadores, razas de antaño que siguen entre bambalinas, no les interesaba que hubiera un vacío absoluto de ruido en el interior de nuestras cabezas, que durara eternamente, y que se mantuviera siempre así, en silencio. Se que se pueden conseguir ratos de silencio total con técnicas de meditación, eso no es el problema, pues cuando te pones a meditar, y ejerces tu poder de voluntad para ello, se puede llegar a parar el ruido mental por completo, pero eso no es lo que tenemos que buscar, ya que al salir del rato de meditación, y volver al día a día, el ruido vuelve, y por ende, la voz de tu Yo Superior vuelve a verse ahogada en la miríada de blablablás internos. Por lo tanto, hay que encontrar la fórmula para acallar el 100% del tiempo de forma automática ese ruido artificial, mientras no se siga fragmentando la personalidad virtual con nuevos yos que vuelvan a llenar el teatro de gente, y vuelva a incrementarse ese reducto de “canciones de fondo”.

Descubrir que existe el miedo al silencio como parámetro en la psique es ya un paso al menos. Si los que nos diseñaron así tenían miedo de que hubiera silencio total en nuestra mente, si aprendemos a desprogramarlo, ¿estaríamos dispuestos nosotros a vivir sin ruido y sin parloteos? ¿sabríamos hacerlo? ¿nos sentiríamos extraños y desubicados? Quizás. Pero vale la pena comprobarlo, para ver que tipo de conexión directa y forma de ver las cosas se obtiene cuando la única voz que oyes en tu psique, además de la “voz” de tu “yo” en cuestión, es la voz interna de tu conciencia (la de tu Yo Superior).

un abrazo,
David Topí

«Los nuevos posters de ‘Star Wars’ son todos acerca de la señal de un solo ojo»

Los nuevos posters de 'Star Wars' son todos acerca de la señal de un solo ojo

Disney publico cinco posters de los personajes que promueven la muy esperada película ‘Star Wars: The Force Awakens (La Guerra de las Galaxias: La Fuerza Despierta)’. Los cinco de ellos prominentemente destacan la señal de un solo ojo, lo que indica que la película es parte de la Agenda de la élite.

En el 2012, la Compañía Disney adquirió Lucasfilm por $4050 millones y anunció tres nuevas películas de Star Wars. Ademas de la adquisición de los derechos hasta el tsunami de mercancías de Star Wars que está a punto de inundar los mercados, Disney se dio el lujo de moldear estas nuevas películas a su gusto.

Conociendo a Disney, sus ramificaciones y sus lazos con la élite, es mejor creer que los «mensajes» en estas nuevas películas se ajustarán estrechamente con la Agenda de la élite ocultista. Los nuevos carteles de los personajes publicados por Disney son una prueba temprana de este hecho. Cada uno de ellos – los buenos y malos – cuentan con un ojo claramente oculto por un arma. No importa de qué lado están, son propiedad de la élite.

El signo de un solo ojo en la cultura popular refleja la omnipresente fortaleza que la elite ocultista tiene en los medios de comunicación. Es su señal. En el caso de Star Wars, las cosas toman proporciones gigantescas debido a la extrema anticipación de la nueva película, la masiva cantidad de fans de la serie y el hecho de que los fans acérrimos abrazarán cada pieza de medios asociados con la película. En pocas palabras, es un paso más en convertir la cultura popular en una gran herramienta de propaganda para la élite ocultista.


Vigilant Citizen
C.1040.

«No es lo que dices, sino cómo lo dices» Edith Sánchez.

No es lo que dices es cómo lo dices

En “El Principito” se dice que “el lenguaje es fuente de mal entendimiento”. La frase es muy sabia, si tomamos en cuenta que no es nada fácil convertir nuestros pensamientos en palabras y expresarlas de tal modo que nuestro interlocutor las comprenda completamente.

De hecho, nuestros mensajes nunca son comprendidos en un 100%. Si alguien dice, por ejemplo, “estoy enamorado”, se refiere a una realidad que difícilmente va a ser entendida por el otro totalmente.

“Estoy enamorado” puede ser sinónimo de estar ilusionado, haber logrado un vínculo muy estrecho con la pareja o sentirse simplemente muy atraído por otra persona. Tendríamos que conocer mucho a alguien para saber qué dice cuando dice “estoy enamorado».

“Sea como fuere lo que pienses, creo que es mejor decirlo con buenas palabras.”
-William Shakespeare-

Así mismo, las palabras no son la única fuente de comunicación, pues son acompañadas por las actitudes, los gestos, las posturas. Se puede decir algo con la lengua y otra cosa totalmente opuesta con el tono, la mirada o la actitud en general. De ahí que aprender a comunicarnos sea un verdadero arte.

Lo que dices…

mujer rosa en el pecho

El mayor desafío de la comunicación se produce cuando hablamos de nuestro mundo interior. Especialmente de nuestros sentimientos, emociones o percepciones. Además de que no es fácil poner todo eso en palabras, resulta imposible desligarnos de los sentimientos, emociones y percepciones que podemos generar al decir algo. Para comunicar algo, siempre tomamos en cuenta la reacción que desatamos en quien nos escucha.

No nos comunicamos solamente para transmitir una información, sino que principalmente buscamos incidir de alguna manera en nuestros interlocutores. Queremos que nos crean, que nos admiren, que nos validen, que nos comprendan.

Pero a veces también buscamos que nos teman, nos obedezcan, nos permitan imponernos o que se sientan lastimados, heridos. A veces somos conscientes de esto y a veces no. Por extraño que parezca, en ocasiones nuestro propósito al comunicarnos es crear confusiones. No que nos entiendan, sino que dejen de entendernos.

Es precisamente la intención lo que define la esencia de cada mensaje. Se puede halagar a alguien para reconocer sus virtudes, pero también para adular a esa persona y hacerla más vulnerable a algún tipo de manipulación que queremos poner en marcha.

Esa intención, sin embargo, muchas veces no es clara ni siquiera para nosotros mismos. Pensamos que nuestro objetivo es “sacar a otro de su error”, pero no hemos considerado la posibilidad de que sea el otro quien tenga la razón.

Creemos que el propósito es desnudar nuestros sentimientos, pero ignoramos el hecho de que muy en el fondo lo que en realidad estamos buscando es compasión o reafirmación. Y si no las obtenernos, aseguramos que no comprendieron ni una letra de lo que dijimos.

Más allá de las palabras

mujer pájaros en el cabello

La comunicación humana es un proceso complejo, que siempre tiene algún grado de equívoco. No depende solamente de las palabras que empleamos para decir las cosas (aunque éstas son muy importantes), sino de un sinnúmero de circunstancias.

Hay que tomar en cuenta el momento, el lugar, el interlocutor. Pero principalmente tiene que haber un gran esfuerzo para asegurarnos, hasta donde sea posible, de que decimos realmente lo que queremos decir. Los seres humanos estamos comunicando todo el tiempo. Con la expresión de nuestro rostro, la forma en que nos vestimos, en que caminamos, nuestra mirada y un largo etcétera.

De este modo, buena parte de nuestros mensajes se libran en el plano del inconsciente. Cuando decimos que alguien nos “da mala espina”, es porque nos ha comunicado con sus gestos y actitudes que aparentemente no es confiable. Igual al contrario. Eso que comunicamos en todo momento de nosotros mismos genera el precedente para vínculos constructivos, destructivos o neutrales.

Los vínculos cotidianos, con el señor que nos vende la leche por ejemplo, estarán impregnados de sensaciones y emociones a las que probablemente no les demos mucha importancia. Pero cuando se trata de los grandes vínculos en nuestra vida, el tema de la comunicación se vuelve relevante.

Los vínculos estrechos están llenos de elementos comunicativos. Las palabras, los silencios, las miradas, todo en realidad tiene algún significado.

Es entonces cuando resulta más importante que nunca generar mecanismos para que los mensajes fluyan de una manera sana. Para lograrlo es importante erradicar ciertas fórmulas de comunicación y alimentar otras.

Básicamente es necesario aprender a comunicarnos desde el afecto. Aludir a lo que sentimos, de la manera más clara posible y evitar la desastrosa costumbre de referirnos a lo que siente el otro. ¿Cómo es que tú sabes que siente otra persona si, seguramente, no conoces del todo lo que sientes tú mismo?

La comunicación agresiva siempre deja huellas profundas. Los únicos acompañantes de la ira deben ser el silencio y la pausa. Si no es así, es muy probable que deformemos lo que realmente queríamos decir.

pareja hablando

La buena comunicación exige serenidad y pertinencia. Buscar el momento, el lugar y el estado de ánimo adecuado para tratar temas difíciles. Dejar fluir espontáneamente nuestros afectos cuando estamos tranquilos y abiertos a los demás.

En realidad, lo que entorpece la comunicación no es lo que dices, sino la forma como lo dices. Y lo que enriquece un vínculo importante es tener la delicadeza de escoger las mejores formas para decirnos y decirles a otros lo que sentimos y pensamos.


Imágenes cortesía de Robert Ireland, Pascal Campion, Christian Schloe
lamenteesmaravillosa.com

Mujeres: Cuidado,porque ¡¡el machismo mata!!

Guía para descubrir si hay violencia en una relación. En tres pasos:
1. Saber si una relación es sana
– Una relación es cuando dos personas se quieren, se respetan y se divierten estando juntas.
– Es aceptarse mutuamente y querer a la otra persona con sus virtudes y sus defectos.
– Es tratarse bien, con ternura y sin faltarse el respeto.
– Es saber escuchar a la otra persona y poder contarle tus problemas, inquietudes y deseos.
– Es una unión de sentimientos, en el que una persona no se impone sobre la otra.
– Es tener confianza mutua y no comprobar si lo que hace o dice tu pareja es verdad.
– Es tener diferentes puntos de vista y poder dialogar sobre ellos sin que ninguno imponga su opinión. En la variedad está el gusto.
– Es compartir experiencias y momentos juntos y es poder disfrutar de tiempo y espacio para uno/a mismo/a, para estar con las amistades, la familia o realizar nuestro hobby favorito sin que nos moleste que nuestra pareja también lo haga.
– Es no abusar de la pareja pidiéndole constantemente que haga cosas por el otro.
– Es poder expresarnos con toda libertad y sin temor a que nuestra pareja se enfade por decir lo que pensamos o a que nos prohíba algo.
– Es cuando ninguno se enfada si el otro nos lleva la contraria.
– Es valorar el esfuerzo y el trabajo de mi pareja.
– Es cuando nadie impone su voluntad.
– Es aceptar y respetar las opiniones, los gustos, actividades y amistades de la otra persona.
– Es apoyarse y ayudarse mutuamente en planes y proyectos aunque éstos no siempre coincidan.
– Es reconocer cuando nos hemos pasado o equivocado.
– Es entender que a veces hay que ceder para estar de acuerdo en una decisión.
– Es cuando las decisiones que nos afectan a los dos son el resultado de un acuerdo mutuo.
2. Concepto erróneo de relación
– En una relación no debe haber problemas, discusiones ni peleas.
– Lo ideal es que las dos partes de la pareja quieran estar siempre juntos y que compartan todo.
– En una relación, todas las necesidades están cubiertas.
– En una relación es mejor que los dos sean iguales, que tengan los mismos gustos y que tengan las mismas aficiones.
– Es una relación hay que tener las mismas amistades obligatoriamente.
– En una relación el varón siempre tiene que tomar la iniciativa y decidir sobre las cuestiones importantes.
3. Una relación de dominio y control puede terminar en violencia:
– Si no soporta a tus amigos/as y prefiere que quedéis siempre los dos a solas.
– Si siempre es él quien decide cuándo quedar, a qué hora, dónde…
– Si te dice que no le gusta que vayas a ninguna parte sin él y te lo justifica diciendo que no puede estar sin ti.
– Si controla tu manera de vestir, maquillarte, hablar o comportarte.
– Si se muestra protector y paternal hacia ti diciendo cosas como: “yo sé lo que es bueno para ti”, ” sé lo que te conviene”…
– Si para conseguir lo que quiere hay veces que te hace sentir culpable.
– Si te chantajea si no quieres mantener relaciones con él, poniendo en duda tus sentimientos hacia él.
– Si te hace responsable de su infelicidad.
– Si “le pone de los nervios” que le lleves la contraria.
– Si te dice que sería “capaz de cualquier cosa” si le dejaras.
– Si a veces “se calienta” y te dice que le dan ganas de pegarte.
– Si no soporta no saber lo que haces a lo largo del día.
– Si necesita saber todo lo que dicen tus colegas de él.
– Si intenta tener controlado tu móvil para saber con quién hablas.
– Si tiene la sensación de que le estás provocando para que “salte”.
– Si no se fía de lo que le cuentas y lo comprueba.
– Si le cuesta mucho disculparse, y más si es ante ti.
– Si siente que, como hombre, tiene que proteger a las mujeres.
– Si no está dispuesto a ocuparse a las tareas de la casa y se escaquea todo el tiempo consiguiendo que le den todo hecho.
– Si es él el que toma las decisiones importantes de la pareja.
– Si se burla de ti y te avergüenza en público.
– Si critica constantemente tus opiniones o tu forma de pensar.
– Si no se interesa por tus cosas.
– Si alguna vez se pone tan nervioso contigo que descontrola y sientes miedo.
– Si te trata como si fueras menos competente que él.
Conclusión:
Ten cuidado con aquellos que piensan:
Las mujeres son inferiores y deben obedecer a los hombres
Las tareas domésticas y los hijos “son cosas de mujeres”
La mujer debe seguir al marido, aunque tenga que renunciar a sus proyectos
Lo más importante en la vida de una mujer es casarse
Cuidado,porque ¡¡el machismo mata!!
http://mujericolas.blogspot.com/2015/11/no-te-lies-con-chicos-malos-guia-para.html

 

¿Realmente hablar de suicidio lleva a cometerlo?

Preguntarle a alguien si está considerando acabar con su propia vida cuando está desesperado nunca es fácil. No es simplemente porque la naturaleza de la conversación es sumamente incómoda o sensible. Algunos temen que el solo hecho de hablar del suicidio podría ser peligroso, en caso de que le dé ideas a esa persona.

Algunos estudios respaldan esta creencia, hasta cierto punto. En un estudio realizado en clínicas de salud en Londres, una cuarta parte de los médicos de cabecera y una quinta de los pacientes opinaron que preguntarle a la gente sobre pensamientos suicidas podría inducirles a ideas de autodestrucción (1).

Puede que esto corresponda sólo a una minoría, pero vale la pena examinar esta presunción en más detalle, porque significa que mucha gente evita el tema y pude impedir que la gente desesperada discuta sus sentimientos, sin mencionar que busquen otras opciones o pidan ayuda.

Las políticas de prevención del suicidio en Europa y América del Norte suelen enfocarse en atención primaria, porque son estos médicos de cabecera quienes frecuentemente ven a personas con depresión (no quiere decir que todos los que intentan suicidarse están deprimidos).

Estas clínicas podrían ser lugares clave para detectar cuando la gente siente que no puede lidiar con su vida, pero en la práctica pocos doctores preguntan sobre el suicidio (2). Una de las razones es el temor a inducir a pensamientos suicidas.

Para un estudio llamado «No hablemos de ello», llevado a cabo en el norte de California, unas actrices fueron entrenadas para interpretar a pacientes con síntomas de depresión grave que visitan al doctor (3).

Las grabaciones de las consultas revelaron que menos de 27% de los médicos averiguaron si las pacientes habían considerado matarse.

Los autores del estudio sugieren que algunos parecían incómodos discutiéndolo, temían que estimularían los intentos de suicidios, o que si el paciente tuviera sentimientos suicidas no tendrían suficiente experiencia para intervenir.

Pero lo interesante es que era más probable que los doctores que habían tenido experiencia con la depresión en su vida personal, ya fuera en carne propia o con amigos o familiares, abordaran el tema.

También marcó una diferencia si los pacientes pedían antidepresivos: los doctores se animaban más a empezar una conversación sobre el suicidio, aunque no tanto si pedían una marca.

En un intento de tratar de averiguar de una vez por todas si discutir los sentimientos suicidas podría hacer que la gente se sienta más suicida, la epidemióloga clínica Madelyn Gould condujo su propio ensayo aleatorio controlado en 2005 (4).

Más de 2.000 estudiantes de seis escuelas secundarias recibieron cuestionarios para medir su estado de ánimo y sus niveles de angustia. A la mitad se les formuló también preguntas sobre sentimientos suicidas, que podían responder en una escala desde «Nunca lo pensé» hasta «Casi todos los días pienso en eso».

Dos días después, se entregaron otros cuestionarios a ambos grupos para evaluar sus niveles de depresión y angustia, pero esta vez incluyeron preguntas sobre pensamientos suicidas.

Si discutir el suicidio es dañino, el grupo al que se le preguntó sobre pensamientos suicidas la primera vez mostraría niveles más altos de angustia dos días después. Pero de hecho mostraron ligeramente menos angustia que el otro grupo, posiblemente porque sintieron que se estaban tomando en serio sus sentimientos.

Esto fue seguido de una prueba en 2011, cuando se entregó a los pacientes en un consultorio médico en Londres un cuestionario con sólo dos preguntas: «¿Durante el mes pasado, se ha sentido frecuentemente abatido, deprimido o desesperado?» y «¿Durante el mes pasado, ha sentido frecuentemente poco interés o placer en hacer cosas?».

A quienes respondieron sí a una o ambas preguntas, los llamó por teléfono un investigador con una serie de preguntas sobre su estado de ánimo. La mitad fueron asignados al azar a un grupo donde se les hicieron seis preguntas sobre pensamientos suicidas. A la otra mitad no se lo preguntaron.

Dos semanas después, una entrevista de seguimiento evaluó su salud mental. 200 personas no conforman una muestra suficientemente grande para medir intentos reales de suicidio entre ambos grupos, pero sí para demostrar que la discusión sobre el suicidio no intensificó los sentimientos suicidas dos semanas más tarde (5).

Esto no significa que toda mención de suicidio sea útil. Hablar de eso es una cosa, mostrarle a la gente cómo hacerlo es otra.

Cuando un drama sobre un hospital británico presentó a un hombre tomando una sobredosis e incluyó detalles de la droga exacta y la cantidad, información recolectada de 49 servicios de accidentes y emergencias la semana siguiente mostraron un incremento de 17% en sobredosis (6).

En las cuatro semanas tras el suicidio de una celebridad en Taiwán, donde el método empleado recibió gran cobertura de los medios, también aumentaron los intentos de suicidio (7).

En psicología esto se conoce como modelado, cuando una persona copia un comportamiento que ve de otra. Muchas organizaciones de medios siguen ahora directrices para evitar detallar métodos (8).

Retratar métodos es muy diferente a discutir sentimientos sobre no querer seguir viviendo.

Abrir la conversación puede ayudar a la gente a ver maneras alternativas de salir de su situación, y en todo el mundo hay muchas organizaciones diferentes que ofrecen alguien con quien hablar, ya sea por teléfono, en línea o en persona.

Así que si alguien dice estar considerando el suicidio, es un mito pensar que hablarle de sus sentimientos pondrá en más peligro su vida.

1. Screening for suicidal thoughts in primary care: the views of patients and general practitioners

2. Preventing suicide in primary care patients: the primary care physician’s role

3. Let’s Not Talk About It: Suicide Inquiry in Primary Care

4. Evaluating Iatrogenic Risk of Youth Suicide Screening Programs

5. Impact of screening for risk of suicide: randomised controlled trial

6. Effects of a drug overdose in a television drama on presentations to hospital for self poisoning

7. The influence of media reporting of the suicide of a celebrity on suicide rates: a population-based study

8. Media Guidelines for the reporting of suicide

http://noticiasuy.com/Noticia

Aida. Hoy voy a conseguir todo lo que me proponga

Hoy es el día, hoy voy a lograr mis objetivos, paso a paso, el día en que por fin voy a atreverme a caminar hacia el futuro que deseo, hacia lo que he soñado siempre, para transformar ese sueño en una realidad.

Puedo oler ese momento en el que alcanzaré mis metas, puedo sentir la emoción en mi corazón, puedo notar las lágrimas de alegría rodando por mis mejillas y el orgullo de las personas que quiero al verme cumplir mis esperanzas.

Voy a ser valiente

El miedo no es un obstáculo, voy a sacar el coraje que siempre he tenido para luchar contra lo que me da miedo. Me enfrentaré cara a cara con mi miedo a fracasar, mi miedo a las opiniones de los demás, mi miedo al cambio.

Por fin he entendido que el fracaso no existe, sólo las ganas de aprender, que las opiniones de los demás a veces son miedos de otros no míos, y que el cambio puede ser una gran oportunidad.

“Ser valiente no es carecer de miedo, sino procesarlo de tal manera que no te impida funcionar. Que la adrenalina no mande sobre ti”.
-Walter Riso-

Mujer con diente de león en la mano

Aprenderé

Me convertiré en alguien que no mira hacia el pasado, sino que vive el presente y mira con ilusión al futuro. Alguien que aprende las lecciones que le ha ido dando la vida y que no se da por vencida. Si tengo curiosidad por algo, lo estudiaré porque llegará el momento en el que lo pueda utilizar.

Me formaré en los aspectos que más me apasionan para desarrollar mis mejores habilidades haciendo lo que me gusta. Nunca dejaré de aprender, de tener curiosidad por las cosas nuevas, de estudiar, de leer, de explorar. Ahora sé que todo lo que aprenda tendrá una aplicación, un sentido en mi vida, será algo que utilice y que me ayude a perseverar.

Viviré el presente

La sombra de la preocupación no me acompañará, porque de hoy en adelante voy a pensar en todas las cosas buenas que tengo en mi vida, en todas las personas que realmente me quieren y voy a vivir el aquí y el ahora, el calor de cada abrazo dado, la amabilidad de cada palabra pronunciada, el beso de cada persona que me demuestra su cariño.

“Un hombre debe vivir el presente y ¿qué importa quién eras la semana pasada, si sabes quién eres hoy?”
-Paul Auster-

Fijaré mis objetivos y lucharé por conseguirlos

Hoy tengo claro lo que quiero y cómo lo voy a conseguir. Escribiré mis objetivos con claridad en un lugar donde los pueda ver, para recordarme cada día que camino hacia mis sueños. Lucharé con las dificultades, con todo lo que se interponga entre lo que deseo y yo.

Me valoraré

Tengo defectos, como todos, son muchos, pero cada día lucho por superarlos y aceptarlos. Y también, tengo virtudes que me hacen única, que me hacen ser como soy. Hoy he aprendido a valorarme, a ver todas las cosas buenas que hay en mi y a hacer las cosas que realmente me gustan y hago bien.

Mujer abrazándose a sí misma

Seré perseverante

Nada me frenará porque confío en mi, creo en mi, por eso he aprendido a ser perseverante. a no rendirme y a ir cumpliendo mis objetivos paso a paso. La perseverancia me acompañará en cada momento de este día y de todos los que le seguirán, para recordarme que soy una persona luchadora y para transmitir mi entusiasmo y contagiar mi alegría a otras personas.

Hoy voy a ser yo

Hoy no me voy a esconder, voy a mostrarme como soy, diré lo que tengo que decir, aprenderé a decir “no” cuando sea necesario, aprenderé a comunicarme y a hablar con otras personas, no permitiré que los pensamientos negativos me invadan.

Hoy voy a ser yo, voy a ser valiente y atrevida, voy a soñar y a luchar por lo que sueño, voy a disfrutar el presente y a valorar quien soy, hoy voy a conseguir todo lo que me proponga.

“Puede que me sienta tentada a ser una mujer impecable, peinada y planchadita por dentro y por fuera. Las normas de este mundo exigen buena presencia: péinate, ponte, sácate, cómprate, corre, adelgaza, come sano, camina derechita, ponte seria… Y quizá debería seguir las instrucciones, pero ¿cuándo me van a dar la orden de ser feliz? Acaso no se dan cuenta que para lucir linda, me debo de sentir linda… ¡La persona más linda que puedo ser!”
-Quino (Mafalda)-
La Mente es Maravillosa

Aida. El poder del pensamiento positivo en los niños

Desde parvulitos, los niños ya saben que el pensamiento positivo les hace más felices. En ésta tarea, parece que el optimismo de los padres es decisivo para ayudarles a entender que una actitud positiva ayuda a sentirse mejor ante situaciones difíciles.  

Los expertos en psicología infantil también confirman que, con tan sólo cinco años, se dan cuenta de que las personas con pensamiento positivo se sienten mejor que aquellas con ideas más negativas. En los colegios, por ejemplo, cuando éstos niños han tenido una profesora risueña y optimista, que no se deja llevar por el malhumor momentáneo ante las incidencias del día, tienden a preguntar por ella y querrían volver a verla. Según los niños van creciendo, aumenta su conciencia sobre cómo las reflexiones internas pueden modificar las emociones, incluso ante circunstancias negativas.

El optimismo y la esperanza de los padres proporcionarán también al niño más habilidades para entender el poder del pensamiento positivo. Por ejemplo, un padre positivo potencia lo mejor del niño y le enseñará a confiar en él mismo y en los demás. Le muestra que un hecho negativo es un problema, pero uno que él puede resolver con sus propias herramientas. Sin embargo, un padre negativo les enfatiza a sus hijos las desgracias de la vida y, con sus quejas o lamentos, les induce -sin querer- a desconfiar de todo el mundo y de sí mismos, reduciendo así su autoestima. Al fin y al cabo, aprendemos de lo que vemos y de lo que escuchamos.

Pero no todo depende de los padres; también existen factores que influyen en la capacidad del niño para ser más optimista: el contexto social, cultural, político, económico, sus propias experiencias, etc., conformarán el estado emocional del menor. Qué duda cabe de que una sociedad basada en el materialismo consumista y la competencia feroz no es el mejor caldo de cultivo para un estado saludable e íntegro, en cualquier aspecto, ya se trate de niños o de adultos.

En lo que respecta a las consultas de psicología, muchas terapias cognitivas-conductuales se centran en trabajar el pensamiento positivo, intentando cambiar los negativos por los más optimistas. La idea es habilitar al individuo para que maneje sus propios pensamientos del mejor modo que pueda.

No obstante, aunque cambiar los pensamientos negativos por los positivos produce mejoras a corto plazo, a la larga no funciona tanto, ya que obliga a la persona a luchar contra sus propias emociones y eso es muy difícil de cambiar. En cambio, parece que da mejores resultados aceptar los pensamientos de uno mismo, dejando que vengan y se vayan –tal como nubes en el cielo-, evitando solamente los más dañinos.

Equipo Mache Blog

El TDAH no existe – Marino Pérez

Por La Clave Oculta

De un tiempo a esta parte, ha habido un auge en el diagnóstico de enfermedades mentales. El caso de los niños es muy remarcable; parece que el que no tiene una cosa tiene otra. ¿Nos estaremos volviendo todos locos?

Hoy hablamos del TDAH con el Dr. Marino Pérez, psicologo clínico y catedràtico de psicología de la personalidad, evaluación y tratamiento de la Universidad de Oviedo. Junto a Héctor González y Fernando García han escrito “Volviendo a la normalidad, La invención del TDAH y del trastorno bipolar infantil” publicado por Alianza Editorial.

http://periodismo-alternativo.com/2015/11/09/el-tdah-no-existe-marino-perez/

EJERCICIO DE ENRAIZAMIENTO PARA RECUPERAR NUESTRO CENTRO Y EQUILIBRIO

Es un ejercicio de enraizamiento que resulta muy efectivo para arraigar y equilibrar la energía. Con él, podrás traer la energía de la Tierra y de la matriz cristalina a tu cuerpo y, con la combinación de ambas, podrás crear un escudo protector de energía de luz equilibrada y arraigada.

Puedes utilizar este ejercicio de enraizamiento en cualquier momento en que creas que necesitas volver a enraizarte, volver a tu centro, cuando te sientas ansioso, con miedo o, simplemente, cuando necesites un pequeño aporte extra de energía.

Puedes utilizar este ejercicio para arraigar y enraizar tu energía con la energía de la Tierra y la matriz cristalina (que es una rejilla de luz que se encuentra por encima de la Tierra). Con él, podrás introducir en tu cuerpo la energía de la Tierra y la energía de la matriz cristalina, desde tu coronilla.

Realizaremos una serie de ejercicios para unir estas energías, para que después puedan crear un escudo protector de luz a nuestro alrededor.

Siéntate con la espalda recta, con los pies bien asentados en el suelo y las manos suavemente apoyadas en el regazo.

Toma una inhalación profunda y comienza a relajarte, con la intención de enraizar, centrar y equilibrar tu energía.

En la siguiente inhalación, vas a sentir la Tierra bajo tus pies.

Imagina que unas raíces salen de la planta de los pies para adentrarse en el interior de la Tierra. A través de esas raíces, vas a traer la energía de la Tierra hasta los pies, las piernas, hasta las caderas, el vientre, hasta llegar a tu centro del corazón.

Haz una pausa y, al exhalar, imagina un rayo de luz de la longitud de tus brazos que comienza a rodearte, por delante y por detrás. Puedes hacer el rayo tan grande o tan pequeño como desees; puede ser como una línea delgada que creas a tu alrededor o como una inmensa esfera que te cubre completamente.

En la siguiente inhalación, lleva la atención a la coronilla y puedes imaginar que se abre tanto como desees. Visualiza entonces la matriz cristalina, esa red energía que se encuentra por encima de tu cabeza, imaginando que vierte su energía hasta tu coronilla, y que va descendiendo por tu cabeza, tu cara, cuello, hasta llegar al centro corazón, en el centro del pecho.

Haz una pausa durante unos momentos, y con una larga exhalación, imagina que sale de tu corazón un rayo de luz de la longitud de tus brazos y que te envuelve completamente en un círculo que, de nuevo, puede ser tan pequeño o tan grande como quieras imaginar.

En la siguiente inhalación, imagina que entra por tus pies la energía de la Tierra, al mismo tiempo que la energía de la matriz cristalina entra por la coronilla, y visualiza como ambas se reúnen en tu corazón.

Al exhalar, visualiza de nuevo el rayo de luz de la longitud de tus brazos que te envuelve completamente en una esfera, tan grande o tan pequeña como desees. Puede ser diminuta, como un pequeño donut, o como un inmenso capullo de protección que te rodea.

Para practicar, realizaremos este proceso una vez más.

Lleva la energía de la Tierra desde los pies hasta el corazón, a la vez que atraes la energía de la matriz cristalina también hasta el corazón, imaginando que las dos se unen en ese punto. Inhala, imaginando que afluye a tu corazón tanta energía como quieras.

En la exhalación, vas a irradiarla desde el pecho en forma de un rayo de luz, que va formando una esfera que te envuelve completamente, por delante y por detrás. De nuevo, la esfera puede ser tan grande como desees.

Ahora, centra tu intención en enraizar y centrar tu energía, por arriba y por debajo. Siéntete como el punto de encuentro entre la matriz cristalina por encima de tu cabeza y la Tierra bajo tus pies. Realiza cualquier ajuste que consideres necesario para que tu energía esté perfectamente equilibrada y centrada, y para que tu parte humana y tu parte divina estén en armonía, lo material y lo espiritual, la tierra y el cielo.

Puedes realizar esta meditación siempre que te encuentres estresado, ansioso, preocupado, enfadado, o si sientes que has perdido el equilibrio. Toma entonces una inhalación y atrae la energía de la Tierra y de la matriz cristalina hacia tí, para irradiar desde tu corazón un anillo de protección, de manera que tanto la energía de la Tierra como la energía de la matriz cristalina te protejan y estén siempre a tu alrededor.

Jennifer Hoffman

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http://enlighteninglife.com

Desear desear: la gran aventura por la que reconocemos y construimos aquello que deseamos verdaderamente

Love loves to love love.

James Joyce, Ulysses

El ser humano ha sido definido desde distintas perspectivas, a veces con la pretensión un tanto ingenua de encontrar aquello elemental que nos hace verdadera, decididamente humanos. El lenguaje parece ser uno de esos rasgos que nos son únicos como especie; también la comunicación, la empatía y algunas otras cualidades o recursos que no tiene ningún otro animal, o no de la forma avanzada en que nosotros las utilizamos, sobre todo en función de la construcción de una cultura, una sociedad y, en general, una vida en común.

En este sentido, el psicoanálisis ofreció su propia aportación al elaborar una teoría ontológica del ser humano en torno al deseo, noción que para esta disciplina es fundamental para entender la dimensión subjetiva del ser humano y, a partir de ésta, su ramificación hacia la vida psíquica y social de cada cual. Somos, en esencia, seres deseantes, seres que desean, que buscamos algo, porque al nacer nacemos en falta, no somos autosuficientes para sobrevivir, nos falta algo y alguien, y partir de entonces comenzamos a desear algo que existe en el mundo pero que nosotros no tenemos. El deseo, entonces, nos estructura, tanto como la falta con que nacemos y que en cierto modo es su correlato necesario.

La satisfacción del deseo, sin embargo, no es sencilla. Social y culturalmente se han desarrollado formas de conducirlo, canalizarlo, lo cual también puede ser sinónimo de contener. En este aspecto, los estudios antropológicos de Claude Lévi-Strauss en torno a la práctica del tabú arrojan luz a las ideas del psicoanálisis sobre la represión del deseo. Paradójicamente, somos sujetos deseantes pero en cierto sentido cabe decir que nunca vamos a obtener lo que deseamos. ¿Por qué? Al menos por dos características propias del deseo: una, que por su propia dinámica, el deseo no puede cesar, no deja de manar ni de impulsarnos a hacer; en segundo lugar (pero esto es un tanto más complicado), nunca vamos a tener lo que queremos porque, estrictamente, aquello que deseamos no existe —o no en esa forma precisa y detallada con que lo vemos en nuestra mente y nuestros sueños. Expliquemos.

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El primer aspecto es sencillo. Como explica Conner Habib en esta entrada reciente de su blog, para Lacan el deseo es sobre todo un movimiento, no una cosa. Un principio activo que organiza nuestra visión del mundo y que, además, está en cambio constante. En cierto momento de nuestra vida deseamos algo pero después esto se modifica y, con ello, toda nuestra existencia. El deseo de la infancia es radicalmente distinto al de la juventud, aunque ciertos remanentes de aquella estructura se mantengan en diferentes etapas de nuestra vida. Puede parecer semántico, pero el dilema es más bien vital: obtener lo que deseamos sería, en cierta forma, paralizar dicho impulso, fijarlo, matar su movimiento, lo cual significaría también matar su fuerza vital.

En segundo lugar tenemos la dimensión inexistente del deseo, o quizá sería mejor decir de aquello que deseamos. En la realidad, el deseo busca materializarse o corporeizarse en un objeto específico, sea el seno materno o el novio que vislumbramos como perfecto. Esto, sin embargo, no ocurre propiamente en la realidad, sino a nivel de la cadena de significantes que estructura nuestra comprensión del mundo. El deseo es subjetivo, pero no singular. Como en las observaciones que hizo Wittgenstein a propósito del dolor físico, cabe decir que todos somos capaces de sentir dolor, darle un significado, inscribir ese mismo dolor en nuestro propia cadena de significantes pero, en otro momento, también somos capaces de hablar de ese dolor, describirlo ante un médico o un amigo, inscribirlo en la cadena de significantes del mundo, si bien no con la precisión total con que lo sentimos y lo entendemos. Algo parecido sucede con el deseo, aunque no exactamente.

Con frecuencia, aunque somos seres deseantes, no conocemos nuestro propio deseo. Al principio nuestro deseo coincide o parece coincidir con el de otras figuras como la madre o el padre, pero eventualmente esto ya no es suficiente. Entonces comienza la gran aventura de reconocer y construir nuestro deseo. De no aceptar sucedáneos ni paliativos, menos aún aquellos que nos ofrecen las sociedades de consumo y del espectáculo, que a cambio del placer nos ceban con el espejismo del goce. De identificar, con suficiencia, aquello que deseamos, y trabajar para conseguirlo. Desear desear, y nunca renunciar a ello.

http://pijamasurf.com/2015/11/desear-desear-la-gran-aventura-por-la-que-reconocemos-y-construimos-aquello-que-deseamos-verdaderamente/

Aida. Este es el descubrimiento de la epigenética que Jung había notado hace casi 100 años

LOS NEUROCIENTÍFICOS SE VIERON OBLIGADOS A UTILIZAR UN CONCEPTO SIMILAR AL EMPLEADO POR CARL G. JUNG, QUIEN SE ENCARGÓ DE FUNDAR EL TÉRMINO DE “TRAUMA INTERGENERACIONAL“

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Un trauma, por sí solo, es una herida cuyo elemento principal es la fragilidad y ruptura de un cuerpo, una psique, un concepto o una memoria. Se trata de una herida difícil de sanar, la cual tiene la capacidad de infectarse y de deteriorar el estado de una persona así como de sus seres cercanos. Un corazón roto, un asalto, un secuestro, un genocidio o la negligencia afectiva son eventos que tienen el poder de convertirse en un trauma que altera la psique y el soma.
Que una herida, física o psíquica, no pueda sanarse, se debe a que el sistema está siendo constantemente atacado por niveles desorbitantes de estrés. Es en ese momento que el cuerpo comienza un ciclo vital de supervivencia, como una ayuda vital a la adaptación a aquella situación que genera estrés, y por lo tanto comprometerá a mecanismos cerebrales, endocrinos e inmunológicos para lograrlo. Por otro lado, en caso de que el sistema, psique o soma no sea capaz de manejar la cantidad ni la potencia del estrés, terminará por sobresaturarse creando una nueva línea basal (línea base, estabilidad orgánica) llamadaalostasis.
Cualquier persona que ha sufrido de un corazón roto sabe que el trauma no es estático: a veces podemos ser víctimas de una ira en contra de aquella persona que logró, en su momento, que cualquier malestar se difuminara; y en otras, simplemente sentir una tristeza profunda que anula toda vitalidad y tranquilidad. Este trauma está provocando que el cuerpo y la mente sufran de un equilibrio forzado en los límites de la piel (la alostasis): se eleva el ritmo cardíaco, se desarrollan malestares corporales, en ocasiones se sufre de ataques de pánico derivados de una hipervigilancia constante,  el cuerpo se inundará de cortisol provocando migrañas, problemas con el sistema endocrino, alteraciones en la temperatura y en el cuerpo, dermatitis o inclusive asma, se planeará –inconscientemente– huir o pelear las 24/7, entre otros síntomas.
Los neurocientíficos le llamaron a este proceso autopreservación, el cual tiende a afectar a otras áreas para sobrellevar el trauma. Regresando al ejemplo del corazón roto, en ese estado normalmente nos vemos afligidos por una serie de problemas para concentrarnos o aprender, para relacionarnos y mostrar (o recibir afecto); experimentamos síntomas de depresión, ansiedad y hasta disociación entre cuerpo y mente (adormecimiento de una parte del cuerpo, etc.) o de mente y mente (flashbacks, vivencia donde se está sin estar); encontramos dificultad para regular emociones como la ira, el miedo o la tristeza; tendemos a exponernos constantemente a situaciones de riesgo y autosabotajes, como cuando en un deadline de un trabajo importante decidimos dormir en vez de invertir tiempo y energía en el proyecto; sentimos con especial potencia una mezcla de enojo, culpa, vergüenza, ansiedad, estancamiento, incomprensión, codependencia, miedo al abandono, frustración, fatiga crónica, etcétera.
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En pocas palabras, nos encontramos rodeados de confusión, inocencia y vulnerabilidad debido a los efectos de una vida interrumpida, una herida que parece nunca curarse. Y la realidad es que estas experiencias traumáticas pueden ser irreversibles, ya que las nuevas experiencias se irán adquiriendo dentro de un formato del sistema dañado de la alostasis. En consecuencia, el trauma tendrá el poder de definir la existencia cuerpo-mente tanto de esa persona como de su descendencia. Es decir que un trauma puede afectar hasta a cuatro generaciones abajo de la propia.
Toda esta información se ve actualmente apoyada por la epigenética (término acuñado por Conrad Hal Waddington hace un poco más de 60 años), la cual se dedica a estudiar el conjunto de procesos químicos que modifican el ADN sin alterar su secuencia. De acuerdo con las premisas básicas de la epigenética, la constante interacción entre genes y ambiente crea bioquímicamente un mecanismo que altera positiva o negativamente procesos moleculares (cambios hormonales, celulares, sinápticos) así como la expresión genética y su devenir a futuro.
La realidad es que la expresión del genoma –es decir, el fenotipo– cambiará según las experiencias con el medio ambiente, y estos cambios epigenéticos se verán reflejados en la heredabilidad durante la procreación de una persona. Esto se descubrió en 1997, cuando en un experimento con ratas, separaron a dos madres con sus respectivas crías. A una de ellas la sometieron a estímulos estresantes; a la otra, a estímulos de cuidados nutritivos. Los resultados fueron sorprendentes: las crías de la primera rata crecieron con la misma expresión del genoma estresante así como un desarrollo cerebral menor, mientras que las de la segunda no mostraron ningún indicio de anormalidad.
Fue entonces que a través de la neurociencia se aprendió a darle una representación válida (y por supuesto científica) a la heredabilidad del trauma. Esto significaba que los sobrevivientes de un genocidio, como los indígenas de América, los judíos en el Holocausto o los padres de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, han sido capaces de transmitir el trauma a generaciones hasta el fin de los tiempos.
Sin embargo, esta no había sido la primera vez que el término había entrado en el ámbito del estudio de la psique. Los neurocientíficos se vieron obligados a utilizar un concepto similar al empleado por Carl G. Jung, quien se encargó de fundar el término de “trauma intergeneracional“.
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Para este pater del psicoanálisis, un elemento fundamental en el trauma intergeneracional es el de  la proyección. Se supone que la proyección traumática del inconsciente colectivo se encarga de transmitir y mantener activas las sensaciones anteriormente descritas a través de conexiones neuronales tempranas. Prácticamente este conjunto de sinapsis intergeneracional se activa en el presente, produciendo conductas aprendidas por generaciones del pasado y que siguen siendo útiles en el aquí y en el ahora. Podríamos inclusive decir que es este inconsciente colectivo el encargado de brindar dichas conexiones a través de conceptos y símbolos (también llamados arquetipos) que cargamos con nosotros, y que hablan de experiencias de nuestros ancestros. Cuando hablamos específicamente de experiencias traumáticas, estas proyecciones inconscientes distorsionan las conductas en el presente, reviviendo sentimientos que pertenecieron a la familia de origen en el momento del trauma. Sin embargo, los arquetipos no solo transmiten las experiencias traumáticas de generaciones pasadas, también los aprendizajes y las experiencias para sobrevivir al trauma mismo.
Es así que el inconsciente colectivo pone a nuestra disposición herramientas para volvernos resilientes al trauma (y no solo acostumbrarnos a él). Dado que la psique humana es sabia, el humano busca alternativas en lo arquetípico y en lo intuitivo para guiar al alma a volver a vivir con un nuevo enfoque cosmovisual: la ensoñación, lo místico, el anhelo de lo indómito, la creatividad, los verdaderos amores, son las experiencias y las enseñanzas fugaces que reproducen la belleza de la naturaleza; las cuales infunden en nosotros la confianza en el camino de la vida, en el conocimiento cada vez más profundo de nosotros mismos, en el Yo intuitivo innato.
Para lograrlo es indispensable iniciar con un estilo de reprogramación del cerebro a través del cambio de la narrativa del trauma mismo. Es decir, alterar el autoconcepto de víctima a resiliente como único método de supervivencia. Esto cambiará, en consecuencia, las sensaciones asociadas con esos eventos traumáticos, lo cual regenerará las conexiones neuronales (proyecciones). Esto a su vez modificará al cerebro de estado de supervivencia a modo de curiosidad, permitiéndole al inconsciente empezar el proceso de autocuración y resiliencia.
Para concluir y citando a Bruce Perry, psiquiatra especialista en trauma crónico:
Los cambios cerebrales responden a experiencias repetitivas y con patrones: mientras más repitas algo, más cuajada será la experiencia. Esto significa que toma tiempo acumular repeticiones, y por tanto la rehabilitación misma. Se requiere de paciencia para que estas repeticiones continúen. Entre más largo el período del trauma, o entre más extremo el trauma, se requerirá mayor número de repeticiones para recuperar el balance. […] Lo único que necesitan las personas que han sufrido trauma es sentirse seguros y amados.
 fuente/PIjamasurf