¿Hay realmente un producto milagroso en tu refrigerador? algo barato que puede eliminar los malos olores, mantener los dientes de un blanco brillante, e incluso tratar las enfermedades que amenazan la vida?
Sí. Esa caja es bicarbonato de sodio, que puede hacer algunas cosas importantes.
Sus superpoderes provienen de un término de dos letras: pH. Eso significa “potencial de hidrógeno” para hacer algo ya sea un ácido o una base alcalina. El bicarbonato de sodio es una sustancia alcalina. Cuando se mezcla con un ácido, altera el nivel de pH. Debido a esta habilidad, el bicarbonato de sodio se puede usar como una terapia de curación para una serie de condiciones.
¿Qué no hará una madre para proteger a su hijo? Una periodista, preocupada por la alergia de su hijo a los lácteos, se desplaza al Reino Unido, Alemania, Estados Unidos y la India en busca de respuestas. Y las encuentra, solo que más turbadoras y de mayor alcance de lo que esperaba.
El glifosato, un herbicida de uso común en los cultivos de transgénicos, parece estar detrás de auténticas tragedias personales y de una amenaza global: algo que supera con mucho a un simple picor alérgico en el ojo.
En su libro “The Dorito Effect: The Surprising New Truth About Food and Flavor” (El efecto Dorito–La nueva y sorprendente verdad sobre el sabor y los alimentos), el galardonado periodista y autor, Mark Schatzker, investiga la introducción del sabor en el suministro industrial de alimentos.
Como profesional del periodismo de investigación, la curiosidad de Schatzker sobre el sabor lo llevó a escribir dos libros sobre el tema. El primero, “Steak: One Man’s Search for the World’s Tastiest Piece of Beef” (Bistec: La búsqueda de la pieza de carne de res más apetitosa en el mundo), como su título lo indica, fue acerca del bistec.
“Profundicé en la ciencia del sabor [y] cómo lo percibimos. Pero, también [hice una] pregunta que rara vez hacemos, ‘¿Por qué los alimentos tienen sabor?’ Creemos que es una cuestión muy simple. Damos por hecho que las manzanas saben a manzanas y que el bistec debe saber a carne, pero entonces cuando se empieza a profundizar, se vuelve muy interesante“, indica.
“Si visitaba un rancho y había un campo de vacas preñadas y novillos, el ranchero decía: ‘Oh, las vacas preñadas están en un campo de tréboles porque necesitan mucha proteína [cuando] están preñadas’. Entonces, si las vacas ni siquiera saben qué son las proteínas, ¿cómo saben qué comer?
La respuesta es la reacción al sabor. Buscan los sabores que le proporcionan a sus cuerpos lo que necesitan. Es algo a lo que ciertamente somos muy ajenos… Tendemos a pensar que hay una relación inversa entre la salud y las exquisiteces.
Empecé a hacer ese libro sobre el tema del bistec porque, ‘podría ser que el mejor bistec que encuentre sea terrible para la vaca [y] atroz para el planeta; es como un ataque cardiaco en un platillo’.
Curiosamente, lo que encontré fue que el bistec más delicioso era la mejor opción para el planeta, gentil para la vaca e ideal para mí. Pensé, ‘Esto no es lo que esperaba, ni lo que nos enseñaron que debía pasar. ¿Qué está pasando?’…
[E]n la vida silvestre… los sabores apetitosos guían a los animales hacia los alimentos que requieren. Entonces, hago la que podría parecer una pregunta simple, pero que tiene una respuesta muy compleja, ‘¿funciona de la misma manera en el caso de los humanos?‘”.
La historia de los Doritos
La historia de los Doritos comienza con el ya fallecido Archibald Clark West, un ejecutivo de mercadotecnia que, en los años 50, trabajó en la cuenta de Jell-O Pudding. En 1960, la empresa Frito le ofreció el puesto de vicepresidente de ventas y mercadotecnia. (Poco después, Frito se fusionó con la compañía de chips Lay para convertirse en Frito-Lay).
Por casualidad, al detenerse en una tiendita de comida mexicana en el camino de regreso a casa, después de una visita con Lawrence Frank, el inventor de la sal sazonada de Lawrys, West, conoció los totopos.
Los envases plásticos que usamos habitualmente para almacenar y consumir alimentos y bebidas entrañan un serio peligro para nuestra salud.
Los envases plásticos que las personas utilizan de forma regular para consumir alimentos y bebidas pueden dañar de forma considerable el funcionamiento normal de las hormonas debido a los aditivos químicos que se usan en la fabricación de esos productos plásticos.
Aditivos químicos como los estabilizantes, plastificantes y espumantes usados en la fabricación de los envases plásticos se desprenden y llegan a los alimentos que consumen los humanos, lo que, eventualmente, puede causar graves problemas de salud, explica el doctor Julio César Polo Espinal, especialista en medio ambiente del Colegio Médico del Perú, en declaraciones a la agencia Andina.
España es una potencia en la producción de carne de cerdo, pero el modelo de ganadería está cambiando. Cada vez más, cientos de explotaciones porcinas se están transformando en descomunales instalaciones donde se gestionan miles de animales encerrados en naves, criados y engordados sin descanso para abastecer a un creciente mercado low cost. Una concentración del negocio que abarata los costes y que aporta grandes beneficios a la industria, pero que está dejando tras de sí un reguero de impactos sociales, medioambientales y de explotación animal de difícil corrección. En algunas comunidades, como Catalunya o Aragón, llevan años funcionando; pero ahora buscan extenderse también a otros territorios de Castilla-La Mancha, Castilla y León o Murcia. Lugares remotos de la España vacía y despoblada donde, contra todo pronóstico, estas macrogranjas se han topado con una fuerte y organizada contestación social.
He leído, mejor escrito “devorado”, el libro Transgénicos ¿de verdad son seguros y necesarios? Muy nutritivo pues su autor, el ingeniero agrónomo y profesor de Química agrícola José Ramón Olarieta, escribe un ensayo breve y concreto, además de muy documentado, en el que desmonta punto por punto todos los mitos y demagogias varias que rodean a los alimentos transgénicos. Le entrevisto y ya veréis cómo alimentan sus palabras.
-Profesor Olarieta, ¿por qué los alimentos transgénicos no acabarán con el hambre en el mundo, principal argumento de sus defensores para promocionarlos?
Porque el hambre y la malnutrición “sólo” son un síntoma del problema real, que es el sistema socio-económico capitalistaen el que vivimos.
Acabar con el hambre en el mundo ya fue la promesa de la la llamada Revolución Verde y 50 años después la cuestión todavía está pendiente, entre otras razones porque esta “revolución” fue un velo para tapar y desactivar las demandas de reforma agraria que se extendían en aquel momento por muchos países, igual que ahora los transgénicos mantienen el espejismo tecnológico de un futuro mejor para no afrontar los problemas socio-económicos de fondo.
A pesar de su bajo contenido en proteínas y su nivel aún más bajo de omega-3, la panga (Pangasius hypophthalmus) es uno de los pescados más consumidos del mundo, sobre todo en Europa. Su bajo coste, su buen sabor y una presentación comercial en forma de filete sin piel ni espinas han aumentado su consumo, especialmente en colegios, centros de ancianos, el sector hotelero y hogares.
El pez procede del río Mekong en Vietnam, uno de los afluentes más largos del mundo y también uno de los más contaminados
Sin embargo, lo preocupante de la panga no es realmente su perfil nutricional, sino su alta concentración de mercurio. El pez procede del río Mekong en Vietnam, uno de los afluentes más largos del mundo y también uno de los más contaminados debido a la presencia de pesticidas y otros compuestos químicos empleados en los cultivos de arroz, o las actividades humanas como la deforestación.
Como consecuencia, el propio pescado, un pez omnívoro y depredador final, también está muy contaminado, según varios informes, entre ellos uno de la Organización Mundial de la Salud. El animal tiende a acumular mayores concentraciones de metales como el mercurio.
“El consumo de este pescado podría exponer al rango de población más sensible a diferentes contaminantes que podrían estar en esta especie”, declara a Sinc Ángel J. Gutiérrez Fernández, profesor titular del Área de Toxicología de la Universidad de La Laguna.
Para evaluar el riesgo tóxico por mercurio que podría suponer la ingesta de panga, un equipo de investigadores canarios ha analizado un total de 80 muestras de filetes congelados de panga almacenados en tres grandes superficies diferentes y disponibles para el consumidor al natural o en adobo.
Límites de mercurio superados
Los resultados del estudio, publicados en la revista Chemosphere, revelan que algunos ejemplares, sobre todo en sus presentaciones en adobo, superan las concentraciones máximas admisibles fijadas por la legislación europea en 0,5 mg/kg (Reglamento (CE) nº 1881/2006 de la Comisión, de 19 de diciembre de 2006), a través de la cual se establece el contenido máximo de determinados contaminantes en los productos alimenticios.
Un estudio publicado en revistas médicas antiguas, muy conocidas del mundo, revela que consumir flúor, incluso en pequeñas cantidades, causa una disminución de 7 puntos en el coeficiente de inteligencia de una persona.
El estudio enumera todos los productos químicos que provocan una “pandemia global y silenciosa de toxicidad del neurodesarrollo”.
El séptimo de la lista es el fluoruro.
Dijo el autor del estudio, Philippe Grandjean, de la Escuela de Salud Pública de Harvard: “La mayor preocupación es la gran cantidad de niños que se ven afectados por daños tóxicos en el desarrollo cerebral en ausencia de un diagnóstico formal”.
“Sufren un lapso de atención reducido, un retraso en el desarrollo y un rendimiento escolar deficiente”.
“Los productos químicos industriales ahora están surgiendo como causas probables”.
Los problemas neuroconductuales, como el autismo, el TDAH y la dislexia, afectan aproximadamente al 10-15% de los niños nacidos hoy en día, dicen los autores.
Los genes juegan un papel importante en algunos de estos trastornos, pero no tan grandes.
Sólo alrededor del 30-40% de los casos de los trastornos pueden ser explicados solo por los genes, por lo que el medio ambiente debe constituir la otra parte.
Esbozar esos compuestos puede ser difícil, pero la investigación está aumentando y apunta a una creciente lista de sustancias químicas que debemos evitar.
Debido a la frecuencia con la que estos productos químicos están presentes en nuestra vida cotidiana -incluso los prohibidos- y las tasas crecientes de trastornos del desarrollo en los niños, los autores dicen que debe producirse un cambio urgente.:
“Se necesita un nuevo marco de acción”. Aquí están los 11 químicos para los cuales hay una fuerte evidencia de conexión a los trastornos del neurodesarrollo en los niños.:
Plomo: este es uno de los compuestos más ampliamente investigados en términos de neurodesarrollo.
Se ha relacionado constantemente con déficits graves, incluido un coeficiente de inteligencia bajo.
Sus efectos parecen ser permanentes, lo que lleva a la conclusión de que no existe un nivel seguro de exposición.
Metilmercurio: la exposición a menudo proviene de la ingesta materna de pescado que contiene altos niveles de mercurio, según la Organización Mundial de la Salud y la EPA .
Bifenilos policlorados (PCB): esta familia de productos químicos se ha asociado habitualmente con una función cognitiva reducida en la infancia y la niñez.
A menudo está presente en los alimentos, especialmente en los peces y puede transmitirse en la leche materna.
La industria cárnica es una de las mayores contribuyentes en el mundo a las emisiones de dióxido de carbono, la deforestación y el consumo masivo de agua. Pero cada vez son más las empresas que ofrecen alternativas sabrosas y ecológicas.
Impossible Foods, en Silicon Valley, EE.UU., es una de ellas.
La startup fundada por Patrick Brown en 2011 fue una de las primeras en trabajar para reemplazar los alimentos procedentes de animales por «comida producida tecnológicamente». Y espera lograrlo en 2035.
¿Su motivación? Cuidar el medio ambiente .
Brown dice que los animales de granja son como pequeñas fábricas y que las empresas que producen alimentos usan «la tecnología más destructiva del planeta».
Esa tecnología, según Brown, es más dañina que la que se usa en producción de petróleo, en los sistemas de transporte, la minería y la industria maderera.
«Es una fuente enorme de gases de efecto invernadero y son los mayores usuarios y contaminadores de agua».
La producción ganadera es responsable del 18% de todos los gases de efecto invernadero , según la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por su sigla en inglés).
Y la proteína animal requiere 11 veces más combustible fósil que la vegetal, de acuerdo con el Centro Internacional para la Agricultura y las Biociencias (CABI).
Pero cada vez son más las empresas tecnológicas que están trabajando para cambiar eso.
La llamada «tecnología de los alimentos» no para de crecer. Incluso existen carreras universitarias especializadas en las que se estudia la composición física, micro-biológica y química de los alimentos y se trabaja en desarrollar nuevas formas de crearlos, empacarlos y almacenarlos.
Según el Foro Económico Mundial, «la tecnología es una promesa extraordinaria para resolver los desafíos alimentarios actuales».
«Pero esto no ocurrirá automáticamente. Si no le ponemos atención, esa innovación podría dividir todavía más un mundo profundamente desigual».
Y añade que las tecnologías de vanguardia que ya se están aplicando «podrían cambiar para siempre las reglas del juego y repercutir en el trabajo de los agricultores, la nutrición de los consumidores y el cambio climático «.
A continuación, te explicamos algunas de las que más están avanzado (y prometen seguir haciéndolo en los próximos años) .
1. Bioimpresión
La fabricación aditiva, también conocido como la bioimpresión en tres dimensiones (3D), utiliza un software específico para producir alimentos a través de la computadora.
Y es que gracias a la impresión tridimensional se pueden producir «alimentos personalizados».
Esta semana se celebra en San Diego, en California, EE.UU., el Encuentro de Biología Experimental 2018, que organiza la Sociedad Estadounidense de Bioquímica y Biología Molecular, en donde se habló de avances en este sector.
Jin-Kyu Rhee, de la Universidad de Mujeres Ewha, en Corea del Sur, dijo que están investigando el potencial de esta nueva tecnología para «crear microestructuras de alimentos» .
Un nuevo estudio realizado por investigadores del Colegio Médico de Wisconsin y de la Universidad Marquette en Milwaukee (EE.UU.) revela que los refrescos y bebidas ‘light’ y ‘zero’ también aumentan en gran medida el riesgo de obesidad y diabetes, debido a sus edulcorantes artificiales.
En el estudio, cuyos resultados fueron citados el lunes por el rotativo español ABC, los investigadores identifican los mecanismos por los que los edulcorantes artificiales contenidos en este tipo de bebidas elevan el riesgo de estas enfermedades metabólicas.
Como explica Brian Hoffmann, director de esta investigación, el estudio muestra evidencia de que los edulcorantes artificiales provocan efectos severamente negativos que facilitan la obesidad y la diabetes, por lo que su consumo no es beneficioso.
“A pesar de la adición de estos edulcorantes artificiales no calóricos a nuestra dieta diaria, todavía hay un aumento drástico de la incidencia de obesidad y diabetes. Nuestro trabajo muestra que tanto el azúcar como los edulcorantes artificiales provocan efectos negativos asociados a la obesidad y la diabetes, si bien a través de mecanismos muy diferentes”, dijo Hoffmann.