Con la física moderna ocurre algo curioso. De vez en cuando aparecen cosas que lo mismo son llaves fundamentales para entender los misterios del universo que una tuerca mal apretada en el kilómetro 23 del LHC. Ahora, mientras centenares de científicos intentan detectar de una vez por todas la materia oscura, ha vuelto a ocurrir. En las entrañas del Laboratorio Nacional Gran Sasso, el proyecto XENON cree que acaba de darse de bruces con un axión, una peculiar partícula subatómica que hasta el momento no había podido ser demostrada.
El proyecto XENON se dedica a observar día y noche y con toda clase de detectores una cubeta de 3.500 litros de xenón puro líquido. Allí, agazapados a casi dos kilómetros bajo la cordillera de los Apeninos, los investigadores aguardan posibles colisiones con los átomos de dentro del tanque. Entre febrero de 2017 y febrero de 2018, una inesperada tasa de eventos de colisión ha puesto a los investigadores sobre la pista del axión. Sí, es cierto, hay otras posibles explicaciones. Pero, por ahora, esta es la que mejor les encaja.