Una colaboración de lalunagatuna
Desde fines del siglo XIX, con la aparición de la novela “Drácula”, de Bram Stoker, el mito del vampiro se arraigó en la imaginación popular. La figura y el nombre de un antiguo y cruel jefe guerrero de los Balcanes vuelven a rondar las mentes: el príncipe Vlad III Draculea.
La muerte y la sangre juegan un papel primordial en la imaginación de los hombres, por lo cual no hay que sorprenderse del éxito de que disfruta el tema del vampiro, muerto-vivo que vive eternamente chupando la sangre de sus víctimas. Por medio de esta horrible criatura, se aborda también el sueño, aunque alterado, de una existencia infinita.
Una ficción
“Drácula” relata el dramático enfrentamiento entre un grupo de personas, lideradas por el profesor Van Helsing, médico versado en ciencias ocultas, y el despiadado vampiro de Transilvania, el conde Drácula.
La tradición vampírica ya se encuentra sólidamente establecida cuando se publica la novela en 1897: en la época romántica, Lord Byron, Giovanni y Polidori evocaron a estos muertos que abandonan sus tumbas para atormentar a los vivos. Sin embargo, el orígen de los vampiros se remonta aún más lejos, a las harpías de la Antigüedad conocidas por raptar hombres que jamás volvían a aparecer, así como a los monstruos sedientos de sangre de las leyendas rusas, alemanas o rumanas. Lo novedoso de la novela de Bram Stoker reside en su aspecto sexual, tanto en sus apetitos sádicos como mórbidos. También se encuentra en un cierto número de procedimientos que el autor, apasionado por la magia, imagina para espantar a los vampiros: la utilización de los ajos y de la cruz, y el hecho de que los vampiros puedan entrar en una casa sin ser invitados, invenciones varias veces reiteradas de ahí en adelante en la literatura y el cine.
Grabado sobre madera, el retrato del voivoda Vlad III “Tsepesh” Draculea (1430-1476), Príncipe de Valaquia.
Drácula, tal como lo describe Bram Stoker, es ante todo un personaje de ficción. No obstante, el escritor se inspiró, para crearlo, en un hombre que existió realmente, el siniestro Vlad III, apodado “Tsepesh” (el Empalador). El caso es, que las diversas fuentes consultadas no se ponen de acuerdo en el ordinal del príncipe Vlad, si fue “Vlad III” o “Vlad IV”. Nosotros nos quedaremos con el de Vlad III, que parece adecuarse en la cronología de la dinastía Basarab.
Inspirada en la realidad
En el siglo XV, uno de los príncipes de Valaquia, provincia bajo dominación Turca, situada entre los Alpes de Transilvania y el Danubio, es conocido con el nombre de Vlad Dracul, término que significa dragón (dracul=dragón), el emblema del rey. Cuando su hijo Vlad III (?), nacido en 1430, lo sucede a la edad de 25 años, recibe el título de Draculea, es decir, hijo del Dragón.
Desde su infancia, Vlad Tsepesh conoce la violencia. Ve a su padre asesinado y a su hermano mayor enterrado vivo. Él mismo es retenido varios años en una fortaleza turca como rehén. En efecto, el Imperio Otomano se encuentra entonces en el apogeo de su poderío y se extiende hasta las fronteras de Hungría.
Vlad Tsepesh
Uno de los pocos retratos hechos en vida de Vlad III Tsepesh Draculea, a mediados del siglo XV.
Vlad Tsepesh, a pesar de su sombría personalidad, es aún considerado por muchos rumanos como un héroe nacional por haber intentado liberar las provincias rumanas de Valaquia, Moldavia y Transilvania del dominio del invasor turco. Es uno de los jefes guerreros más temidos por las tropas de ocupación del sultán Mehmed II “el Conquistador”. Sin embargo, en 1462 es vencido y debe refugiarse en Hungría, donde es nuevamente tomado prisionero por razones políticas hasta 1473.
El empalador
El empalamiento, en una estaca de madera o hierro, es su método favorito para deshacerse de los prisioneros turcos o de sus opositores, de ahí su sobrenombre. En el siglo XV su crueldad es bien conocida y un grabado alemán de 1499 lo muestra festejando en medio de cadáveres empalados. Se estima entre 50.000 y 100.000 el número de víctimas empaladas, quemadas e incluso desolladas vivas durante su corto reinado de una decena de años. Como sutil refinamiento, el príncipe a menudo manda engrasar o embotar la punta de las estacas para prolongar la agonía del ejecutado.
Su sadismo no conoce límites: crónicas locales cuentan que para castigar a unos emisarios turcos que no se descubrieron en su presencia, ordena que se les clave el fez en el cráneo. En otra ocasión, manda reunir a una gran cantidad de pobres y minusválidos en una amplia sala cerrada bajo el pretexto de invitarlos a un banquete y ordena prenderles fuego.
De vuelta en 1476 en el trono de Valaquia, Vlad Drácula es asesinado dos meses después sin que se sepa exactamente quién organizó su caída, si rivales locales o turcos. Es decapitado y su cabeza ensartada en la punta de una estaca. A principios del siglo XX (1931), su presunta tumba es abierta y, para sorpresa general, se encuentra vacía (de hecho, solo se encontraron huesos de bovino). Así, la leyenda coincide con el personaje mítico creado por Bram Stoker.
Nota: En la década de 1960, los descendientes de un antiquísimo linaje rumano, los Florescu, aparentados al linaje de Vlad Tepes Draculea (y enemigos contemporáneos), llevaron a cabo unas largas investigaciones con tal de recuperar la figura del mito convertido en héroe rumano. Fueron los Florescu quienes dieron con el emplazamiento exacto de la verdadera tumba de Drácula, y quienes pudieron abrirla y descubrir, pocos segundos, sus restos sepultados a las puertas de un templo ortodoxo situado en una pequeña isla en medio del lago Snagov: pudieron ver su cuerpo, enfundado en un traje morado y cubierto de joyas y,… sobre su cabeza, un pañuelo cubriendole la faz! Al despuntar el sol y al penetrar el aire en la tumba profanada, los restos de Vlad Tepes se desintegraron reduciendose en polvo.
Fotografía de la isla con su pequeño monasterio en medio del Lago Snagov, lugar donde presumiblemente fue enterrado el cuerpo de Vlad III Tsepesh.
Pero lo sorprendente era que Drácula conservase la cabeza. ¿Acaso no sostuvieron que fue decapitado y su cabeza llevada ante el sultán otomano a Constantinopla? Las pesquisas dieron una respuesta que puede ser aceptable: los turcos de entonces, que eran unos maestros en el refinamiento de los suplicios, por lo visto no le decapitaron, sino que le arrancaron con sumo cuidado toda la piel y cabellera de la cabeza y cara, para conservarla y momificarla con tal de presentarla intacta al sultán. Eso explicaría por qué Drácula no fue, en efecto, decapitado, sino despellejado de cuello para arriba, lo que explicaría también el por qué del pañuelo puesto sobre su faz en su sepultura: la visión debía ser aterradora.
Fotografía del sepulcro de Vlad III Tsepesh Draculea, en la iglesia del monasterio de Snagov.
¿Y la primera tumba llena de huesos de buey? Los sacerdotes ortodoxos griegos, que despreciaban al infernal Vlad Tepes, estipularon que no se merecía el privilegio de yacer para la eternidad enterrado en el corazón del templo, disponiendo que tal “bestia” merecía justo castigo siendo sepultado en la entrada del edificio religioso, donde todos los campesinos pudieran pisotear su sepultura. Cuentan los aldeanos que el fabuloso tesoro de Drácula yace en las profundas y negras aguas del lago que rodea la isla donde se erigió el templo donde descansan hoy sus cenizas, arrojado por él mismo para que no cayera en manos de sus enemigos.
LA DINASTÍA BASARAB: Príncipes de Valaquia y de Moldavia, Boyardos de Tarvi.
La Casa de Basarab fue la antigua dinastía que reinó sobre los destinos del Principado de Valaquia, iniciada en el siglo XIV por Basarab I (1316-1352), fundador del mencionado principado sobre el cual sus descendientes reinaron. A esta dinastía pertenece el celebérrimo Príncipe Vlad III “Tepes” (el Empalador) nacido poco antes de 1430 y asesinado en 1476, por todos conocido bajo el nombre de “Dracula” al ser, como su padre y antecesor en el trono, Vlad II “Dracul” (el Diablo), miembro de la Orden de los Caballeros del Dragón, fundada en 1408 por el rey de Hungría. Se cree que la extirpe principesca emparentaba con los Hunyadi, de la cual procedía el rey Juan Hunyadi de Hungría, así como hay pruebas fehacientes del parentesco con los Báthory, célebre por sus miembros sanguinarios y tarados y a la que pertenecieron figuras tan proeminentes como Esteban I Báthory, rey de Polonia, o la infame baronesa Erszebeth Báthory, condesa Nadasdy alias “la Condesa Sangrienta”. La extirpe de los “Dracul” reinó de manera intermitente sobre Valaquia y Moldavia, alternando con sus primos los Basarab, por causas políticas e intereses húngaros o turcos cuando Europa del Este se veía seriamente amenazada por el imparable avance de los Turcos Otomanos. A pesar de la mala fama de Vlad III “Tepes” –el primero en ostentar ese apodo-, su espíritu batallador contribuyó para echar freno a la invasión Turca mediante el terror y el contraataque sin piedad. A excepción del hijo de éste, Vlad IV “Tepelus” (el pequeño Empalador), sus descendientes se olvidaron de ostentar el apodo tan siniestro hasta que Bogdan “Tsepesh”, nieto a la 4ª generación y representante de la rama menor, lo volvió a adoptar para convertirlo en nombre de su familia a inicios del siglo XVII.
(Arriba) Retrato del Voivoda Mircea I “el Viejo” o “el Grande” Basarab, Príncipe de Valaquia entre 1386 y 1418, padre de Vlad II Dracul y abuelo de Vlad III Tsepesh.
GENEALOGÍA
-Mircea I “el Grande” Basarab, ob.1418, Príncipe de Valaquia de 1386 a 1418, c.c. princesa Mara, padres de:
-Vlad II “Dracul” (el Diablo), ob.1447, Príncipe de Valaquia de 1436 a 1442 y de 1443 a 1447, padre de:
1)-Mircea, ob.1447 (enterrado vivo)
2)-Vlad III “Tepes”/”el Empalador” Dracula, c.1430-1476, Príncipe de Valaquia en 1448, en 1456-1462 y en 1476, c.c. Cnaejna, Princesa de Transilvania (suicidada en 1462), padres de:
2A-Vlad IV “Tepelus”, ob.1500, Príncipe de Valaquia
2B-Mihnea I “el Malo”, 1462-1510, Príncipe de Valaquia de 1508 a 1510, casado con:
A/-Smaranda => sin hijos
B/-Yoica, padres de:
1-2B-Milos
2-2B-Ruxandra
3-2B-Mircea II, 1485/90-1534, Príncipe co-regente de Valaquia de 1508 a 1510, c.c. Maria Despina, padres de:
1/3-2B-Alejandro II Mircea, 1529-1577, Príncipe de Valaquia de 1574 a 1577, padre de:
1a/3-2B-Mihnea II “el Apóstata” / “el Islamizado”, Príncipe de Valaquia de 1577 a 1583 y de 1585 a 1591, padre de:
-Radu Mihnea, ?-?, Príncipe de Valaquia entre 1601 y 1623, Príncipe de Moldavia de 1616 a 1619, padre de:
-Alejandro III, ob.1632, Príncipe de Valaquia de 1623 a 1627, y de Moldavia de 1629 a 1630 => sin descendencia
-Mihail Radu “Gioan Bey”, ob.1660, Príncipe de Valaquia de 1658 a 1659 => sin descendencia
2b/3-2B-Petru “el Cuchilla”, 1530-1594, Príncipe de Moldavia de 1570 a 1577, de 1578-79 y de 1582-91, casado con:
a/-Maria Aroisali => sin hijos
b/-Irina “la Gitana” => 1 hija => Stefanisa
c/-Maria, padres de:
c/1-Alexandru
c/2-Maria
c/3-Mircea III, 1590-1640, c.c. Elisabeth, Princesa de Hungría, padres de:
c/3a-Maria
c/3b-Mircea
c/3c-Petru
c/3d-Bogdan “Tsepesh”, 1616-1672, Príncipe Tepes-Dracula c.c. Ilona, padres de:
c/3d/1-Erszebeth Tsepesh-Dracula
c/3d/2-Bogdan Tsepesh-Dracula
c/3d/3-Milos Tsepesh-Dracula
c/3d/4-Radu Tsepesh-Dracula, 1647-1699, Príncipe Tepes-Dracula, c.c. Anna, padres de:
-Anna
-Radu
-Petru
-Vlad V Tsepesh-Dracula, 1699-1724, Príncipe Tepes-Dracula, casado con:
a)-Catherina => sin hijos
b)-Maria de Arolash => padres de:
b1/-Vlad
b2/-Mircea IV Tsepesh-Dracula, 1697-1750, Príncipe Tepes-Dracula, casado con:
1/-Suzanna Rozeffi => suicidada en 1718
2/-Gavrilla Radescu => padres de:
2/b2/-Maria
2/b2/-Anna
2/b2/-Mihnea Tsepesh-Dracula, 1721-1778, Príncipe Tepes-Dracula, c.c. Maria Tsamblac, padres de:
2/b2/1-Suzanna
2/2b/2-Vlad
2/2b/3-Mircea
2/2b/4-Alexandru Tsepesh-Dracula, 1760-1811, Príncipe Tepes-Dracula, c.c. Elena (suicidada en 1795), padres de:
-Ion
-Maria
-Elena
-Radu
-Alexandru
-Petru II Tsepesh-Dracula, 1791-1845, Príncipe Tepes-Dracula, c.c. Vera Vijez, padres de:
-Stefan
-Zsuzsanna
-Arkady Tsepesh-Dracula, 1820-? , Príncipe Tepes-Dracula, c.c. Mary Windham, padres de:
-Stefan Georgi Tsepesh-Dracula, n.1845-m.? , Príncipe Tepes-Dracula => con descendencia
c/4-Petru
c/5-Elena
2c-Mircea, ?
3)-Radu III “el Hermoso”, 1438-1500, Príncipe de Valaquia de 1462 a 1475
4)-Vlad Mircea “el Monje”, ob.1496, Príncipe de Valaquia de 1481 a 1482
EL VAMPIRISMO, TAN VIEJO COMO EL MUNDO
El vampirismo se manifestó muy temprano en la historia, lo cual no es sorprendente si se piensa en las poderosas virtudes atribuidas habitualmente a la sangre y el temor a la cólera de los difuntos, que se trata de apaciguar mediante ofrendas. Por otra parte, la perfecta conservación de algunos cadáveres contribuyó al desarrollo del mito.
La Antigüedad-> El panteón asirio posee varios demonios chupadores de sangre, entre ellos la maléfica Lilith. Los Griegos hablan de las sombras de la Casa de Hades, dios de los Infiernos, y los romanos tienen las Lamias, seres malignos que vampirizan a sus víctimas y devoran los fetos.
La Edad Media y el Renacimiento-> En el siglo XI se encuentra la primera mención oficial del vampirismo en Occidente, después de lo cual el tema goza de un desarrollo prodigioso. Así, en el siglo XII, en Inglaterra, se reconoce que estas criaturas son tan numerosas que hay que quemarlas para apaciguar el clamor popular. En Hungría, Erszebeth Bathory, “la Condesa Sangrienta” (1560-1614), habría mandado asesinar centenares de mujeres jóvenes para beber su sangre y bañarse en ella a fin de preservar su célebre belleza de los estragos del tiempo.
Retrato de Erszebet Báthory, Condesa Nádasdy (1560-1614).
En el siglo XVIII-> A partir de 1730, un extraño fenómeno, iniciado en Grecia, se extiende por toda Europa Central: se profanan tumbas en serie. Los cadáveres, sospechosos de ser vampiros, son desenterrados, sus corazones atravesados por una estaca y sus cuerpos quemados. El ejército debe intervenir. Varias obras tratan sobre este tema, entre ellas una muy crítica del religioso benedictino francés Dom Augustin Calmet. La mezcla de pasión y miedo es tal que Voltaire escribe en su “Diccionario Filosófico” (1764): “No se escuchó hablar más que de vampiros de 1730 a 1735.”
En el siglo XX-> Aún hoy, alimentado por un cine prolífico en películas de horror, el mito fascina y marca, de tanto en tanto, la personalidad de asesinos sanguinarios como Peter Kürten (apodado “el Vampiro de Düsseldorf”), Vlado Makaric, Kuno Hoffman, o la de los miembros de extrañas sectas llamadas vampíricas.
http://retratosdelahistoria.lacoctelera.net/post/2008/08/28/el-verdadero-dracula