Un proyecto de una escuela secundaria arrojó petróleo al ardiente debate internacional sobre los efectos adversos de la radiación Wi – Fi en la salud y el medio ambiente.
Después de 12 días de radiación Wi – Fi de dos routers, semillas de berro de jardín resultaron atrofiadas, muertas, o mutadas (mostrando defectos genéticos que no estaban presentes antes de la prueba). Por el contrario, un grupo de 200 semillas controladas bajo las mismas condiciones pero sin la radiación Wi – Fi, floreció. El estudio fue realizado por estudiantes de la escuela secundaria Hjallerup en Dinamarca y fue noticia en mayo.
Como señaló el periodista danés Mathias Bohn en un correo electrónico a La Gran Época, el experimento fue realizado por estudiantes secundarios, y no por científicos profesionales, por lo que no puede considerarse una prueba científica.
Bohn, quien escribió sobre la experiencia en la publicación danesa DR Nyheder, comentó: “sin embargo, los resultados sí demuestran una gran coherencia interna”. También dijo: “los alumnos diseñaron el experimento para estudiar una sola variable, en la mayor medida posible con los recursos disponibles en este nivel educativo”.
Bohn agregó que es probable que Olle Johanssen, experto europeo en el tema y profesor de neurociencia del Instituto Karolinska en Suecia, repita pronto el experimento.
En 2009, la compañía de seguros de Salud de Austria AUVA dio a conocer un estudio que vincula el Wi – Fi con efectos adversos para la salud incluyendo cáncer, reducción de la fertilidad, disminución de la capacidad de concentración y trastornos del sueño. AUVA mostró que niveles de radiación muy por debajo de los límites estándares, podrían afectar el sistema nervioso central, el sistema inmunológico y la síntesis de proteínas.
Los efectos se producen principalmente en las células metabólicamente activas (las células de crecimiento), lo que significa que los niños tienen un riesgo más alto.
El cuerpo utiliza señales electromagnéticas para la comunicación entre células, órganos y tejidos. La radiación se sobrepone e interfiere con la comunicación interna del cuerpo, de ahí el caos.
Muchas escuelas de todo el mundo adoptaron políticas anti Wi – Fi al igual que diferentes países, como por ejemplo Francia, Canadá e India. La Unión Europea aprobó una resolución contra el Wi – Fi en mayo de 2011.
Antes de su lanzamiento en 1997, Wi – Fi no fue probado, porque usa una parte sin licencia del espectro de radio. Según electromagnetic-pollution.com, en aquel entonces las normas de seguridad radiológica se centraron sólo en efectos de la radiación térmica. Así Wi – Fi se consideró seguro ya que no superó los niveles de radiación resultantes del calentamiento térmico.
En Estados Unidos, el nivel más alto permitido de radiación de los teléfonos móviles es 1,6 vatios por kilogramo. Sin embargo, el informe AUVA mostró que el daño puede ocurrir a un nivel de 0,1 vatios por kilogramo.
Si desea limitar la exposición de su hijo a Wi – Fi, puede utilizar la aplicación de auto desvío WI – FI (sólo usuarios de Apple) o desactivar del todo Wi – Fi.
La recolección de radiación Wi – Fi para energía
El 7 de noviembre la Universidad Duke lanzó un aparato de cinco celdas con matriz meta-material que capta la radiación Wi – Fi y la convierte en electricidad.
Funciona como una especie de celular solar y se puede utilizar para recargar las baterías de los teléfonos celulares u otros dispositivos electrónicos pequeños. La matriz se construye a partir de materiales de bajo costo, fibra de vidrio y conductores de energía de cobre sobre una placa de circuito. También se puede utilizar para aprovechar la energía de las señales de satélite y señales de sonido.
La posibilidad de aprovechar estas ondas podría ser incorporada en los teléfonos celulares para cargarlos de forma inalámbrica; ubicarse en el techo de una habitación para captar las ondas Wi – Fi y convertirlas en energía