No somos pocos los que hemos perdido la billetera en algún momento de nuestras vidas. Y casi nadie se imagina que se la regresen después de 65 años.
Precisamente eso le ocurrió a Edward Parker. La billetera se le cayó en la parte de atrás de una estantería medieval mientras trabajaba como electricista reparando un palacio dañado por los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial.
Eso fue en 1950. La cartera permaneció en el lugar hasta que un contratista, haciendo trabajos de restauración, la encontró. Y se la devolvieron.
La billetera es como una cápsula del tiempo. Es de cuero y ya había comenzado a desintegrarse.
Dentro tenía numerosas fotos familiares, facturas, recibos, antiguas tarjetas del sindicato y la del seguro médico.
Incluso los resultados de una radiografía enviadas por el Servicio Nacional de Salud (NHS, en inglés) el mismo año de su fundación, 1948.
La tarjeta de visitas, que decían «E. Parker, electricista», parecen casi nuevas. Tienen la dirección, pero no un número de teléfono.
Hace un mes, un trabajador del gabinete de prensa del Palacio Lambeth mencionó que le habían devuelto la billetera a su dueño.
Pensaron que podría ser bueno intentar encontrar al dueño y dársela a la familia.
Edward Parker es un nombre bastante común, pero su tarjeta médica contenía dos direcciones en el norte de Londres.
Con eso, la alcaldía de Islington pudo encontrar los detalles de su boda con Constance Butler en 1947.
La información fue suficiente para descubrir que vivía en Essex, en el sur de Inglaterra.
Ahora, a los 89 años, Edward padece demencia, pero estaba claramente contento de haber encontrado su billetera, sobre todo por las fotografías.
Señaló a algunas de su madre y padre, su hermano, sus primos y su esposa, que todavía lo acompaña.
Constance explica que Edward no había visto la foto de su padre desde que la perdió.
Además, tenía una foto de ambos del día en que le contó que estaba embarazada del que sería su primer hijo.
«Tenía miedo de decírselo, no teníamos dinero», recuerda.
Constance también recuerda el día que la perdió. «Supe que estaba molesto. Llegó y dijo ‘perdí la billetera’, y le respondí ‘no importa'».
«Y uno de sus amigos le dijo: ‘¿Qué has perdido, Ed?’. Y el dijo: ‘Da igual lo que perdí, el dinero no me importa, son los recuerdos que perdí'».
¿Y qué pasó con el dinero que contenía, también se había deteriorado? La costumbre es devolverlo todo, menos el dinero.