Una clara mayoría de españoles (dos de cada tres encuestados) son partidarios de la celebración de un referéndum sobre la reforma constitucional que han pactado el PSOE y el PP (y sus socios navarros de UPN).
Una vez más son mayoría los españoles que vienen a coincidir con las demandas del 15-M y de los ciudadanos digitales que quieren cambiar la forma de hacer política para profundizar en una democracia más participativa.
Pero en el búnker del bipartidismo todos están sordos y este fin de semana los miembros de la corriente Izquierda Socialista (tres diputados) han quebrado la tradición de independencia y coherencia (ideológica) de esta histórica corriente del PSOE al no garantizar su apoyo al referéndum que necesita para su concocatoria de la firma de 35 diputados.
Uno los portavoces de Izquierda Socialista, Juan Antonio Barrio de Penagos, se ha permitido explicar, sin inmutarse, que “una cosa es que apoyemos el referéndum y otra que firmemos para que se celebre”. Ha elegido el peor momento, el diputado Barrio, para contribuir al descrédito de la izquierda, los políticos y los partidos.
Según la encuesta de El País, la gran mayoría de los electores de izquierda creen que nada puede justificar que no se consulte a los ciudadanos. Estos ciudadanos defienden que la prohibición de déficit en las cuentas públicas podría establecerse, en su caso, con otros mecanismos legales, por ejemplo, con una ley orgánica, sin necesidad de llevarlo a la Constitución. De todas formas, según la encuesta de El País el resultado del referéndum habría sido positivo. Un 62% habría votado “sí”. Aunque tanto los votantes del PP, claramente favorables a “limitar el déficit en la Constitución”, como los votantes de izquierdas, más divididos o con más dudas, critican el procedimiento y en especial que se haya roto el consenso constitucional del 78.