Un precioso mensaje de «los abuelos» a sus hijos sobre la educación de los nietos adolescentes. Habla la voz de su experiencia.
Quierelo cuando te grite y no quiera saber de ti. Cuando su mundo se derrumbe y crea que tu eres la causa, no te rindas. Todo pasa.
Quiérele cuando todo le salga mal y no haya salida. Demuéstrale que sí, que sólo es una caída.
A veces ofrecerás tu ayuda y otras… Otras tendrás la duda. Porque la adolescencia es una etapa de decisiones e indecisiones. Así que enséñale, aunque las quiera tomar solo. Y si sale mal, dale tu apoyo.
Y acepta que haga su camino aunque a veces signifique que tú cambies el tuyo, porque hace ya años que tú encontraste el camino, pero, como él, también estabas perdido.
A su edad tú también cuestionabas todo y no querías pautas o reglas de ningún modo. Pero una madrugada, tras una larga noche fuera, me aseguraste que estabas buscando tu lugar en el mundo, me confesaste que habías tomado decisiones, que tenías un plan, un proyecto de vida. Yo no te entendía pero recuerdo que te miré a los ojos y comprendí que en todo caos siempre hay un poco de orden. En ocasiones hay que perderse para poder encontrarse.
Por eso, cuando veas que le quema el fuego por dentro, recuerda que a su edad tú también saltaste. Y aunque muchas veces fallaste, otras muchas no. Con el tiempo quizás logre ser el protagonista de su vida y entender que la autonomía y la libertad no están exentas de responsabilidad. Comprenderá que la buena suerte tiene sus reglas, y ésta se obtiene con esfuerzo y cuando menos te lo esperas. Así que hasta entonces si te ruge su fiera, espera. Y aprende a lidiar con ella.
¿Prefieres que sea gato o pantera? Habrá veces que se pierda, y entonces llore, grite y muerda. Es normal, hay trayectos muy escondidos y momentos donde se dará por perdido, pero tú tendrás que estar ahí incondicionalmente, ser su faro y, cuando la noche le encuentre, guiarlo sin reparo. Y si aún así no puede y el viaje se hace largo, recordarle que siempre, siempre, tú le ofrecerás amparo.