Si el pensamiento fuese un músculo, podríamos decir que cuando este músculo está fuerte, bien nutrido y saludable, es porque hemos aprendido el arte de ser felices. ¿Qué quiero decir con esto? Pues que si sabemos manejar el pensamiento de una forma adecuada y con conocimiento, entonces seremos capaces de levantar “pesos” excesivos en la vida, podremos ganarle la batalla a “los golpes” de las circunstancias cotidianas, tendremos la energía para movernos con agilidad y gracia entre el oleaje de las dificultades, y hasta podríamos hacer unos cuantos malabares para burlarnos de la adversidad con buen humor.
En base a lo anterior, podemos deducir, por otro lado, que alguien con un pensamiento débil y mal nutrido sería alguien poco ágil, ingenioso y creativo para moverse por la vida con ingenio, humor y fortaleza.
Ahora: tener un pensamiento débil o fuerte es muy fácil de detectar. Para medir la fuerza física de un hombre, está aquel ingenioso aparato que no recuerdo su nombre, pero en donde, por medio de un golpetazo con un martillo sobre una rampa, sale disparada una pelotita que, a través de un medidor, marca el nivel de fuerza que dicho hombre a puesto en su golpetazo.
Pues bien, aquí nuestro medidor es del 1 al 10, y el golpetazo que tienes que dar es cuestión de sólo contestar una pregunta: ¿Con cuanto calificarías tu nivel de gozo profundo en la vida? Tu respuesta representa el nivel de fuerza de tu pensamiento.
Uno debe de ser muy honesto en su respuesta, pues para empezar a fortalecer este músculo, es necesario determinar muy claro dónde si nos sentimos realmente satisfechos y realizados y donde no, pues recordemos que podemos engañar al mundo entero con infinidad de posturas y palabras, pero los únicos que verdaderamente sabemos que tan satisfechos estamos con nuestros resultados en la vida somos nosotros mismos.
La fuerza del pensamiento
Pues bien. Una vez que sepamos en qué nivel de fuerza del pensamiento nos encontramos, necesitamos entender muy bien lo que la palabra fuerza significa. Así que apunta estas tres palabras: flexibilidad, conocimiento y consciencia. Entre más desarrolladas tengamos estas virtudes más, se puede decir, tendremos “volumen y fuerza” en nuestro pensamiento.
En realidad, en nuestro gimnasio mental existen gran variedad de aparatos y ejercicios para desarrollar tanto la flexibilidad de pensamiento como la consciencia y el conocimiento. Pero en un pequeño artículo como este no podemos abarcarlos todos, así que te mostraremos en esta ocasión uno de los ejercicios más comunes y usados por hombres que han logrado fortalecer su pensamiento y han llegado a ser personas en verdad sobresalientes y destacadas en todo aspecto, lo que se conoce comopersonas con una mente poderosa.
Este ejercicio es un ejercicio que ayuda a fomentar la flexibilidad del pensamiento. Se llama: “Soy fuerte cuando puedo ceder”.
En este ejercicio uno tiene que comprender que ser alguien fuerte no es sinónimo de gritar, obligar, mandar, o resistirse a no tener la razón, u ordenar, etcétera. No, tener un pensamiento flexible significa que uno se da el permiso de moverse por nuevas opciones, que considera y hasta ceder cuando es necesario, sin sentir que por esto se “pierde algo”.
Muchas veces no podemos crecer hacia realidades más grandiosas porque no nos permitimos el lujo de explorar y considerar, y solitos nos encerramos en determinados puntos de vista, creemos que la vida funciona bajo ciertos modos y direcciones, y limitamos resultados con esta rigidez de pensamiento.
El ejercicio consiste en que aprendas a reconocer situaciones en donde te aferras a algo, o donde no quieres escuchar a alguien porque eso que dice te enfada mucho, o cuando no quieres experimentar una nueva alternativa, aún a pesar de que las que has probado no te han funcionado. Pero para simplificar más el ejercicio, nos centraremos en las situaciones dónde te enfada mucho escuchar algo que te dice alguien.
Así que cada vez que te pesques sintiendo lumbre porque alguien te dice algo que no te gusta, es necesario que detengas tu resistencia a escuchar, y que permitas que las palabras simplemente pasen por tus oídos, tengan estas razón o no en lo que dicen. Al hacerlo, debes evitar a toda costa defenderte, huir, gritar o repelar, y simplemente decir: Gracias, lo pensaré y tomaré en cuenta.
¡SI! Esto es algo que en verdad cuesta, es un ejercicio que requiere que estires tu voluntad al máximo, pues tu voluntad será escuchar, simplemente escuchar lo que no te gusta escuchar.
Si lo intentas y te tienes paciencia aunque falles las primeras veces, si incluso aunque de plano salgas corriendo las primeras veces, insistes la siguiente en prestar tus orejas para que las palabras pasen, entonces irás poco a poco experimentando una sensación especial de poder, una sensación que te hará sentir, aunque no lo creas, cada vez más seguro y confiado de ti.
¿Por qué sucederá esto? Porque una de las formas para ejercer un pensamiento fuerte es aprender a resistir “la corriente” de los demás, ¡pero no se trata de una resistencia donde estés tenso y luego de escuchar lo que se te dice vayas a ahorcar al vecino o a contarle a un amigo acerca del poco criterio que tiene la persona que te dijo “tus cosas“! No. porque el hacer esto habla precisamente de debilidad.
Se trata de que te aprendas a mover con la corriente de los demás sin que por esto te sientas hundido o perdido, es decir, que aprendas a moverte con entendimiento, sabiendo que si alguien no tiene la razón, pues entonces descartas las palabras u opiniones, y si alguien tiene la razón, entonces has de tener la humildad de aceptar, reconocer y valorar lo que sea que tengas que valorar. Se trata de que dejes la muralla que te hace ser rígido a escuchar la vida, y que bajes tus defensas sabiendo que no pierdes nada al simplemente escuchar a los demás de forma impersonal, sabiendo que las palabras que mueven tu corazón algo de verdad tienen.
Este ejercicio es realmente formidable para empezar a poner fuerte tu pensamiento y empezar a madurar tus emociones inteligentemente.
Fuente: Salud y Belleza Natural.