Es común que las personas que se encuentran con esta enseñanza tengan miedo de que se produzca una disolución de su identidad. ¿Qué es lo que tememos perder con el reconocimiento de nuestra verdadera naturaleza? Es cierto que lo que parece definirnos como una persona ―nuestros pensamientos, sentimientos, ideas, nombre y forma― va a desaparecer.
Si realmente tuviéramos miedo de desprendernos de las características individuales de nuestro cuerpo y mente particulares, tendríamos miedo de quedarnos dormidos por la noche. Pero lo hacemos con alegría; ¡incluso lo deseamos! Sin pensarlo ni un momento renunciamos a nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestro mundo cuando nos dormimos, y permanecemos sólo como el Ser pacífico ―pura Conciencia― que en esencia somos.
No perdemos nuestro cuerpo y nuestra mente cuando estamos dormidos. Estamos muy felices allí sin ellos. Luego, por la mañana, estamos contentos de «vestirnos» de nuevo con nuestro cuerpo y mente. Primero nos ponemos la mente, luego nos ponemos el cuerpo, y luego el mundo.
Todo el tiempo, debajo del cuerpo/mente/mundo que asumimos, somos siempre este Ser pacífico que está inherentemente desapegado del cuerpo, la mente y el mundo. Lo que en esencia somos no está más apegado a ellos de lo que está la ropa que llevamos. No tenemos que trabajar duro para desprendernos de los pensamientos, sensaciones y percepciones. Acabamos de ver que lo que esencialmente somos ya está desapegado de cualquier objeto en particular.
Así que, ¿por qué tenemos miedo de dejar que una colección de pensamientos, sensaciones y percepciones desaparezcan? ¿Qué pensamos que vamos a perder? La razón por la que tenemos miedo es que hemos depositado nuestra identidad en una colección de objetos ―ideas, conocimiento, la historia y las sensaciones que conocemos como el cuerpo― en algo que va y viene.
Cuando se dice que «hemos depositado nuestra identidad», significa que nuestro Ser esencial de pura Conciencia, o la simple experiencia de ser consciente, se ha mezclado con una colección de pensamientos y sentimientos a tal punto que ya no puede distinguirse de ellos. Al permitir que nuestro Ser se quede enredado con un objeto o una colección de objetos, hemos permitido que nuestra verdadera naturaleza sea encubierta.
Una vez que hemos consentido en limitarnos en el tiempo y el espacio y parecer que nos hemos convertido, como consecuencia, en una entidad temporal y finita, que vive en y como el cuerpo, estamos destinados a experimentar de una manera que es consistente con ese consentimiento, y por tanto estamos destinados a sufrir. La experiencia del sufrimiento es como una bandera roja que nos indica, «Detente, te has confundido a ti mismo con un objeto. Has consentido en limitarte a una mente y un cuerpo».
Desde el punto de vista de la Conciencia, que es el único punto de vista real, no hay encubrimiento de sí misma. Decir que nos hemos dejado enredar con el cuerpo y la mente es una concesión al yo aparentemente separado que cree y siente que es temporal y finito. Así que la declaración es para ese aparente yo que creemos y sentimos que somos.
En la implicación de la frase: «Nos hemos dejado enredar» está la posibilidad de que podríamos no dejarnos, y que podríamos optar por no enredarnos. Se plantea la pregunta: ¿Tiene el «yo» (el yo separado) libre albedrío para elegir si desea o no enredarse con el cuerpo-mente?
La idea de que tenemos la libertad de elegir si deseamos o no enredarnos con los pensamientos y sentimientos es una concesión al yo separado que creemos y sentimos que somos. Desde el punto de vista del yo separado, él cree que tiene elección, libertad. Si pensamos que somos un yo separado, entonces, por definición, sentimos que estamos eligiendo.
Por esta razón la enseñanza dice, «Tú tienes elección. Has consentido en limitarte a ti mismo. Puedes elegir no hacerlo. Elije desenredarte. Procura que tu primera opción en la vida sea desenredarte del cuerpo y la mente y conocerte a ti mismo como realmente eres».
Como un yo aparentemente separado, la mayor elección que podemos hacer es desviar nuestra atención de los objetos que parece que conocemos, hacia el Conocer con el que son conocidos. Al hacer esta elección logramos desenredar nuestro yo del cuerpo-mente, y, como resultado, nuestra verdadera naturaleza se revela como es.
Cuando la mente regresa al corazón ―cuando el yo separado es despojado de su separatividad y se revela como el Ser verdadero y único de la Conciencia pura― queda claro que, para empezar, nunca hubo un yo separado y por lo tanto la cuestión de si ese yo separado tiene elección es irrelevante.
La elección de negarse a estar limitado por el cuerpo y la mente está abierta a todo el mundo. En todo momento existe la posibilidad de desviar la luz de nuestra atención sobre sí misma con el fin de conocer la naturaleza de nuestro Ser, es decir, la naturaleza del Conocer con el que conocemos nuestra experiencia.
Esta experiencia de ser consciente nunca nos ha dejado. Nunca hemos dejado de ser este «yo soy consciente». Simplemente dale tu atención a eso. En lugar de hacer brillar tu atención sobre un objeto ―un pensamiento, sentimiento, sensación o percepción― haz brillar esa Conciencia sobre la experiencia de ser consciente, es decir, sobre sí misma. Permite que tu atención se vuelva hacia sí misma, sólo para descansar en sí misma. Esa experiencia es la paz misma.
Simplemente permanece ahí. Dale tu atención a tu Ser. Deja que el Ser de su atención a sí mismo. Olvidarás el miedo a perder tu identidad, a desaparecer. Este conocer o recordar de nuestro propio Ser ―su conocimiento de sí mismo en nosotros― se formulará en la mente como una especie de convicción: yo no soy sólo consciente; soy eternamente consciente. Nunca me he experimentado desapareciendo. Nunca voy a ninguna parte. Nunca he sido lastimado. Ninguna experiencia nunca ha dejado una huella en mí, sin embargo estoy en total intimidad con toda experiencia. Nunca muero.
http://www.advaitainfo.com/articulos/desenredo-del-ser.html