Los ciudadanos de la Unión Europea atraviesa una crisis de conciencia, afirma el redactor jefe del portal analítico Bruxelles2 (B2), Nicolas Gros-Verheyde.
«Tiene lugar la crisis del Homo Europeus», ha constatado el experto señalando que en varios países del bloque, en particular en Hungría, Polonia, Finlandia, Dinamarca, Gran Bretaña y Francia, renace el nacionalismo que se manifiesta en dos formas: la populista o la patriótica.
Además, según Gros-Verheyde, en algunos de estos Estados está en marcha una especie del «golpe constitucional» apuntado a lanzar un desafío a los logros anteriores de la UE.A su juicio, los europeos ya no quieren llevar una vida en común sino coexistir en el mejor de los casos, ya no creen en la solidaridad sino solo en las relaciones de mercado.
La Unión Europea se ha extraviado, al parecer, y ya no tiene nada que ver con el proyecto concebido por sus padres fundadores, el de ser una comunidad de humanitarismo progresista, resume Gros-Verheyde.
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El problema es que nunca ha existido algo que sea unión europea. Éste pseudointento fué fraguado y ejecutado por tecnócratas y economistas, y dió origen a una unión ECONÓMICA europea. Lo único que tenemos en común es la moneda y no todos.
Nadie se ocupó de pensar Europa, de desarrollar una idea común, de crear un sentimiento europeo….. Es lo mismo que ocurre en otras zonas como sudamérica o África. Se establecen medidas económicas que unen, pero se implementan políticas que desunen.
Florecen y se alientan pensamientos esquizofrénicos de identidad. Se desea pertenecer a algo superior ( Europa en este caso ) y al mismo tiempo ser unidades nacionales cada vez más pequeñas y parceladas. Aparecen los nacionalismos aldeanos y a la vez la vocación europea. Es un dislate intelectual de tal magnitud que nos aboca al disparate social en que nos hallamos.
Asistimos al esperpéntico espectáculo político y social de gentes que son incapaces de cohabitar con los que están a 50 km y, paradójicamente, muestran su deseo de unirse a los que están a 1.500 km.
Se está creando una Europa pueblerina, cateta y débil. Desunida e ingobernable.
Nadie se preocupó de crear un sentimiento europeo y, por el contrario, muchos vieron su oportunidad de medrar políticamente con nacionalismos trasnochados. Y la población, sumida como está en la burricie, jalea lo autóctono a la vez que se declara europeista. Dando así muestra del despropósito en que se ha convertido aquello que un dia fué una buena idea, Europa.
No tenemos una crisis de conciencia, lo que tenemos es estupidez social para exportar.