“Occidente tiene dos morales: una para ellos y otra para Rusia”
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políticos occidentales contra Rusia de ser “una amenaza global” son hipócritas. EEUU y Europa deberían reconocer sus errores y los intereses de otros países para lograr un diálogo eficaz con Moscú.
La creciente influencia de Rusia en el mundo siempre es una «agresión». Según Occidente, toda la información de los medios rusos es «propaganda» y la política externa está llena de «ambiciones imperialistas», afirma el periódico alemán Focus.
Este tipo de relaciones ya cumple un centenario —en 1918, la Alemania militarista decidió limitar el potencial de Rusia, imponiéndole a un país debilitado por la guerra y la revolución el humillante acuerdo de Brest-Litovsk—.
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La época soviética vio tanto el renacimiento industrial de Rusia como la vuelta del temor y la falta de confianza hacia el país, reflejada en las relaciones internacionales de la posguerra. Los países occidentales elogiaron la lucha de Rusia contra el fascismo, pero nadie estaba dispuesto a permitir el crecimiento de la influencia soviética en Europa, nota el autor.
«Occidente afirma juzgar a Rusia bajo los criterios de ‘moralidad’. No es mala idea, pero los criterios deben emplearse mutuamente. Sin esto, la postura de Occidente es eclipsada por los doble estándares», señala el medio.
El «pecado más grave» de Rusia en los últimos años es su reunificación con Crimea. EEUU y Europa están dispuestos a rechazar todo: los lazos históricos con la región, la mayoría rusa en la población, su autoidentificación como rusos, el referéndum y otras cosas. Tampoco se hace caso de las preocupaciones de los ucranianos rusohablantes, expresadas tras el golpe de Estado en Ucrania, en 2014, en el que participaron los nacionalistas ucranianos, escribe Focus.
Pero «cualquier Estado con una mente sana que aspira a desempeñar un papel importante no habría sido capaz de quedarse tranquilo ante los cambios políticos en su contra en su área de interés», afirma el periódico.
Basta con colocarse en el lugar de EEUU para adivinar su reacción a un evento semejante, propone el medio.
Por ejemplo, si una revolución sacude Hawái y presenta una amenaza para la estancia de la Flota Pacífica estadounidense, no hay duda alguna de que Washington haría todo lo posible para defender sus intereses, o de que incluso usaría las fuerzas militares. De hecho, el Reino Unido hizo lo mismo con la guerra de las Malvinas contra Argentina en 1982, recuerda Focus.
Pero nadie tacha a EEUU o al Reino Unido de «amenazas globales«. Occidente, aunque no quiera reconocer sus errores, debe reconciliarse con el hecho de que otros países tienen sus propios intereses nacionales, y cesar de condenar a Rusia, concluye el periódico alem