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En 1923 un joven que decía formar parte de una aristocrática familia española aseguraba poseer la cualidad llamada metasomoscopia, es decir, la posibilidad de ver a través de los cuerpos opacos o visión de rayos X. Se llamaba Joaquín María Argamasilla de la Cerda y Elio. Era aquélla una época en la que los avances científicos competían con la creencia en las ciencias ocultas. Proliferaban videntes y espiritistas, que en muchos casos trataban de dar verosimilitud a sus supuestas facultades mediante una explicación científica.
Argamasilla realizó en la Real Academia de Ciencias una exhibición de sus poderes que consiguió convencer a unos cuantos ilustres sabios españoles, entre ellos el escritor Valle-Inclán, que era amigo de su padre; pero no a otros, como el prestigioso neurólogo y psiquiatra Gonzalo Rodríguez Lafora, que en enero de 1924 publicó dos artículos en El Sol negando la existencia de la metasomoscopia. La polémica se reflejó en los diarios de la época, con argumentos a favor y en contra. Julio Caro Baroja dice que las tertulias madrileñas se dividieron entre argamasillistas y antiargamasillistas.
En Francia, el doctor Charles Robert Richet fue otro convencido por las facultades del joven, adquiriendo así el caso una dimensión internacional. Animado por el éxito, Argamasilla dio el siguiente paso que fue viajar a Nueva York para hacer allí una demostración pública. Sin embargo, algo sería diferente esta vez: entre los asistentes al hotel Pennsylvania en la Séptima Avenida se encontraba Harry Houdini.
Harry Houdini |
Erik Weisz era un judío húngaro que había abandonado su país natal a los trece años para residir con su familia en Estados Unidos. Ya de niño asombraba a todos con sus extraordinarias facultades de contorsionista e ilusionista. En América comenzó trabajando como trapecista en circos para después dedicarse de lleno a su gran habilidad, el escapismo. Adoptó el seudónimo Houdini en honor al mago francés Robert-Houdin.
Al morir su madre pretendió establecer contacto con ella en el más allá, pero tras solicitar los servicios de varios medium, comprobó que todos eran unos farsantes. Su decepción le llevó a emprender una cruzada para desenmascarar a videntes, adivinos y demás impostores.
En esas estamos cuando llega a Nueva York un español que pretende tener vista de rayos X. Y allí está Harry Houdini para desafiarlo.
Houdini y Argamasilla, frente a frente
Si quieren conocer el desenlace de esta historia, Ramón Mayrata se lo cuenta con todo lujo de detalles en Valle-Inclán y el insólito caso del hombre con rayos X en los ojos, acompañado de ilustraciones y textos de aquella época, como los que firman dos de los protagonistas, Harry Houdini y Gonzalo Rodríguez Lafora.
El libro se abre con un brillante artículo, a modo de prólogo, sobre el contexto histórico y las veleidades esotéricas de Valle-Inclán, a cargo de Grace Morales, que ha pasado de ser la musa de los brutos mecánicos a una escritora reconocida ya por muchos como la mejor articulista de este país (y no seré yo quien diga lo contrario).
¿Podemos considerar el caso Argamasilla como algo del pasado? ¿Podría darse hoy una polémica similar? Pues para responder a estas preguntas no hay más que ver, por ejemplo, las actuales discusiones acerca de la homeopatía y darse cuenta de que el fondo del debate entre la ciencia y la magia, la razón y las creencias, sigue vigente.
El libro está magníficamente editado por La Felguera, una editorial que, “bajo la apariencia de una sociedad secreta, se dedica a revelar los mejores secretos de su tiempo”, y cuyo juego favorito es “descodificar el secreto de esta época, es decir, demoler la cultura bajo su forma actual”, según reza en su web, que les recomiendo visitar si son aficionados a las exquisiteces literarias.
¿Y por qué no nos lo dicen de una vez?