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«En la mayoría de casos, el nacimiento de una civilización está unida a la presencia del agua: las fuentes, los ríos, los lagos, los arroyos… Allí donde el agua fluye, aparece una flora y una fauna, y los humanos instalan sus moradas. Mirad cuántas ciudades se han construido al borde de un río… De alguna manera, los ríos representan fronteras, pero también son vías de comunicación.
En realidad, el agua puede interpretarse y comprenderse en diferentes planos. En el plano físico, puede decirse que es el amor. Si no hay amor, es el desierto. Desgraciadamente, cuando hacen proyectos, cuando se lanzan a una empresa, raramente los humanos piensan que el amor debe intervenir; cuentan sobre todo con la organización. Pues bien, se equivocan: cuando no hay amor, que es el verdadero motor de las cosas, no hay vida. En cuanto aparece el amor, incluso si falta la organización, todo se pone poco a poco en su lugar y empieza a funcionar.»
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