La increíble y desconocida antigua tecnología china

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Portada - Pequeña figurilla antropomorfa neolítica de jade, de 7,7 cm de altura, que presenta un túnel milimétrico perforado en su espalda, realizado en siete pasos gracias a un método que se utiliza en la actualidad para excavar túneles. (Fotografía: La Gran Época)

En cuanto se mencionan la tecnología y la ciencia de la antigua China, en la mente de un interlocutor cultivado en el tema tienden a surgir, automáticamente, imágenes de una brújula, la manufactura del papel, la imprenta y la pólvora: las clásicas y más importantes –o más famosas– invenciones chinas. De hecho, el desarrollo tecnológico de la antigua China sorprende aun a día de hoy. Sin embargo, el legado heredado por la humanidad actual constituye solo un mínimo aporte de las técnicas y no de la esencia de dicho conocimiento ancestral. Por ello, cuando se recuperan antiguos y asombrosos artefactos, muchos permanecen como huérfanos enigmas sin respuesta, perdidos en el universo del conocimiento moderno.
Así, en las cercanías de la tumba del emperador Qin Shi Huang (259 – 210 a. C.) se encontró una cantidad anormal de mercurio. En el libro ‘Registros Históricos’, escrito por Sima Qian (145 o 135 – 87 a. C.  aprox.), que abarca temas de cultura, guerra, literatura, historia, etc. a lo largo de un período de tres mil años –desde principios de la era del Emperador Amarillo (Huang Di)hasta el emperador Wu Di, de la dinastía Han–, se afirma que la tumba de Qin Shi Huang flota sobre un río de mercurio: la tecnología para lograr algo así está fuera del alcance de la ciencia moderna. Asimismo, los científicos que están desarrollando la ‘computación cuántica’ han descubierto que el concepto relativamente novedoso de ‘computación paralela’ se halla inserto en el milenario juego chino del Go, mientras que el ajedrez no lo incluye.
Científicos que están desarrollando la ‘computación cuántica’ han descubierto que el concepto relativamente novedoso de ‘computación paralela’ se halla inserto en el milenario juego chino del Go. (Public Domain)
Científicos que están desarrollando la ‘computación cuántica’ han descubierto que el concepto relativamente novedoso de ‘computación paralela’ se halla inserto en el milenario juego chino del Go
Por otro lado, la piedra fundamental de los ordenadores actuales se apoya sobre una de las mayores fuentes milenarias de sabiduría que ha heredado el hombre actual, pero que aún no puede explicar: el I-Ching. En efecto, Gottfried Leibniz se inspiró en el I-Ching, en el siglo XVII, cuando elaboró el sistema binario, eje del sistema de procesamiento de datos de las computadoras actuales. El mismo Leibniz fue uno de los primeros intelectuales europeos en reconocer y promover la importancia del pensamiento de los antiguos sabios chinos. Desde entonces, el I-Ching se difundió por Occidente influyendo en el pensamiento filosófico y la perspectiva del mundo. En la era reformista Meiji en Japón (1868-1912), el I-Ching se utilizó para administrar el país, erigiéndose Japón en este período como una nación rica y poderosa.
Al mismo tiempo, eruditos del I-Ching consideran que éste explica el origen de toda la vida sobre la Tierra. Son muchos los sorprendidos al observar las notables coincidencias entre los 64 hexagramas del ordenamiento conocido como “orden natural” del I-Ching y el código genético. Éste y muchos otros enigmas generados por hallazgos arqueológicos han dado pie a múltiples reflexiones entre los científicos, en cuanto a que “antiguo” no necesariamente equivale a “atrasado”. ¿Cómo lograron los antiguos chinos elaborar pensamientos, razonamientos lógicos y artefactos tan complejos que, incluso hoy, no pueden realizarse ni explicarse?
Son muchos los sorprendidos al observar las notables coincidencias entre los 64 hexagramas del ordenamiento conocido como “orden natural” del I-Ching y el código genético. (Public Domain)
Son muchos los sorprendidos al observar las notables coincidencias entre los 64 hexagramas del ordenamiento conocido como “orden natural” del I-Ching y el código genético. 
Algunos antropólogos plantean que las antiguas civilizaciones desaparecidas se desarrollaron por caminos científicos y tecnológicos totalmente diferentes a los nuestros. Cuando tales civilizaciones desaparecieron, quedaron de ellas apenas unos pocos vestigios con los que los hombres del futuro solo podrían conjeturar. Muchos científicos actuales también van reconociendo, gradualmente, que la antigua civilización china avanzó por un camino científico diferente. Un camino del que la ciencia contemporánea sólo ha podido tomar parte de su capa más superficial, ya que mientras que gran parte del desarrollo científico actual está orientado al desarrollo económico, la política y el deseo de dinero, fama y poder, el desarrollo científico de la antigua China se orientó siempre hacia el conocimiento de la vida, el universo y el ser humano, generando un paradigma diferente, pero no más atrasado.
Varios aspectos de dicho camino aparecen como sobrenaturales o divinos, y resulta difícil comprenderlos desde una perspectiva moderna. Sin embargo, la cultura de la antigua China se está popularizando cada vez más, siendo objeto de numerosos estudios. La antigua civilización y su ancestral sabiduría están atrayendo más y más seguidores que buscan reconducir sus perspectivas y profundizar en su comprensión sobre aquellos casi olvidados ejes del conocimiento. A continuación mostraremos algunos ejemplos concretos de la evolucionada tecnología ancestral china.
Antigua plancha de la dinastía Han, siglo II (Fotografía: La Gran Época)
Antigua plancha de la dinastía Han, siglo II (Fotografía: La Gran Época)
La plancha moderna fue inventada por el estadounidense Henry W Seely a fines del siglo XIX, aunque numerosos historiadores estiman que han existido otras versiones muy rudimentarias en Occidente desde el siglo IV o V. Sin embargo en la dinastía Han ya existían planchas con diseños elaborados al menos trescientos o cuatrocientos años antes.
En las eras Han y Wei (206 a. C. – 283 d. C.), las planchas se forjaban con bronce y frecuentemente llevaban grabada la frase: “La plancha endereza la ropa”. Tenían la forma de una sartén y se adornaban con grabados decorativos. Antes de planchar la ropa, se colocaba carbón ardiente dentro para que el fondo se calentase. El uso de estas planchas quedó registrado en antiguas obras de arte que las muestran como un utensilio muy común.

FINÍSIMA TÉCNICA DE PERFORACIÓN

Junto a los restos de un hombre neolítico de hace 5.300 años hallados en Linjia Tan, en la provincia de Anhui, los arqueólogos encontraron una serie de piezas de jade. Entre ellos destacaba una pequeña figurilla antropomorfa de jade de 7,7 cm de altura, 2,1 cm de ancho y 0,8 cm de espesor, con seis brazaletes en cada brazo y un cinturón grabado con tres trazos oblicuos. Pero lo más curioso era un túnel milimétrico perforado en su espalda, tallado siguiendo siete pasos, de forma científica: primero se hicieron dos agujeros de apenas 0,07 milímetros a ambos lados para fijar su posición, y después se perforó conectando los agujeros. Este método es el que se emplea hoy para la construcción de túneles, pero dicho conocimiento ya se aplicaba hace más de cinco mil años en China, y además, ¡haciendo uso de tecnología milimétrica!
Figurilla antropomorfa neolítica de jade hallada en Linjia Tan, provincia de Anhui, China. (Fotografía: La Gran Época)
Figurilla antropomorfa neolítica de jade hallada en Linjia Tan, provincia de Anhui, China. (Fotografía: La Gran Época)
Bajo el microscopio se puede ver claramente que en el túnel todavía está la pieza de jade empleada. Después de utilizar técnicas de medición, se descubrió que esta pieza tiene un diámetro de apenas 0,05 milímetros. Algo lógico, teniendo en cuenta que el sistema entero de perforación con agua y arena debería formar un agujero de 0,07 milímetros de diámetro. Nadie podía imaginar que hace 5.300 años el hombre pudiese perforar agujeros tan pequeños en un objeto de jade. De hecho, los objetos de jade tienen una dureza de hasta 7 grados (el grado máximo es 8). El orificio es liso, así que habría requerido de algún tipo de perforador de alta velocidad que funcionase con drenaje continuo de arena y agua. Además, las herramientas empleadas debieron estar muy afiladas, y tendrían que haberse utilizado algunas de alta velocidad, similares a los tornos modernos. No existe explicación alguna sobre cómo pudieron lograrlo.
Entre los objetos hallados en Linjia Tan también había una bocina del tamaño de una uña: altura de 1,3 cm, diámetro de la boca de 1,7 cm, grosor de la boca, 0,09 cm, base de 0,9 cm y grosor de la base de 0,1 cm. En el centro de la base presenta un orificio cuyas paredes revelan rastros de cortes y molido. Las paredes del cilindro son finas como el papel, y la bocina estaba envuelta en algodón. Nadie se atreve a pesarla por miedo a romperla.

ESPADAS MILENARIAS: LA FORJA DEL METAL QUE AÚN ASOMBRA AL MUNDO

Espada de Goujian. (Fotografía: La Gran Época)
Espada de Goujian. (Fotografía: La Gran Época)
Hace muchos años, durante la excavación de unas antiguas tumbas, un equipo de arqueólogos encontró una espada con el siguiente lema grabado: “Espada personal del rey Yue”. Pero lo que realmente asombró a los científicos es que la espada no estaba oxidada tras más de 2000 años enterrada, manteniendo su hoja perfectamente afilada. Nuevos estudios revelaron que la espada fue recubierta con una capa de un metal con alto contenido en cromo: el cromo resiste la corrosión, pero las rocas que contienen cromo son escasas, no es fácil extraerlo ni refinarlo, y además tiene gran resistencia a la temperatura, siendo su punto de fusión los 1.907 grados centígrados.
Asimismo, en 1994, durante la exploración de los guerreros de terracota –figuras de tamaño real enterradas cerca del autoproclamado Primer Emperador de China, Qin Shi Huang, de la dinastía Qin (221 – 206 a.C.)–, se descubrió en la fosa nº 2 una serie de espadas de bronce, de 86 cm de largo. Después de haber permanecido enterradas durante más de 2200 años, las espadas aún brillaban como nuevas y estaban muy afiladas: en un experimento, se consiguió atravesar dieciocho capas de papel con ellas.
Después de haber permanecido enterradas durante más de 2.200 años, estas espadas de bronce aún brillaban como nuevas y estaban muy afiladas. (Fotografía: La Gran Época)
Después de haber permanecido enterradas durante más de 2.200 años, estas espadas de bronce aún brillaban como nuevas y estaban muy afiladas. 
Más tarde se descubrió que la superficie de las espadas estaba bañada con una capa de compuestos de cromo de 10 micrones de espesor. El hallazgo revolucionó el mundo de la arqueología, ya que la técnica actual de aplicar cromo como antioxidante fue descubierta en 1937 por los alemanes y en 1955 en Estados Unidos.
Pero las espadas de la dinastía Qin aún guardaban otro milagro técnico: durante una limpieza en la cueva nº 11 de la fosa nº 1 de los guerreros de terracota, los arqueólogos descubrieron unas espadas de ‘aleación con memoria de forma’. Una espada se encontraba doblada más de 45 grados por la presión de un guerrero de terracota de 50 kilos. Para el asombro de todos, cuando se movió la figura la fina y estrecha espada recuperó, automáticamente, su forma original.

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