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El mal – la ignorancia-, está de moda. O lo parece
Parece que aquellos pocos que, en muchos ámbitos de la vida, intentan transmitir la necesidad de pensar, sentir y actuar en base a los valores éticos de verdad, bien, amor, belleza, justicia y bondad se les trata de ingenuos, se les intenta ofender y se les llama “buenistas”, como si tener la conciencia incrementada y alineada con el corazón fuera un insulto, como si fueran unos pobres ingenuos incapaces de comprender que solamente haciendo el perverso, el egoísta, el aprovechado, el insolidario y el mezquino uno tiene sentido común.
Parece que se justifica la injusticia social con una sonrisa sardónica, como si fuera un mal necesario inevitable al sistema globalizado darwinista en el que la explotación de los desafortunados por cuna es un daño colateral. Se fomenta educativamente un clasismo medieval donde los no privilegiados se piensa que lo son por falta de talento y vaguería y no porque las condiciones de salida en la carrera de la prosperidad sean abrumadoramente dispares e injustas.
Se educa a los niños en la competitividad, la uniformidad de potenciales y la hegemonía, construyendo futuros obreros materialistas, obedientes, esforzados y sumisos a la autoridad con graves carencias en criterio, humanidades, literatura, filosofía, arte y espiritualidad –valores que tienden a hacernos, básicamente, felices y libres.
Los grandes medios de comunicación, antaño transmisores de la verdad aproximada, ahora son, más que nunca, la correa de transmisión del “pensamiento único” que viaja desde arriba hacia abajo, dada la concentración cada vez más intensa de la propiedad, con el fin de apaciguar, adormilar y estupidizar al rebaño y que no se den cuenta de que poco a poco se retorna a estructuras de injusticia similares siglo XIX. Se valora en los medios el egoísmo y la vanidad, la cerrazón y la inflexibilidad como principio regidor, regional y nacional, justificando el delirio narcisista y paranoico de que hay que poner la valla de mi pueblo, región o país más alta mientras que el mediterraneo, como otras regiones, se convierte en el holocausto de nuestro tiempo. Aún asi miramos para otro lado y aprobamos en silencio la valla para evitar que la chusma externa nos pise lo fregao.
Se racionaliza la mano dura contra los disconformes en nombre de una seguridad de tanatorio contra las demandas que hagan, para amordazar su boca a martillazos legales, como si hubieran perdido la capacidad de escuchar y comprender que las razones vitales que esgrimen son reales. Se miente y se manipula sin escrúpulos, dejando a la “verdad” como algo innecesario, difamando a quien se salga del redil mostrándolo travestido de monstruoso o loco peligroso o, al menos, intentando que parezca tan retorcido como el propio difamador, para que extendiendo la podredumbre, todos parezcan igual de mezquinos y así no se les note a ellos tanto la maldad.
Se difunde y fomenta un individualismo de apariencias, donde la sinceridad, la humildad y la empatía se consideran inapropiados o prueba de debilidad y donde la necesidad del fingimiento de la propia felicidad se extiende digitalmente, valorando como “gracioso” las actitudes de omnipotencia exhibicionista, delirante y vanidosa y se hacen shows donde pobres personajes inmaduros intentan transmitir envidia a los otros a través de la evidencia lastimosa de su soberbia injustificada. Los bufones que presentan los espectáculos deberían recordar que su labor es reirse del mal del poderoso, no de la bondad del inocente. Si la verdad de la experiencia interna de las vidas no resulta atractiva, no debería compensarse con una promoción seleccionada de la propia vida online en base a una estética de spot y coloreada gracias a los filtros del Smartphone y reafirmada por los “likes” que recibe de otros tan perdidos –sin saberlo- como los emisores.
Y sobre todo, se fomenta el miedo como arma de destrucción masiva de conciencias, para encerrarnos a todos bajo la promesa de un cierto orden y protección, justificando la coacción, el egoismo y el recelo como necesarias para construir sociedades seguras.
Cuando el mal está de moda, es porque el miedo y la ignorancia dirigen el mundo y no el amor.
Y aunque parezca que todo se va al carajo, que estamos retrocediendo y que los malos están ganando, en realidad sólo es una apariencia momentánea. Aunque parezca que el sistema está creciendo en su explotación, su deshumanización y su autoritarismo, en realidad lo que estamos viendo son los coletazos agonizantes de un sistema herido de muerte que como los moribundos en sus penúltimos días, mejoran antes de fallecer.
Si nos fijamos, cuanto más se nota lo perverso, mas certezas hay de que la conciencia está creciendo cada vez más deprisa. Vemos como la gente, desesperanzada de que los “expertos” trabajen para de una vez por el bienestar común, se reúnen por sí mismos y se organizan para hacerlo con nuevos objetivos más humanos, encomiables e ilusionantes. Bien es cierto, que como vienen de una educación egocentrista, las batallas por el poder, la imposición y la enfermedad del “yoismo” y del “mimismo” también se extienden a estos grupos, pero al menos su intención es “buenista”, aunque muchos digan algunos disparates bienintencionados. No debemos olvidar que los que más luchan por evitar el sufrimiento a otros suelen haber sido los que han sufrido en sus infancias, y si han sufrido, están dañados internamente, y ocasionalmente su daño interno se ve fuera.
Si lo observamos, vemos que a la vez que el narcisismo se extiende en las redes, también se extiende una tendencia opuesta, llena de compasión y empatía por el otro, no solo por los seres humanos, sino por todos los seres terráqueos, transmitiendo un punto de vista más elevado, más compasivo, donde las personas denuncian lo injusto, se apoyan, se financian, se ayudan, se consuelan, se informan, se defienden.
Vemos que mientras que la psicopatía de la corporatocracia niega la evidencia de la necesidad de un mundo cuya prioridad sea el sostenimiento del entorno ecológico y que mientras que los lobbys presionan en los centros de poder para que sus destrucciones suicidas a largo plazo sean legales, surgen infinitos microcentros de contrapoder que redefinen un mundo hacia lo natural, hacia lo reutilizable, hacia lo vitalista, hacia lo humano en su escala más detallista, real e íntima.
Mientras que el milenario patriarcado agoniza deambulando perdido dando porrazos desesperados y dolorosos intentando sobrevivir agazapado en sus estructuras decadentes, vemos como surge un feminismo de base -no de mujeres masculinizadas, industrializadas y agresivamente racionalistas, rabiosas o vengativas-, sino de un neoancestral sentido de lo femenino recuperado, de lo maternal natural, del cuidado, de la recepción, de la confianza, de lo curvo, lo corporal, lo flexible, lo inteligente, lo intuitivo, lo tribal, lo bello, lo tierno y lo compasivo. Que tanta falta hace. Lo mismo sucede con los fundamentalismos religiosos pro-bélicos (ejemplo de la suma absurdez), que provocan que la gente ya no se quiera hacer religiosa, ni siquiera espiritual, la gente sagaz se va haciendo mística, que es una experiencia mucho, mucho, mucho más allá de las organizaciones clásicas.
Vemos que la economía de un sistema mórbido, injusto, caótico en sus crisis potencialmente devastadoras, acumulativo en su casino absurdo, esquizofrénico por su separación con lo real y claramente suicida en lo ecológico, es maquillado una y otra vez con manos de pintura cada vez más resquebrajada intentando mantener el titanic a base de decoración, y simultáneamente observamos como con fortuna surgen bancos éticos, organizaciones de economía sostenible, energías cada vez más limpias, sistemas de solidaridad, agricultura naturalizada, tendencias educativas respetuosas y grupos de gente que con un ingenio extraordinario inventan, producen y triunfan con un modelo totalmente opuesto, mucho más humano y realista.
Mientras que los medios de comunicación de masas se estupidizan y los periodistas se mueven como bailarines hipnotizados al son miedoso del poder y las noticias se manipulan y se hacen cada vez más esperpentos de su función original, vemos como surge un nuevo, brillante y diferente periodismo de individuos concienciados que se agrupan e investigan, no se venden, no tienen miedo y difunden con calidad y con talento real, la realidad que pretende ser ocultada o deformada. Estos nuevos medios de transmisión periodística en red tienen un crecimiento enorme que amenaza a unos depauperados medios clásicos en los que ya las personas mínimamente lúcidas, no ven más que al vocero del señor feudal llamando al linchamiento, a la farsa o al pavor.
Mientras que los intentos de establecer un pensamiento hegemónico se hacen cada vez más ridículamente evidentes, la tecnología de las comunicaciones, usada por los deditos de cada uno de nosotros, es el método de transmisión de conocimientos e información que es capaz de contrainformar lo oficial, concienciar y reorganizar a la población por millones en apenas horas para realizar cambios que sorprenden al stablishment y les obliga a rectificar sus disfraces e incluso, sus acciones.
Mientras que la industria explota a los animales para el consumo masivo, o se les extingue en masa, o se devasta las regiones naturales para plantar transgénicos estériles y se envenena a la población con alimentos sin sabor, sin nutrientes y que son pura apariencia, vemos como surgen cada vez más tiendas de alimentos sanos, más tendencias a lo real y lo orgánico, más consumidores conscientes, más pequeños agricultores que consiguen extraordinarios resultados económicos en sus fincas ecológicas. Y, a la vez, más y más gente cada vez con mayor conciencia de que compartimos la tierra con otros seres prodigiosos como son los animales tan llenos de Ser como nosotros que tienen derecho a ser protegidos, amados o al menos, a ser dejados en paz en su libertad natural. Sólo los conscientes del Ser valoran a los seres sintientes.
Mientras que la educación, o la sanidad, o la protección social, se reducen o se retuercen para fomentar otros intereses menos serviciales, vemos como en las familias, en los padres, en los hijos, en los profesionales, hay cada vez más gente que se despierta y realizan intentos de otro tipo de educación más humanizada, más respetuosa, menos competitiva o doliente; de otro tipo de concepto de la salud menos mecanicista, menos sintomático, menos fragmentario, con más calidad humana; de otro tipo de atención social menos condicionada, más generosa, más local y comprensiva.
Cuando nos damos cuenta de la paradoja de que uno de los personajes más revolucionarios de este siglo sea el Papa actual de Roma, nos damos cuenta de lo mal que estamos si es que el representante de la organización más conservadora del mundo tiene que salir a darle una patada al avispero a ver si despertamos del hipnotismo en el que el becerro de oro nos metió. Desde que los amorosos e ilusionados hijos de las flores fueron manipulados y cedieron su sueño al rascacielos, el billete, la coca, la puta y la ambición, el mundo se entregó a Hades y la inconsciencia y henos aquí, menos mal, observando el susurro de Dionisios, de Zorba y de Buda que nos dice que tranquilos, que vienen al rescate.
Los lúcidos son los se dan cuenta de que lo que ellos son es la vida, no alguien viviendo una vida, no una idea de alguien que le pasa esto o lo otro. Nosotros no somos una idea. Somos la experiencia de Ser, y somos todo lo que es. Por eso la solidaridad es innata al crecimiento de la conciencia. Lo que cada uno de nosotros somos es Todo, todos incluidos. Cada uno de nosotros somos todos los demás y todo lo demás. Por eso el incremento de la conciencia empaña al ego y lo coloca en su lugar correcto, en una esquinita al fondo. Ser humilde no es pensar que tú eres poco, es pensar poco sobre ti. Por eso no somos felices bailando mientras que la tribu no baila ni estando quietos mientras bailan los demás. La verdadera fiesta es bailar y hacer que todos bailen. Todos contigo, todos en tí.
Muchos, los retorcidos por el engaño se resistirán, porque viendo fuera de ellos que otros se iluminan desde dentro, notarán por el brillo de esa luz el incremento de sus sombras, y tendrán que darse cuenta de en quién se convirtieron y lo perdidos que se encontraban tan lejos de su niño interno. ¿Qué pensaría de ellos mismos el niño de 8 años que fueron si pudiera observar el funcionamiento de su mente, sus emociones y sus acciones? Aún asi, los hipnotizados, para evitar el dolor del derrumbe de su identidad ficticia, pretenderán apagar la luz de otros para no notar cómo se enredaron en el laberinto doliente de sus egos ensorbecidos y no tener que rectificar. Y por eso dan golpes violentos a ciegas. Ayudémosles con compasión. Van a perder.
El mal parece que está de moda, pero es sólo la exhibición de su estertor mientras se muere.
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